Como antes

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Irene no había dormido bien esa noche; se le notaba en las ojeras y en su cabello desordenado que si ya de por sí estaba feo ahora lo era más y es que no existía forma alguna de atenuar un poco su cansancio, podría meterse a bañar con agua helada para corregir su cabello pero ya era muy tarde para hacer eso, o podría usar maquillaje para las ojeras...si tan solo supiera como aplicarlo. Así que se limitó a humedecer su rostro con la finalidad de despertar aunque sea un poco, posteriormente mojo su cabello y trató de hacerse una coleta alta, aunque no resultó muy bien decidió dejársela, pues no quería tener que lidiar con su aspecto hoy, ya no.
Con el uniforme ya puesto y el ánimo por los suelos se miró una vez más al espejo para analizar su situación.

En definitiva no quería ir a la escuela, no por su aspecto de aquel día en realidad, si no más bien por dos razones, que tenían nombre y apellido y una de ellas era una zorra traidora.

En cuanto conoció a Helena y a Camila creyó que había dejado atrás esas épocas oscuras, ya que el bullying había sido una de las razones por las cuales la cambiaron de escuela además de la cercanía del Instituto Wilde, por un corto período de tiempo comenzó a querer asistir a la escuela sin falta por la felicidad que inundaba a su grupo de amigas. Y de pronto todo se había acabado, se habían separado por un tonto rumor inventado y por un chico que no sabía ni lo que quería. O más bien por la chica tonta que desconfío de quien era su mejor amiga desde la infancia.

Que ridiculez.

Pero también tenía miedo...

De lo que fuera a suceder ese día; primero había sido hacerle las tareas a esas dos, luego tener que igualmente hacer todos sus apuntes durante las clases mientras ellas discretamente fingían escribir cuando realmente no estaban haciendo nada de provecho.  Trago saliva y pensó en contarle a su mamá (otra vez), en decirle que fuera a hablar con la directora, que tenía miedo de la incertidumbre de ese día. Sin embargo...la sola idea de que toda su clase se enterara que necesitaba de su madre para poder defenderse...le provocó un sentimiento extraño.
Además, la única vez que se atrevió a contarle algo sobre lo sucedido actualmente solamente recibió regaños, por no defenderse y ponerse en situaciones peligrosas justo como hace un año, las típicas frases de:

"Pues defiéndete, diles que te dejen en paz" .

O

"Pues cuándo te estén molestando échate a reír y verás que se van"

Incluso

"Pues ya va siendo hora de que les digas algo, ¿no?, no pienso cambiarte de escuela de nuevo solo porque la niña no sabe ponerle un alto a las personas"

Y había otra cosa...la malditas fotos, Dominik no había vuelto a enviarle mensajes, solo quedo la amenaza permanente de que todos se enteraran de aquellas fotografías tan vergonzosas.

Desde aquel día, se había pasado las noches en vela intentado fingir que no le importaba en lo absoluto, que no pasaba nada, sin embargo...claramente fue en vano, y claro que pensó en contarle a sus padres, pero desde que Sara se marchó de la casa, ambos parecían verla más como una molestia, así que estaba sola en esto, completamente.

Después de todo ya no estaban en la secundaria ni en la primaria, esto era la preparatoria, casi era una adulta y no podía frenar aquel hostigamiento. Eso era tonto y ella una debilucha por no poder hacer nada por su cuenta...aún así pensó que podría salvarse de asistir ese día, con su mal aspecto podría fingir que estaba enferma, diría que le dolía el estómago y su madre la dejaría faltar, aunque sea ese día.

Bajo las escaleras fingiendo su mejor cara de enferma, en el comedor encontró un plato de cereal y fruta, su mamá se encontraba abotonando su suéter de lana gruesa para soportar el el frío mañanero, y al verla notó que que había logrado preocuparla aunque sea un poco.

Delirios Juveniles #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora