A medio día

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Una alarma suena rompiendo el gran silencio que había en una habitación en total penumbra, sin algún solo rayo de luz a finales de 1937, Edward Mendler abre sus ojos con gran dificultad y somnolencia, se sienta en el lecho de la cama frotándose los ojos al mismo que tiempos que bostezaba fuertemente y al terminar el intento de hacer desaparecer el sueño pesado no deseado, busca las pantuflas con sus pies que los deja caer con algo de brusquedad con unos calcetines grises, hace movimientos giratorios y roza con la punta de sus dedos de los pies el suelo frío al igual que el clima en las vacaciones de ese mismo año de invierno, los calcetines tejidos lo protegían lo suficiente para poder pisar si alguna molestia. Al levantarse por completo con su piyama de invierno, va arrastrando sus pies como si tuvieran una gran cantidad de peso como para que no pudiera moverlos fácil y ágilmente como siempre se acostumbra, va a prender la luz para eliminar y deshacer por completo la oscuridad invasora, presiona el interruptor y en seguida se hace todo visible en su recamara, agarra una toalla de baño, se deshace de los calcetines que los avienta a la cama desordenada y desliza sus plantas de los pies en sandalias de goma. Se dirige al baño y las gotas del agua de la regadera algo helada caen al suelo al igual que sus prendas para dormir y después las abandona por mientras en un cesto, se adentra en la regadera poniéndole la piel china por el agua fría que rozaba su cuerpo entero, mientras que las gotas acariciaban algo fuerte la cabeza de Edward, éste comienza a pensar si tiene algo pendencie de la preparatoria a la que va y al parecer ya tiene todo lo necesario ya terminado y no tiene preocupación alguna acerca de su escuela, al contrario, se ve lo más relajado posible.

Frota su toalla contra su espalda con fuerza y la fricción hace que la mayoría de los restos de agua desaparezcan, lo hace firmemente que ya se nota que su sueño se ha desvanecido de él y escapado mientras que se bañaba con el agua que incluso había momentos en el que se retorcía de frío, algo que el calor de la toalla pudo solucionar, abre su cajón con su ropa completamente doblada y ordenada del cual saca una pantalón marrón con tirantes, unos calzoncillos de color blanco una camisa azul oscuro con botones negros, se pone sus calcetines cafés y en seguida lustra sus zapatos negros. Baja al primer piso de su casa donde vive solo y de gran lujo y de un ropero saca una boina de tono grisáceo y una chaqueta que combina con ésta. Su cabello aún mojado, humedece su boina y hace que se la quite hasta que se seque tanto como su cuero capilar como su boina. Toma una manzana recién lavada y con ella trae una servilleta que envuelve a la fruta de color verde húmeda también, deja caer su mochila sobre su espalda con sus útiles ya guardados para su último día de clases antes de salir de vacaciones de invierno, no ha planeado muy bien lo que va hacer durante ese tiempo de reposo, como viene de una familia adinerada, tiene en mente en salir de viaje a un lugar con sus amigos para festejar. Edward Mendler es un hombre muy social, dando vueltas a algunas mujeres de la preparatoria de Nueva York privada, un hombre en forma y con condición física y con un promedio regular para un estudiante.

Él saca ventaja de lo que tiene:dinero, físico y calificaciones nada fuera de lo normal. Va un poco más formal que los demás muchachos en busca de una mujer que con la que pase en las vacaciones de modo de festejo porque el sabe que la mayoría de las mujeres lo encuentran atractivo, y esto ha dejado una buena racha y una gran cantidad de relaciones con mujeres anteriormente, pero Mendler quería ya se consideraba grande para algo nuevo y que en su adolescencia siempre ha esperado... Debido al frío que corroe Nueva York, decide ponerse un saco encima de la chamarra y traer consigo una bufanda de color rojo y tejida por su madre cuando antes tenía que estar apegado con su hijo, al madurar, su afecto fue cambiando, disminuyendo el interés, igual que con su padre. Cubre sus manos con dicha bufanda y se dirige a su coche donde a viento su mochila en el asiento del copiloto, enciende el auto y se marcha dejando la solitaria casa con un solo huésped aun más sola.

Llegando a su escuela donde es su último año, llena de lujos, toma un mechón de su cabello algo despeinado y lo echa atrás de su oreja y en seguida se pone su boina ya casi seca por completo, entra al salón de clases y detrás de él está la maestra con falda algo apegada a sus piernas y hasta debajo de las rodillas, hace resonar los tacones porque se veía algo apresurada ya que apenas había llegado a tiempo. La maestra deja salir un largo suspiro por la anterior agitación y acomoda su maletín negro encima del escritorio y de éste saca un gis para escribir en la pizarra que le deja la mano totalmente blanca, lo único que hace Edward es sacar su cuaderno y libro de la materia de historia sin poner atención a las explicaciones de la maestra. Es una de esas clases en la que invade el silencio por el sueño y aburrimiento de los alumnos hacia los comentarios de dicha maestra, sólo se oye lo que dice ésta y Edward está impaciente por el fin del día, distrayendo a éste lo más posible, al termino de sus pensamientos, comienza a charlar con las mujeres para lograr su objetivo, ignorando por completo el gesto que le lanzó la maestra indicándole que guardara silencio en ese instante. Al ver esto, la maestra se molesto y se acerca a aquel grupo tan platicados y social.

-¿Ya pueden callarse? ¿O los llevo a dirección? En especial tú, Mendler.

Edward pone sus ojos en blanco y hace un gesto de disgusto.

-¿Algo en contra, eh Mendler?

-No.

-Entonces ya ponga atención.

-Como diga.

La maestra Davis da media vuelta y se coloca enfrente de la pizarra y mientras va anotando hechos cronológicamente, sigue platicando para si sola.

En la demás clases ya decide trabajar y poner atención pero a veces se desvía de sus clases y pierde la atención.

Antes de su descanso, en una hora de la materia en la que no le encuentra mucha importancia, va haciendo su lista llena de mujeres para ver quien va a ser su acompañante y modo de festejo para las vacaciones, descarta una por una según con los gusto que él tiene y planea el lugar en el cual quiere deshacerse de su virginidad, haciendo creer que con esto será mas hombre que sus demás compañeros. No está satisfecho con las opciones con las que se ve obligado a lidiar, no encuentra a las muchachas lo suficientemente atractivas, él quiere alguien en la que su primera vez sea inolvidable y despedir todo un semestre escolar.

Suena el timbre y agarra su desayuno en una bolsa de papel canela y va y se junta con sus amigos para pasar buen rato, pero ya tenía simplemente planeado estar solo un momento para saber que podría ser la elegida, ver chica por chica que veía la posibilidad de que pudiera aceptar su invitación tan... extravagante. Desayuna muy rápido para que no se le escape la oportunidad de escoger a una mujer para poder gozar un momento tan esperado desde hace tiempo, se aleja un momento de aquel grupo masculino y recorre él solo los pasillos del colegio prestigioso, pero no ve a alguien que cumpla con sus requisitos, solo que ese pensamiento se deshace cuando ve entrar una mujer acompañado de la directora que hace que analice las aulas, nunca la había visto pero en el momento que le echó un vistazo supo que cumplía con las cualidades que Edward quería: un cuerpo muy atractivo, el rostro lleno de carisma y agrado, un cabello reluciente y rubio, no le hallaba alguna imperfección, pero desgraciadamente no la conocía, aunque como lo suponía, puede que sea una chica que esté buscando algún colegio y que en el que está Edward sea la elección que ella tomó para finalizar el ciclo escolar y así que éste tenga una oportunidad con aquella muchacha joven y muy atractiva, ella no llevaba algún material para trabajar en la escuela al parecer solo estaba de visita, de repente separa de la directora y al parecer de sus padres que éstos se quedan hablando entres ellos mismos, la mujer se dirige a la cafetería con unos billetes saliendo de la mano, Edward sale corriendo tras ella quitando a todo mundo de su camino, pero había algunas personas que no reaccionaban.

Ve que la mujer desaparece al entrar en la cafetería, ya no la tenia a la vista y el daba vueltas para encontrarla, pone su mano en su frente y deja caer la mirada, en seguida una voz femenina detrás de él le habla.

-Veo que me has estado observando desde que llegué.

Edward voltea hacia la misma que mujer que estaba persiguiendo con asombro.

-¿Disculpa?

- No actúes como si estuviera mintiendo, sabes que es cierto.

-No lo hago.

-Oh vamos, sé que me has estado observando. Te vi de reojo cuando saliste corriendo para acá.

-Está bien, ya. Lo siento.

-No te disculpes, no es nada- le lanza una mirada algo cautivadora y penetrante. Algo seductora.

-Em..

-Oh, perdón, que maleducada, me llamo Amy. Amy Green, ¿y tú?

-Edward, Edward Mendler.

-Bueno Edward, lo siento, me tengo que ir. Nos vemos luego- su tono se volvía más profundo y penetrante lo que cegaba a Edward.- Ah por cierto, me halaga que te hayas fijado en mí. Hasta luego.

Esa última oración estaba llena de palabras con un tono completamente atractivas y seductoras. Edward se queda perplejo y ve a Amy desaparecer después de recibir su desayuno y ésta le lanza una mirada de reojo con una sonrisa cautivadora.


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⏰ Última actualización: May 05, 2015 ⏰

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