U N O

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Hay pocas cosas que me gustan, tan pocas como contarlas con los dedos, pero las que no me gustan son más de las que puedo recordar; no me gustan los días soleados pero tampoco la lluvia, odio el calor pero tampoco pretendo morir de frío, me molesta que las personas me toquen sin aviso previo, los lugares llenos de personas no es lo mío, los ruidos fuertes o las risas escandalosas, tampoco me gusta que me interrumpan mientras hago o digo algo, no me gusta la comida callejera pero tampoco me gusta cocinar, no me gusta el cabello largo, no me gusta tener las uñas sucias o que las personas huelan mal, no soporto el sudar o ir al baño en lugares en lo que no me sienta a gusto, tampoco me gusta levantarme temprano o hacer muchas actividades, en especial las que requieren esfuerzo, aunque es raro tampoco me gustan los animales o los niños, no me mal entiendan, algunos son adorables pero la responsabilidad que requiere es agotadora, por lo mismo no me gustan la bebidas muy dulces o la calientes son soportables hasta cierto punto, tampoco me gusta el chocolate blanco o el que esta a base de leche, odio que me llamen por mi nombre y de alguna manera me molesta verme en el espejo.
Me gusta estar en mi cama acostado y escuchar música mientras leo o escribo, en un día nublado durante el otoño, eso es lo reconfortante, tal vez con una café sin azúcar o un té. Eso es lo que me gusta.

Entonces, dime porque cada de que tu ojos avellana me miran mi mente hace corto circuito y me pierdo en ellos, por qué quiero estar al tanto de las actividades que haces y participar en ellas aunque me cueste escalar una montaña y no sepa hacerlo, o como es que tú risa no me parece tan molesta a pesar de que prácticamente te caes de la silla, ni como llegas a darme una palmada en la espalda tan repentinamente para luego saludarme e irte con tus amigos como si o supieras que causas un gran estrago en mis emociones. Explícame porque me siento ansioso a la hora del comedor, cuando quiero sentarme en la misma mesa que tú pese a que este llena de gente, o como es que, pese al infernal Sol tu puedes brillar a su lado.

Dime como es que me enamoré de ti sin siquiera notarlo porque estoy seguro que a penas y sabes cual es mi nombre. Puede que tus amigos lo hayan notado, en especial el imbécil de cabello blanco y ojos azules, aquel que todo el campus cree que es el más guapo, pero no se atreven a acercarte a ti cuando estás con él, porque toda la maldita universidad sabe que sales con él.

Todos en este gran lugar los conocen como la pareja perfecta.

Gojo Satoru, el magnate de los negocios de una familia adinerada. Y tú, Yuuji Itadori, heredero de un imperio, hermano menor de los mejores políticos, abogados, inversionistas y médicos del país, dicen que están en el mismo nivel, pero yo no lo creo así, tú eres un nivel completamente diferente, uno que cada día se ve más inalcanzable para mí, uno que crece con una corona de oro en su cabeza.

Es por eso que nunca me atreví a devolverte el saludo cuando supe de quien eras, no creía que pudiéramos hacer algo sin ser juzgados, o que yo termine en algún ojo de la tormenta, parece ridículo pero tenía miedo de ser señalado por tratar de ser tú amigo. Todos en la escuela saben quien soy, más bien de quien soy hijo y no es por nada, pero mi padre no tiene una buena reputación y yo cargo con ese peso, cargo con el hecho de ser el hijo de un antiguo empresario que se ahogo en deudas luego de perder a su esposa.

Ese perdedor soy yo. Megumi Fushiguro

Y es por eso mismo que no entiendo porque me llamas a las tres de la mañana entre lagrimas, quiero saber como conseguiste mi número y porque me marcaste a mí y no a tú gran amiga Nobara Kugisaki, tenía tantas dudas pero mi preocupación me pudo más y por eso mismo corrí a donde me dijiste que estabas sin importarme mucho que iba en pijama o el hecho de que llovía a cantaros y yo no llevaba una sombrilla, tampoco me importo resbalar y caer en un charco de agua porque quería estar contigo lo más pronto posible y poder consolarte. Estaba preocupado, no sabía porque llorabas sin parar o porque era yo al que acudías.

Quiero saberlo todo de ti pero tengo miedo de no ser correspondido, quiero poder abrazarte sin importar las miradas, quiero creer que me hablas por algo más que lástima al escuchar los rumores sobre mí.

—¡Itadori!— Grite a lo lejos mientras trataba de avanzar entre la multitud de personas que había y a lo lejos podía ver las luces rojas y azul, sabiendo que era una ambulancia.

La angustia me lleno, los reporteros y las cámaras no dejaban de tomar fotos, era agotador, la gente que había era bastante y a pesar de que llovía se sentía caluroso, al final pude avanzar y estar hasta el frente, pero la escena frente a mí era desastrosa; un carro casi destruido por otro carro en pleno crucé, debido a dónde se encontraba el carro volteado podíamos deducir fácilmente cual de los dos cruzo el rojo.
Mire a la distancia, un Mustang Shelby GT350, en color rojo; mis ojos picaron y busque a la distancia, desesperado, había sido al rededor de media hora lo que tarde en llegar corriendo, quería creer que nada grave había pasado, que todo estaba bien.

Que Yuuji estaba bien.

Volví a gritar su nombre y la atención se dirigió a mí, un error, uno de los reporteros me reconoció y todo se fue a la mierda, ahora estaba rodeado siendo cuestionado sobre cosas que no quería responder. Los empuje a todos a un lado y crucé la línea que los policías habían puesto, me acerqué a la ambulancia, esperando encontrar al chico de cabellos rosas.

Escuchaba gritos detrás de mí, muchos, pero no importaban, Itadori tenía que estar aquí, con los ojos rojos por llorar y la nariz igual por el frío, una manta le rodearía y tendría unos cuantos raspones en el cuerpo que son curados en este momento, y cuando me viera una cara de sorpresa se reflejaría y luego, una sonrisa triste se asomaría por sus labios. Estaba a unos cuantos pasos del lugar, faltaba poco pero estaba jodidamente asustado y el ajetreo o gritos que provenían de la ambulancia no ayudaban en nada.
Mi respiración se acelero, mis pasos se hicieron más lentos, mi respiración era entre cortada y el ruido a mi al rededor se hacía sordo.

Estaba frente a la ambulancia, vi el cabello rosa y sonreí, pero no era el rosa que yo conocía, era uno más opaco, supe quien era, di dos pasos más y ahí estaba.

Sakuna Itadori, el hermano gemelo de Yuuji, con los ojos rojos, con la mirada perdida y las lagrimas cayendo poco a poco de sus ojos, estaba en trance.

—Sakuna— pronuncie en apenas un susurro pero el logro oírme y me miro, las lagrimas fueron más, negué con la cabeza, no queriendo oír lo que sea que el diría.

—Megumi— tan pronto me vio corrió a mis brazos, y lloro, lloro desconsoladamente, estaba dejando de llover.

Me abrazo mientras las disculpas y los lamentos combinada con culpabilidad se hacía presente entre sus sollozos, pronunciado cosas incoherentes, y yo también llore, lloré porque ahora, frente a la camilla en la que estaba antes Sakuna, había otra camilla con una bolsa encima.

Un cadáver.

Había un jodido cadáver en la ambulancia y el mayor de los gemelos lloraba desconsolado en mis brazos.

Esto era un mal sueño, uno muy malo, cuando llegue a casa podré dormir cómodamente y mañana Yuuji me saludara como de costumbre en las mañanas.

Poco después, más personas que ya conocía empezaron a llegar y la ambulancia se fue pero Sakuna no me soltaba, se aferraba cada vez más a mí, como si su vida dependiese de ello.

Por eso no me gustan los días lluviosos, ni las personas que lloran, no me gusta el color rojo ni los viernes, porque me recuerdan el día en el que perdiste la vida y me hace sentir tan miserable. Pero amo las mañanas de Otoño, porque el color de las hojas me recuerda a tus ojos y los atardeceres a tu cabello, le gustaban las fresas porque eran como él, tan dulce y ácido a la vez.

Había muchas cosas que a Megumi no le gustaban, pero con el tiempo aprendió a amarlas, igual que sucedió con Yuuji Itadori.

Porque antes de amar o de gustar del revoltoso y bromista pelirosa, lo detestaba por siempre mostrar una sonrisa y ahora la extrañaba.


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Algo leve, porque estaba inspirada y me di cuenta de que faltaba un OS en todo esto, ahora va del FushiIta, la verdad al inicio quería hacer algo super lindo pero luego empecé a escribir y casi lloro con el final, espero que les esté yendo bien.

🦋✨

Cosas que me disgustan [OS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora