El sol nacía desde las montañas del este bañando esta tierra de viejos y jóvenes luchadores. El castaño de piel bronceada estaba en aquella barra del bar, tomando hasta perderse y quedarse dormido.
— 'Ajo, Taehyung levántese mijo y váyase a su casa. ¿No tiene trabajo allá en el monte? — amablemente el dueño de la cantina lo levantó
— Ah, ¿qué? Ah sí, sí, sí. Eso creo don, no estoy seguro. Es que está lloviendo es un montón y todititito se inunda, ¿usté viera? Hasta el río se creció. Está es horrible, pero el trabajo es trabajo tengo que llevar el saquillo de comida a la mesa, aunque sea un verde con sal. — ajustó sus botas y acomodó su sombrero
— Eso es verdá muchachito, hay que camellar duro. Ahora vaya descanse, y espero no verlo por aquí tan seguido, cuídese le puede pasar algo por andar así tan borracho. — el anciano canoso se veía preocupado, lo veía cada fin de semana, cada quincena o cada fin de mes.
— No se preocupe mi don Lunes, ya no me voy a volver. Ya voy a ver si me consigo un trabajito en la capital y así ya no pienso en ese ingrato. — murmuró, aún tenía los efectos del alcohol sobre sí mismo, pero tenía la suficiente cordura para sostener su machete y avanzar hacia la salida.
— Ta bien mijo, ¡y soy Don Domingo, no Don Lunes! — masculló el vejestorio amigable, pero el más joven ya no lo escuchaba.
La luz del reciente día lo dejó ciego unos segundos. Le costaba acostumbrarse a la luz, hace meses que su rutina de tomar hasta perder la consciencia evidentemente no era la correcta y comenzaba a cobrarle factura. Tenía la boca seca y le ardía el estómago, ¿cuándo fue la última vez que probó bocado? No lo recordaba con certeza pero, ¿qué más daba? ¿quién se preocuparía por él? Se sentía solo de repente; incluso más de lo que estaba habituado.
Al pasar por el centro del pueblo, se iba topando con rostros familiares. Como era un lugar tan pequeño, todos se conocían por lo que transitar por este lugar le traía nostalgia y ocupaba su mente en otras cosas aparte de esos malditos orbes oscuros.
Mantenía una sonrisa cuadricular en su rostro pero era tan falsa como un billete de 3 sucres, vamos, su felicidad para ser honestos se devaluaba tanto como su moneda nacional.
— Oiga comadrita, ¿ese no es el chico guapetón de por allá de la plantación? — dijo una de las tenderas de los puestos ambulantes
— Yo creo que sí comadre, ¿qué hará por acá? Si por allá comenzaron a trabajar apenitas un gallo dió el primer kikiriki. Aunque hasta chuchaqui se ve como quiere... —expresó con coquetería— ¿Cuántos días llevará así? — se preguntó mientras lo observaba
— Meses comadrita, cada que cobra lo veo en el mismo bar de don Domingo. Se saca la madre trabajando de sol a sol y se chupa toda la plata y queda hecho funda. Una vez hasta don Domingo lo llevó en la mula hasta su casa. — afirmó la otra mujer
— Ay no me diga eso Carmita, ¿y la familia? ¿O es guacharito? — preguntó, le gustaba el chisme (¿a quién no?)
— Sí mija, ese chiquillo perdió a sus padres y la única que lo cuidaba era su abuelita. Ay, ese muchacho era el orgullo de la doñita que ya era mayorcita y como todo se acaba ella estiró la pata y se quedó solo. Me da mucha pena. — se lamentó
— ¿Y por qué está así? ¿Mal de amores? —inquirió—¿Quién es la condenada que le movió el tapete y le rompió el corazón a tremendo bombón? — dijo, quizás con algo de envidia
— Condenado comadrita, se fijó en uno de esos señoritos aniñados del Norte y le vio las huevas, le puso los cachos y se fue con otro. Dicen que fue matrimonio arreglado por los padres de ese muchachito. — murmuró y dio por terminada la tertulia
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Doncel Fatal || OS TaeKook
FanficN/A: Se usan fragmentos de la Biblia en algunas secciones, ambientado en el Ecuador de los años 80's en la zona rural costera y uso de modismos propios de la zona ¿Cómo acabó así? La respuesta era confusa, porque aunque él tendría que saberla, no la...