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(千|几卂ㄥ)

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Escuchaba el eco de sus latidos en sus oidos, sus manos sudaban frío y la penetrante mirada que le dirigían no era de mucha ayuda.

Siempre pensó que Delia Ketchum, madre de su novio y por lo tanto su ahora suegra, era una persona de lo más amable. Diciéndole cada que lo veía lo agradecida que estaba por cuidar de su hijo y ser su amigo, pero ahora...

Ahora juraba que esa vieja bruja le estaba viendo todos los pecados que cometió desde que nació con solo ese contacto visual que mantenía,

Con todo respeto.

—¿Por qué no hace nada? Estoy seguro de que sabe como me esta viendo su madre.— Pensaba el oji azul.

Mientras tanto, Satoshi se mantenia callado. Era un tanto incomodo la actitud de su madre. No esperaba está reacción, creyó que inmediatamente lo felicitaria de por fin ponerse los pantalones y conseguir pareja, pero la realidad es que no resultó así.

—Entonces... ¿Dicen que son pareja?— preguntó la mayor de la casa con  la voz más fria que, juraba Satoshi, nunca la había escuchado, menos de su madre querida.

—Asi es mamá— contestó su único hijo.

Se creo otra vez ese silencio que mataba internamente al adolescente de Ciudad Carmín.

—Estábamos bien sin decirle...¿Como llegamos a esto?— una vez más Gou prefirió no decir nada y solo pensar.

—¿Podrías por lo menos parpadear mamá?

(...)

El primero en pisar Pueblo Paleta fue el originario de dicho lugar, y junto a él, estaba su novio. Siendo prácticamente arrastrado.

— ¡Vamos date prisa Gou!— exclamó —seguramente mi mamá ya preparó la comida.—

—E-espera Satoshi— Gou tiró del brazo de su novio y este se detuvo. —¿Que pasa Gou?— preguntó.

—Bueno...¿Que pasa si no...?— fue interrumpido por los labios de su chico chocando contra los suyos. —No te preocupes Gou, todo saldrá perfecto— dijo dándole otro beso ahora en la mejilla.

—Esta bien— contestó un rojito Gou.

(...)

—¡Hijo, al fin llegaste!— anunció la de mayor edad ahí. — ¡Ah! ¡Hola a ti también Gou!—

Algo que a Gou siempre le pareció tierno es que madre e hijo se parecían mucho. Los dos eran tan alegres y optimistas, personalidades definitivamente muy similares.

—¡Mamá!— Satoshi corrió a darle un gran abrazo a su madre que gustosa correspondió con el mismo cariño. —Por fin llegaron. Tardaron más de lo esperado ¡Ya me estaba preocupando por ustedes!— dijo mientras rompía el abrazo.

El entrenador se rasco su nuca apenado.

—Lo sentimos señora Delia— adelantó Gou antes de que su novio se disculpara.