Capitulo 13: La Grieta

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Estaba rota

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Estaba rota

¿Por qué?

No lo sé, pero así me consideraba. Era casi imposible que me importara algo positivamente, rara vez sonreía de felicidad, bueno, no lo hacía. No me preocupaba por mucho o por todo, eso llevaba a que no me interesará si lo que hacía era bueno o malo. Aunque siendo sincera, ¿Qué es lo bueno y que es lo malo?

Un ejemplo que a muchos se les enseña es a "respetar a tus mayores" y con eso eres "bueno". Pero, ¿Qué pasa cuando no te dan ese mismo respeto que das? O peor, en algunos casos no es "respeto" lo que quieren que le tengamos sino miedo o que nos sintamos intimidados.

Me voy descarrilando...

Entonces, está bien respetar a los demás, porque todos merecemos respeto. Pero cuando no te respetan a ti y buscas ese mismo respeto que tu das, te dicen que es malo reclamar o alzar la voz.

A mí, Toryan Kincaid, no sé y ni me importa saber que es lo bueno y que es lo malo. Y soy una depredadora...

Observe fijamente sus ojos verdes aun medio desorientados. Incline mi cabeza mirándolo ahí, sentado en el suelo y apoyado en la cama, como suaves mechones caían sobre su frente. Descruce los brazos tomando mi silla giratoria y acercándome a él, haciendo que tuviera que inclinar su cabeza para verme a los ojos.

Me senté lentamente sintiendo como sus ojos se apartaban de los míos para escanearme. Me había dado una ducha, y puesto unos pantaloncillos de seda junto con una sudadera gris.

—Mierda...—murmuro dejando caer su cabeza contra la cama cerrando los ojos.

—Sí, estas en mucha mierda en este momento...—susurre cruzando mis brazos e inclinando mi cabeza hacia un lado aun sin dejar de verlo. — Allanaste una casa. —canturreé sintiendo mi boca alargarse dejando ver mis dientes.

Sus ojos me lanzaron una mirada fastidiada y molesta, mientras yo levantaba mi ceja aun mi cabeza inclinada a un lado. Nos quedamos así por un segundo cuando escuche un tintineo y su entrecejo se fruncía. Deje caer mi cabeza hacia atrás girando lentamente en la silla, busque en un bolsillo de mis pantaloncillos sacando una pequeña llave.

—Me esposaste. —no era una pregunta, sentía las esposas en sus muñecas.

—Entraste furtivamente a la casa, no sé porque o para que, tenía que ponerte bajo mi control y asegurarme que no hicieras nada...

—No quería hacerles daño a tus hermanos...—me corto viéndome molesto mientras yo me deslizaba de mi silla y me inclinaba cerca.

—Aunque quisieras, no podrías ni siquiera acercárteles un metro. —susurre sintiendo mi mirada tornarse fija, penetrante y tensa.

Lentamente coloque mi mano en mi cama, cerca de su cuello. Note como se tensaba al estar cerca, sus ojos no ser apartaban de los míos. Lentamente sentía como la tensión abandonaba mis ojos aunque me esforzara porque siguiera ahí.

Bajo La Piel (Saga Kincaid 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora