capitulo 39 MARATÓN 4/5

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-Creo que tienes que contratar el servicio de Identificación de Llamadas - repuso Marshall en un tono todavía demasiado tranquilo-. Si T. J. y Luna no lo tienen, diles que lo contraten. Hoy mismo. Llamen a la compañía telefónica desde el trabajo para que empiecen ya y de camino a casa compren los aparatos.
Ella aspiró profundamente.
-De acuerdo. Identificación de Llamadas.
- ¿Tienes un teléfono móvil? ¿O Luna?
-No, sólo T. J.
-Las dos necesitan tener uno para llevarlo encima todo el tiempo, para que tengan con una forma de pedir ayuda si no pueden acceder a un teléfono fijo. Y quiero decir encima, en el bolsillo, no en el bolso ni en el coche.
-Teléfonos móviles. De acuerdo. -Iban a hacer varias paradas de camino a casa, pensó.
- ¿A alguna de ustedes le ha sonado familiar esa voz?
-No, habla en susurros, pero es como un susurro fuerte. Suena gracioso.
- ¿Han notado algún ruido de fondo fácil de identificar?
Fionna pasó la pregunta a T. J. y a Luna. Ellas negaron con la cabeza.
-No, nada.
-Está bien. ¿Dónde viven T. J. y Luna?
Fionna le proporcionó sus direcciones. T. J. vivía en Mount Clemens, Luna en Royal Oak, ambas localidades situadas en la zona norte de Detroit.
Marshall lanzó un juramento.
-Royal Oak está en el condado de Oakland. Eso supone cuatro departamentos distintos en dos condados distintos que habrá que tener vigilados.
- ¿No tenías que decirme que estoy loca? -dijo Fionna con voz temblorosa, aunque de algún modo sabía que él no se lo iba a decir.
-Clara ha muerto -replicó Marshall sin ambages-. Las cuatro han recibido el mismo tipo de llamada de un maniático. ¿Quieres seguir pensando que se trata de una coincidencia?
Dicho así, a lo mejor no estaba tan loca. Respiró hondo.
- ¿Qué tenemos de hacer?
-Diles a T. J. y a Luna que hasta que descubramos quién está haciendo esas llamadas, no dejen entrar a nadie en casa excepto a sus familiares, que no se suban a un coche con nadie excepto sus familiares, ni siquiera aunque tengan una avería y alguien se ofrezca a llevarlas. Que mantengan cerradas puertas y ventanas, y que si alguna de ellas tiene un garaje de puerta automática, se cerciore de que no entra nadie cuando se levanta la puerta.
- ¿Cuánto tiempo se tardará en dar con ese chiflado?
-Depende. Si el que está haciendo esas llamadas no es más que un jodido imbécil, es posible que el servicio de Identificación de Llamadas le eche el guante, a él o al número desde el que llama. Si no, te pincharemos el teléfono.
-Pero si es un jod... -Se interrumpió antes de pronunciar la palabra-. Si es un ya sabes qué, ¿cómo ha conseguido el número de móvil de T. J.?
-Como has dicho tú. La conoce.

Cuando T. J. estacionó enfrente de Hammerstead, todas observaron el gran edificio de ladrillo.
-Es probable que sea alguien que trabaja aquí-dijo Fionna.
-Casi tendría que ser eso -dijo Luna-. Algún tipejo al que le parece divertido meternos miedo.
-Marshall dijo que no debíamos creer en las coincidencias. Hasta que sepamos a qué atenernos, deberíamos suponer que el tipo que está haciendo las llamadas es el mismo que ha matado a Clara.
-No puedo creer que estemos trabajando con un asesino -dijo T. J. débilmente-. Es que no puedo. Me resulta demasiado increíble. Tipejos, sí que los hay. No tienen más que fijarse en Bennett Trotter. Clara no podía ni verlo.
-Ni nosotras. -Bennett Trotter era oficialmente el capullo del lugar. Un fugaz recuerdo hizo que Fionna frunciera el ceño al intentar ubicarlo-. La tarde en que elaboramos la lista... Recuerdan, ¿Clara no nos estaba contando que Kellman le había tocado el culo? ¿No fue Bennett el que comentó algo después?
-Creo que sí -dijo T. J. dubitativa-. No lo recuerdo exactamente.
-Yo, sí -replicó Luna-. Bennett dijo algo acerca de aceptar el lugar de Kellman si Clara estaba tan necesitada.
-Es un gilipollas, pero no me lo imagino asesinando a nadie -dijo T. J. sacudiendo la cabeza.
-Lo cierto es que no lo sabemos, así que tenemos que suponer que todo el mundo es culpable. Cuando Marshall averigüe quién ha estado haciendo esas llamadas, si el que sea tiene una coartada, podremos relajarnos. Hasta ese momento, estamos en guardia con todo el mundo.
Fionna sintió deseos de sacudir a T. J. No parecía darse cuenta de que ellas también podían correr peligro. Probablemente no era así; esperaba que no fuera así. Pero todo aquello de la última llamada telefónica llevaba las llamadas de aquel chiflado a otro nivel, y ella sentía una profunda inquietud. Una parte de ella estaba de acuerdo con T. J.; aquella suposición era demasiado fantástica, demasiado increíble. Simplemente estaba permitiendo que la dominase su imaginación. Otra parte de su cerebro, más primitiva, le decía que Clara estaba muerta, que había sido asesinada, y que el que la había matado seguía andando por allí. Aquello parecía aún más increíble que lo anterior, y sin embargo era cierto.
Probó con otra táctica.
-Si Marshall opina que deberíamos ser mucho más cuidadosas, para mí es suficiente. Él sabe mucho más que nosotras de estas cosas.
-Eso es verdad -dijo T. J.-. Si él está preocupado, deberíamos hacer lo que nos ha dicho.
Fionna puso los ojos en blanco mentalmente. Después de que ella le explicó los hechos a Marshall por primera vez, T. J., Luna y hasta Cake habían empezado a actuar como si él fuera el gran jefazo. Bueno, daba igual lo que fuera, con tal de que funcionara; lo importante era que tenían que ser precavidas.
Entraron juntas en el edificio y después se separaron para dirigirse a sus distintos departamentos. Obedeciendo las instrucciones de Marshall, Fionna llamó a la compañía telefónica para contratar el servicio de Identificación de Llamadas y todos los demás accesorios, incluido el desvío de llamadas. Se le ocurrió que tal vez le resultara práctico poder transferir sus llamadas entrantes, digamos, a casa de Marshall.

Marshall llamó al detective Bernsen.
-Roger, me dicen las tripas que tenemos un problema mayor de lo que creíamos.
- ¿Cómo es eso?
-Ya sabes que la señorita Dean era una de las Chicas de la Lista, ¿verdad?
-Sí. ¿Qué pasa con eso, aparte de suponer un poco de carnaza para los periodistas?
-Resulta que las cuatro han estado recibiendo llamadas extrañas de un mismo individuo. Les pregunta cuál de las cuatro son.
- ¿Cuál de las cuatro?
-Sí. ¿Has leído la Lista?
-No he tenido ese placer. Por desgracia, mi mujer me ha citado algunas partes.
-Las cuatro mujeres aparecen identificadas como A, B, C y D. De manera que ese tipo les pregunta cuál de ellas es cada una, como si le resultara importante. Hoy, mientras almorzaban, ese tipo llamó al teléfono móvil de T. J. y le formuló la pregunta de siempre, y luego mencionó el nombre de la señorita Dean. Sin amenazas ni nada parecido, tan sólo el nombre.
-Mmnn -contestó Roger, lo cual significaba que estaba pensando.
-El móvil de T. J. está a nombre del marido, por eso la mayoría de la gente piensa que lo lleva él. Este tipo no sólo sabía el número, sino también que es T. J. la que lleva el móvil.
-Así que conoce a las chicas o conoce al marido.
- ¿Por qué iba un marido a dar el número del teléfono móvil de su mujer a otro hombre?
-Buena pregunta. De acuerdo, el que llama conoce a las chicas. Mmnn.
-Es muy posible que Clara Dean conociera al asesino. Le abrió la puerta y lo dejó pasar, ¿no es así?
-Así es. Tenía una mirilla en la puerta. Podía ver al que llamase al timbre.
-El chiflado de las llamadas disfraza la voz, habla sólo en susurros.
-Lo cual quiere decir que si hablara normalmente podrían reconocer su voz. ¿Tú crees que el de las llamadas y el asesino son la misma persona?
-De lo contrario sería una enorme coincidencia.
-Hijo de puta. -Al igual que la mayoría de los policías, Roger no creía en las coincidencias-. ¿De qué las conoce a todas ellas ese tipo? ¿Trabajan juntas o algo así?
-Sí, en Hammerstead Technology, justo al salir de la I-696 en Southfield. Es probable que él también trabaje allí.
-Se trata de alguien que tiene acceso a su información personal. Eso debería estrechar la búsqueda.
-Hammerstead fabrica tecnología informática. Allí hay mucha gente que sabría cómo acceder a los archivos del personal.
-No podría ser fácil, ¿no? -preguntó Roger con cautela.
-Las tripas me dicen que lo ha provocado algo de esa Lista y que va a ir detrás de las otras tres chicas.
-Dios. Puede que tengas razón. ¿Tienes los nombres y las direcciones de ellas?
-T. J. Yother, Mount Clemens, su marido se llama Galán. Luna Scissum, Royal Oak, está soltera y vive sola. -Entregó a Roger las direcciones-. Fionna Bright, la tercera, es mi vecina de al lado. También está soltera.
-Mmnn. ¿Es esa amiga tuya?
-Sí.
-O sea, que estás saliendo con una de las Chicas de la Lista. Amigo, eso es tener pelotas. -Roger cayó en la cuenta de su propio chiste y rompió a reír.
-No tienes ni idea. -Marshall sonrió abiertamente al pensar en Fionna y en su barbilla terca con aquella diminuta hendidura, y en sus leves hoyuelos de las mejillas y aquellos ojos azules y chispeantes. Fionna atacaba la vida, más que dejar que le viniera simplemente; nunca había conocido a nadie que fuera tan irritante, graciosa y aguda. Tenía planes importantes respecto a ella, el más inmediato de todos llevársela a la cama. Por nada del mundo iba a consentir que le ocurriera nada, aunque para ello tuviera que abandonar su trabajo y convertirse en su guardaespaldas durante las veinticuatro horas del día.
-Está bien, si estás en lo cierto, al menos tenemos un sitio por dónde empezar-dijo Roger, regresando rápidamente al tema-. Hammerstead Technology. Me informaré sobre cómo acceder a los archivos del personal para ver lo que cae del árbol, pero si has acertado en lo de los locos de la informática, esto podría llevarnos bastante tiempo. Oficialmente, no sé qué podemos hacer para mantener a salvo a las chicas. Estás hablando de cuatro localidades diferentes...
-Y dos condados. Ya lo sé. -El asunto administrativo iba a ser un incordio. A Marshall le dolía la cabeza sólo de pensarlo.
-De forma no oficial, sacaremos algo en limpio. Pediremos favores, tal vez logremos que algunos individuos se presten voluntarios para hacer de perros guardianes. Las chicas saben ya que tienen que actuar con cautela, ¿no es así?
-Se supone que hoy mismo tienen que contratar el servicio de Identificación de Llamadas y hacerse con un teléfono móvil. Yo tambien soy Rushern les he dicho que no dejen entrar a nadie que no sea su familia, que no acepten que nadie las lleve en coche. No quiero que ese hijo de puta consiga acercarse a ellas lo más mínimo.

El hombre perfecto (fiolee)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora