Siento el palpitar de mi corazón en mis oídos y como mi respiración se agita por nuestra cercanía y el suave pero firme toque de su mano en mi cintura. Tengo todo mi cuerpo revolucionado con tan sólo un toque insignificante.
Me empuja suavemente y nos hace entrar a la habitación, cierra la puerta con uno de sus pies, sigue caminando obligándome a retroceder sin ver nada, debí encender la luz antes. Mi espalda choca contra la pared de mi armario, para este punto estoy que no me la creo.
—Estás muy caliente. —Murmura y mete su mano por debajo de mi blusa y la vuelve a dejar en mi cintura. ¿Caliente? En éste momento siento que soy el puto sol. Quiero decirle algo pero tengo la boca seca y no me salen las palabras de la garganta. — ¿Estás nerviosa? —Me sonríe lasivamente. La tenue luz que entra por la ventana me deja ver sus lindos ojos, pero ésta vez brillan diferente. Ella realmente está disfrutando torturarme de ésta forma.
—No. —Digo en un jadeo. Sus ojos bajan a mis labios y suben a mis ojos de nuevo. Con su mano libre toma mi cabello y lo aparta de mi cara. Deja la mano en mi cuello y lo acaricia suavemente. Acerca su rostro a mi cuello y mi respiración se corta cuando noto que aspira mi perfume.
—Siempre hueles muy bien. —Susurra, su tibio aliento choca con la sensible piel de mi cuello y se me eriza la piel. Ella lo nota porque aprieta un poco más su mano en mi cintura, atrayendo mi cadera a la suya.
Honestamente nunca había deseado tanto un beso como lo estoy haciendo ahora.
— ¿No me vas a besar? —Le suplicó en un quejido bajo y es todo lo que necesita para unir sus labios con los míos. Sus labios son sumamente suaves y saben un poco a cigarrillo de menta y a cerveza. Sus labios se mueven lento y sé que lo está disfrutando tanto como yo lo estoy haciendo.