Lia Blake
Tres meses. Tres meses han pasado desde que abandoné la ciudad donde nací y viví durante estos 17 años. Salir de allí ha sido lo mejor que me ha pasado porque después de tanto sufrimiento, después de todo el daño que he recibido, después de ese infierno que he tenido que soportar cada día por fin he conseguido librarme de todo. Ahora me siento libre, me siento que no estoy encarcelada a nada, que ya no hay sufrimiento, dolor. Por fin siento que soy yo quién decide qué hacer con mi vida, siento que he logrado hacer la vida que tanto imagine, siento que por fin tengo una vida normal.
Una parte de mí pensó que echaría de menos mi ciudad, que sería difícil adaptarme en un lugar que para mí sería desconocido, pero no fue así. Cuando salí de la mansión de Eric, no tenía ni idea de a dónde iba a ir, no sabía que iba a pasar conmigo, a donde iba a parar. Llegué a la estación de autobuses más próxima y saqué el primer billete que había. Fui a parar a un pequeño pueblo llamado Rosfil que se encontraba a más de mil kilómetros de River Lake, y a día de hoy este está siendo mi hogar.
Encontré un trabajo en una de las cafeterías del pueblo. Cuando entré en el local para tomar algo, vi que en la puerta buscaban personal. Al ver ese cartel no me pude contener de la emoción puesto que parecía como si por una vez la vida me estuviese dando un golpe de suerte, y así fue. La dueña, Sara, es una gran mujer, fue muy amable al darme la oportunidad y todo este tiempo me ha tratado de maravilla.
Gracias a este trabajo también he conocido a una de las personas que se ha convertido en este corto tiempo en una de las más importantes para mí, Matt. Este chico me ha ayudado en todo. Cuando no tenía donde quedarme para vivir, él me acogió sin problema en su departamento ya que le sobraba una de las habitaciones y ahora me he convertido en su compañera de piso. Es una gran persona, un muy buen chico, me cuida, es amable, cariñoso y puedo contar con él para todo. Tiene dos años mayor que yo y estudia derecho en la universidad. Lo conocí mientras estaba trabajando ya que va mucho por la cafetería, y es uno de mis mejores clientes.
-¡Eh hermosa vas a llegar tarde! –me grita la voz de Matt desde su habitación.
-Ya lo sé. Me he quedado dormida, el despertador no ha sonado –digo mientras corro por todos los lados de la habitación arreglándome.
-Eso te pasa por quedarte hasta tarde leyendo –dice asomándose por la puerta.
-¿Cómo sabes que estaba leyendo? ¿Acaso tienes una cámara en mi cuarto vigilándome o qué? –le pregunto en un tono de burla y veo como suelta una carcajada.
-Te conozco demasiado bien, pero lo de la cámara podría ser una buena idea –me dice con una sonrisa pícara en su rostro.
-Serás... – digo lanzándole uno de los cojines situados encima de mi cama.
-Es broma es broma -dice riendo.
-Más te vale porque sino te mato -le amenazo.
-No podrías, te encanto demasiado y lo sabes.
-Sisi lo que tu digas -digo y en ese momento mi vista se detiene en el reloj que lleva puesto en su muñeca.
<<Oh mierda>>
-Bueno igual podrías encantarme más si me haces un pequeño favor –suelto acercándome a él.
-¿Qué clase de favor quiere la princesa?
-¿Me acercas a la cafetería? No llego a tiempo por favor –le pido acercándome más a él.
-Si me miras así como voy a poder negarme –me dice sonriente y mi rostro se llena de alegría en el momento. Me giro para coger mi bolso, pero Matt interrumpe al segundo:
-Pero a cambio tú me prometes algo –poco ha durado la sonrisa en mi cara.
-¿El qué? –pregunto volteándome para verle de nuevo.
-Esta noche te vienes conmigo a una fiesta de la universidad.
¡¿Qué?! ¿Una fiesta? Odio las fiestas y supongo que ya sabéis de sobra el por qué.
-Está bien, pero venga vámonos ya –acepto a la propuesta porque no quiero llegar tarde. Además de que por una fiesta que he tenido mala experiencia, no significa que las demás vayan a ser igual, ¿no? Hay que ser positivos.
Después de que Matt me acercara al trabajo se marchó puesto que tenía clase en la universidad. Yo me dedique toda la mañana en atender a los clientes que iban llegando a la cafetería, a prepararles los cafés y desayunos que pedían y la verdad que se pasó bastante rápido el transcurro del tiempo.
Una vez que mi turno de trabajo terminó, fui a recoger mis cosas de la taquilla para marcharme ya a casa, pero Sara, la dueña del local apareció antes de irme.
-Cielo, necesito que mañana vengas por la tarde, tengo que ir a la ciudad para arreglar unos papeles y no...
-No te preocupes Sara, vendré por la tarde –no la dejo terminar puesto que no me supone ningún problema.
-Gracias cielo, te recompensaré las horas extras.
-No hace falta, tú ya haces mucho por mí y esto es lo menos que puedo hacer. Tranquila –le digo con una sonrisa y me despido de ella con un abrazo.
En el recorrido de vuelta a casa me pase por uno de los establecimientos de comida rápida para pedir unas hamburguesas con patatas y llevármelas para comer junto con Matt que me mandó un mensaje informándome de que estaba de regreso a casa.
Cuando entré en casa, vi que aún no había venido y preparé la mesa junto con las cosas para que estuviese listo para cuando llegase. Después de 10 minutos escuché el ruido de la puerta abrirse.
-Por fin has llegado, se está enfriando la comida y tengo mucha hambre ya.
-Si tienes hambre puedes comerme a mí –dice guiñándome un ojo.
-¡Matt! –exclamo.
-Perdón perdón –dice entre risas – Pero deberías haber empezado sin mí –dice mientras deja la mochila y su chaqueta encima del sofá del comedor.
-Quería esperarte –él me mira con su hermosa sonrisa.
-¿Alguna vez te he dicho que eres la mejor? Porque si no es así lo eres –noto como mis mejillas se sonrojan y le digo:
-Venga vamos a comer.
Después de comer, decidimos ver una peli para pasar el rato y luego de eso nos fuimos a nuestras habitaciones para prepararnos para la fiesta que me comentó Matt esta mañana. Me puse un vestido corto de color negro de tirantes ajustado y unos tacones no muy altos del mismo color que el vestido.
Mientras estaba arreglándome el pelo, el sonido del timbre de la puerta se escuchó.
-¡Voy yo! –le grite a Matt.
Fui corriendo hacia la puerta y cuando abrí mi cuerpo se congeló en el acto, se quedó rígido a la vez que mi cara se puso blanca, pálida, mi corazón se detuvo por un momento ya que no podía creer lo que veían mis ojos, no podía ser real, debo de estar soñando porque me quede atónita al ver quien estaba de pie en la puerta de mi casa.
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Hasta que logren acabar conmigo
Novela JuvenilLia Blake es una dulce chica de 17 años que tras la muerte de su madre no le queda más remedio que vivir con su padrastro, un hombre que hace que su vida sea un infierno. Un día asiste a una fiesta a escondidas y allí se topa con uno de los chicos m...