Prólogo

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El comienzo de todo.

Todo comenzó como un día normal.

O, por lo menos, para mí era normal.

—Angelene, ya sabes lo que tienes que hacer— Asentí al escuchar las palabras del oficial Jason, mi padre.

Se suponía que yo tendría que ir a la casa de Jeferson Jordan, un hombre acusado de violación, pero, aún no tenían pruebas suficientes para cerrar el caso.

Por lo que, cómo en otros casos, yo estaría de en cubierto, para conseguir las pruebas.

En su tiempo libre, se dedicaba a explicar matemática y física por las tardes, yo me haría pasar por una alumna para poder acceder a su casa sin levantar sospechas.

Otras chicas a sus 14 años no estarían en misiones en cubierto, estarían usando sus celulares, besuqueando a sus novios, o en el instituto.

Pero no me sentía mal, no me importaba haber sacrificado mi vida para ésto, según mi papá, desde pequeña e Sido usada para estás misiones, y me hace feliz saberlo.

Tome mi mochila y mis cosas para ir a por ese pedófilo.

—¿Estás preparada?— Mi papá sonaba preocupado, siempre lo estaba, pero yo estaba muy tranquila, tenía mi arma en el bolsillo, ni habría ningún problema.

—Sí papá, lo estoy— El solamente asintió y me llevo a la casa de aquel hombre en silencio.

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—Hola querida, eres Jony Stylson, ¿no?— Pregunto aquel anciano.

—Sí, la misma— Sonríe con naturalidad cuando me observo de arriba a abajo.

—Eres una linda chica, ¿Es necesario que tengas que estudiar?— Sabía el doble sentido de esa oración, pero decidí ignorarlo.

El me invitó a pasar y al principio fue amable, casi no hizo comentarios insinuantes, e incluso me estaba explicando correctamente el ejercicio, hasta que pidió un permiso para ir al baño.

Escuche un muy fuerte ruido proveniente de allí, y lo siguiente un grito suyo.

—Es un violador— Hablé al micrófono que tenía cerca de la orilla de la camisa.

Según las chicas violadas, y ahora comprobadas, decían que se lastimaba para que fueras a ayudarlo, casi siempre era en el baño o en su cuarto.

Sentí bilis en mi garganta al pensarlo, y pronto escuche las sirenas de policía.

Salí de la casa y Vi a mi padre aliviado de que yo estuviera bien.

—¿Estás bien? ¿No te hizo nada?— Pregunto, apesar de que el escuchó todo lo que pasó.

— Papá, estoy bien, no me hizo nada— Dije con una sonrisa— Voy a ir a un café, tengo un poco de hambre.

Mi papá asintió, y dijo que fuera a uno que estaba cerca de ahí.

Mientras caminaba, sentía la brisa recorrer mi cabello negro, y entonces, mis ojos se cruzaron con un par de ojos negros en cámara lenta.

Él chico me miró también, ambos sin detener el paso, no podía despegar mis ojos de los suyos, hasta que la distancia se fue acortando y Vi que era realmente hermoso.

Cabello negro azabache, piel tan blanca como el Marfil, ojos profundos e hipnotizantes, un cuerpo algo definido, supongo que debía tener unos 16 años por lo visto.

Se me secó el aliento cuando el paso por mi lado, y como si hubiera sido a propósito, rozó su brazo contra el mío, causando un escalofrío por toda mi espina dorsal.

Seguí caminando y ya al llevar varios pasos, me volví disimuladamente hacia la dirección que el había tomado, pero ya no estaba.

Nunca olvidaría esos ojos negros.

Nunca

Nota: No sé que hago con mi vida pero good.

¿Y si nos volvemos a encontrar?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora