📖OCHENTA Y UNO📖

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-¡bien, todos entreguen sus permisos conforme suban al autobus! - gritaban los profesores cada 5 minutos.

Había llegado pronto el día de la visita al nuevo museo. Bueno, a decir verdad, iríamos a la mismísima inauguración, cortesía de nuestra querida Ymir y su excelente habilidad política que ya sobrepasaba a su madre.

Recordaba bien, que aquel primer día de escuela Ymir nos habría prometido abrirnos paso hasta y por el museo, había cumplido (me faltaban detalles, pero aún así era todo un logro). El único problema que no fue problema en realidad, fue conseguir permiso de nuestros padres para ir; Ami y Levi habían estado poco más que en debate por diferentes cosas, pero su insistencia en guardar silencio sobre el tema sólo lo empeoraba, así que ni siquiera estaba seguro de que es lo que los estaba haciendo pelear tanto.

-de acuerdo, no desobedezcas a tus profesores, ni te alejes de tu grupo - comenzó a decir Ami con preocupación mientras revisaba que usará correctamente el uniforme.

-ya se, siempre me dices lo mismo... - me queje por ser sacudido de un lado a otro.

-no está demás repetirlo...

-Ami, nuestro hijo no es tonto... - intervino Levi con cierta irritación.

Aquí vamos de nuevo. Por comentarios como ese, habían estallado silencios interminables e incómodos.

-cierto y creo que ya es tarde, asi que ya subiré al autobus - me apresure a decir antes de que la cosa empeorará. - los veré en la tarde.

-con cuidado, portate bien y... - siguió diciendo Ami.

Ya comenzaba a alejarme, así que no me quede a escuchar al resto, solo me despedí con la mano a lo lejos. Suspiré una vez abordó del autobus.

-la despedida más larga de mi vida - se burló Carla cuando me senté delante de ella.

-es insoportable cuando se ponen así - me queje.

-¿tiene algo que ver con que estés por reprobar?

-no voy a reprobar y no, no es nada de eso - me defendí.

-como sea, cosas de padres - dijo quitándole importancia.

Ambos sabíamos que las cosas de padres, solo las podían arreglar ellos y no valía la pena preocuparse por ello. Además, Carla estaba segura de que reprobaria por el hecho de haber fallado en un par de exámenes (el profesor había decidido hacer exámenes sorpresa la semana previa), nada del otro mundo.

A los pocos minutos se nos unió Kikyō, que tomó asiento en el lugar que le había apartado. Y al final, corriendo, llegó Niggel que se sentó con Carla. 10 minutos después, el profesor encargado de nuestro autobus, también abordó y nos pidió que nos tranquilizaramos pues ya hibamos a irnos.

El camino fue tranquilo, sin ninguna novedad, salvo por el hecho de que reprendieron a Carla un par de veces por ir y venir por todo el autobus hablando con todo el mundo.

-media hora más y el profesor perdería la cabeza - bromee cuando llegamos.

-es un milagro que no hubiera enloquecido cuando Carla arrojó su suéter directo a él - señaló Kikyō.

-si saben que los escucho, ¿verdad? - intervino la mismísima Carla.

-si sabes que casi matas a nuestro profesor, ¿verdad? - nos siguió el juego Niggel.

-detalles - se defendió.

- estudiantes, escuchen bien - se hizo escuchar el profesor antes de dejarnos bajar - durante la ceremonia de inauguración nos quedaremos con el resto de los grupos, luego podrán explorar libremente el museo, con la condición de estar al medio día en el punto de reunión que les indicaré - mayores precauciones por ser un evento importante, lo entiendo - y de que vayan en parejas, tendrán tiempo para organizarse luego de la ceremonia.

-¿deberiamos ir en parejas al principio para que no sospechen? - pregunto Carla en voz baja.

-será lo mejor, usemos el mismo punto de reunión que nos digan para encontrarnos una hora después de concluida la ceremonia - nos explicó Kikyō - y luego vamos a la sala donde nos dijo Ymir.

-de acuerdo - dijimos los 3 al unísono.

Bajamos ordenadamente de nuestro transporte y seguimos al profesor dentro del edificio: desde fuera incluso parecía una biblioteca, con sus majestuosos pilares de varios metros de altura, sus puertas de madera, ventanales y balcones en cada extremo, una gran fuente en el patio principal (por donde entramos) y sus adoquines rectangulares que formaban flechas. La vista, en conjunto con el clima cada vez más fresco, me robaron el aliento.

-¡wow! - fue lo único que acerté a decir.

-Historia si que ha invertido mucho en esto - razonó Carla, tan perpleja como yo.

-esta era la residencia de los antiguos miembros del Consejo Real, de ahí el lujo - nos explicó Kikyō. - mamá me dijo que cada piso le correspondía a un miembro y su familia, exceptuando la planta baja que era un salón de eventos.

-¿habías venido antes? - le pregunté.

Seguíamos a nuestro grupo con el profesor a la cabeza dando instrucciones con preocupación y nerviosismo. El interior también era impresionante: había una elegante alfombra roja cubriendo el suelo, las cortinas rojas con destellos dorados estaban abiertas de par en par dejando entrar por completo la luz exterior, el gran candelabro de cristal en el vestíbulo brillaba creando pequeños arcoiris por todos lados.

-una vez, pero hace unas semanas mamá llevó el plano del lugar a casa, para revisar los detalles de la exposición - confesó Kyo con cierto orgullo, lo que me hizo sonreír.

-no me sorprende que lo memorizaras - comente ladeando un poco la cabeza - ¿entonces sabes como llegar hasta donde nos dijo Ymir que estaría la exhibición especial?

-creo que si, suponiendo que no hayan cambiado la distribución - señaló juntando sus manos y tamborileando con los dedos es el dorso de las mismas, siempre hacia eso cuando se ponía pensativa.

-¿crees que lo hayan hecho? - intervino Carla.

Se había adelantado varios pasos a nosotros, pero seguía escuchando con atención.

-no estoy segura, hubiéramos contactado a Ymir para confirmar -le dijo Kyo.

-bueno, últimamente no tuvimos mucho tiempo - señale para justificar el porqué no habíamos buscado a la hija de la Reina.

-¿todos? - Carla se freno un poco para ponerse a mi izquierda - ¿o solo tu? Haz estado leyendo quien sabe que todo el rato, ni siquiera me haz seguido a mis locuras habituales...

-así que eres consciente de lo que haces - se burló Niggel mirándonos por encima del hombro, pues venía delante nuestro.

-pues claro, pero es mejor fingir que no, me lo enseñó papá - confesó Carla con arrogancia. Típico de Jeager. - pero el tema no soy yo, es Kai y si obsesión con ese cuaderno con forro falso.

-¿como sabes que el forro es falso? - pregunté con cierto pánico.

-Armin nos regalo una copia de ese libro a cada uno, lo leí una vez y no me quedaron ganas de releerlo, no era tan interesante; así que estoy segura de que tu tampoco te atreverías a hacerlo. - explicó Carla - Mi teoría es que le quitaste el forro y se lo pusiste a otro libro que a nadie le gustaría que leyeras, así que ¿qué lees?

-bueno...

Levi's diaryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora