📖OCHENTA Y SEIS📖

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5 minutos más tarde, salimos de la oficina del museo. Al parecer Historia ya había hablado con nuestro director y este nos había autorizado volver con muestras familias por el incidente.

Abrí la boca para decir algo y romper el abrumador y tenso silencio que había entre mi familia.

-no puedo creerlo - comentó Ami, ganandome la palabra. - de verdad te haz puesto del lado de Historia.

-¿qué esperabas que hiciera? - pregungo Levi con cierta indiferencia.

-no se, apoyar a tu familia quizá.

-eso hice.

-si, claro. ¿Apoyo fue decirle que no debió involucrar a nuestro hijo?

-¿qué caso tenía sermonearla cómo todos los demás? No hiba a cambiar lo que hizo, ni lo considerará en el futuro sólo porque un par de personas le dijeron que estaba mal.

-pero...

-además, solo aprovecho la oportunidad que le dieron los niños, de no ser por ellos, nada de esto hubiera pasado.

-no lo creo, ¿de verdad estas justificandola?

-no la justificó, pero es la reina de quien hablamos.

-si, La Reina que llevara a nuestros hijos al peligro con tal de obtener su propio beneficio, ¿no lo entiendes?

-estas exagerando.

-¿yo exagero? Si yo exagero, entonces a ti simplemente no te importa en lo absoluto lo que pueda significar para nuestro hijo. ¿Qué pasará si un día no sólo es meterse a una sala restringida, que tal si la siguiente vez es meterse al palacio o robar algo? Hasta cuando vas a entender que ocultarle cosas, es lo que hace que el busque las respuestas por otro lado.

Tenía razón, pero no era momento para ver quién daba los mejores argumentos. Lo importante ahora, esque definitivamente si me había equivocado y debía aceptar mi error antes de que Ami dijera algo de lo que se arrepintiera des...

-es irónico que lo hayas dicho cuando desde hace días evitas el tema del viaje a Marley - atacó mi padre, evidentemente fastidiando por la insistencia de su esposa.

Ami se detuvo, estábamos a un par de calles de la estación de trenes. También me detuve y observe como el rostro de mi madre se distorsionaba en una mueca.

-vamos Kai - me dijo mi madre antes de tomarme de la mano y reanudar la marcha.

Por un momento pensé que todo estallaria ahí en plena calle, estaba listo para ver una demostración de una auténtica pelea entre mis padres, sin embargo lo mejor fue que todo se quedara en ese “tranquilo” intercambio de palabras. Mientras avanzamos escuche un suspiro desesperado de mi padre, sin duda esto sería la gota que derramaria el vaso que se había estado llenando el último mes.

El resto del camino a casa fue lo que seguía de silencioso, pero estaba tan incómodo y los pensamientos en mi cabeza eran tantos que no me atreví a abrir la boco por temor a que terminará diciendo un estupidez que empeorará todo. Una vez en casa seguí a mi madre hasta la cocina, como si esperara mi juicio final.

-lo siento... - solté cuando estuve seguro de que ambos me escucharian.

-ve a tu habitación - me ordenó Levi.

-pero...

-es una orden.

En todos mis años haciendo travesuras con Carla y Kikyō, ni una sola vez mi padre había usado esas 3 palabras; por sus memorias en en diario, suponía que las odiaba más de lo que podía molestarle que su hijo se metiera en problemas.  Decidí no insistir y hacer lo que me pedía.

Hubieron tantas cosas que espere para cuando estuve en mi cuarto, pero ninguna pasó; no se oía ni el aleteo de un ave, lo que era preocupante. Ni siquiera cuando Ami me llamo para comer salió a flote el tema de nuevo; lo mismo para la cena.

Al día siguiente, Levi no me dirigió la palabra en todo el camino, ese debía ser mi castigo, pues no había nada  peor para mi que esta situación.

-Dios mio, nos salvamos por cosa de nada - medio celebró Carla cuando nos vimos en el salón - mis padres estaban de acuerdo en que lo que hicimos no estuvo bien, pero ya que lo de Historia fue mas grave, solo me castigaron un mes, nada fuera de lo normal.

-no cantes victoria, falta el castigo de la escuela - le recordé.

-¿castigo? Que va, es una tortura, ayer el profesor me sermoneo hasta que debieron sangrarme los oídos y ahora tengo que cumplir con 3 semanas de castigó por las tardes - se quejo Niggel, que aunque recién llegaba, había escuchado lo suficiente.

-ese será nuestro mismo destino - dramatizo Carla dejándose caer en su banca.

10 segundos más tarde Kikyō se nos unió con la expresión más sería que le he visto nunca.

-¿a ti que tal te fue con tus papás? - se me adelantó a preguntar Niggel.

-bien supongo - respondió Kyo - se molestaron más por lo que hizo Historia, de hecho ayer estuve gran parte del día esperando fuera de su oficina mientras mis padres le decían que renunciaban.

-¿de verdad? - pregunto Carla impactada.

-si, pero al final me parece que la Reina los convenció de no hacerlo.

-repito lo de antes: nos salvamos por cosa de nada - celebró Carla de nuevo.

Yo no estaba tan seguro de eso, pero igual tampoco estaba tan interesado en decirles que en mi caso casi estalla la siguiente guerra.

La clase empezó 10 minutos más tarde y entonces el tema quedó olvidado entre nosotros. Poner atención no fue lo suficiente para distraerme de mis propios pensamientos, así que al inicio de la segunda hora de clase saque el diario de mi padre y me dispuse a leer: al parecer, el escuadron de mi padre había sido un completo éxito, habían superado su misión intactos, aunque casi no la contará el médico, por lo que Erwin lo quito del cargo de mi padre; luego un par de años más tarde, la narración se volvía a enfocar a cuando aparecieron los primeros titanes inteligentes (el colosal y el acorazado); y finalmente, todo comenzó a tornarse más interesante de lo planeado, cuando las memorias de mi padre al fin habían alcanzado la época en que comenzó a escribir el diario, después de encontrar a Ilse. Me encantó leer cuando Eren, Mikasa y Armin se unieron a la legión junto al resto de la tropa 104 de reclutas, me habría gustado que Carla lo leyera, estaría fascina con las ideas de mi padre sobre el suyo, cosa que no había cambiado actualmente.

Levi's diaryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora