Tercera persona
–¿Estás seguro de esto, Robin? –preguntó por tercera vez Max.
–Ya te lo he dicho, necesitamos saber quiénes son, o al menos, cuántos. Están campando a sus anchas por nuestras tierras y después de lo que pasó con la caravana De la Vega, creo que queda claro que no tienen buenas intenciones. No quiero gente así aquí.
–Ya, entiendo lo que quieres decir, pero aún así todo esto me parece muy extraño. Según tú parecía que conocían el bosque pero si fuese así alguien los habría visto antes, ya fueran los hombres de tu padre, nosotros o alguien del pueblo –contestó temeroso Max.
–Por eso mismo os estoy diciendo que tenemos que investigarlo a fondo. Tenemos que ir a lo profundo del bosque, fuera de los cotos de mi padre, si están asentados en algún lugar será uno apartado para que nadie se tope con ellos por casualidad.
–Aún así es demasiado peligroso Robin. No sabemos lo que podemos encontrarnos si vamos fuera de los límites. Si nos pillan fuera de las tierras de tu padre, no nos podrá proteger y estaremos a merced de cualquier forastero –frunció el ceño León mientras objetaba sobre el plan.
–Por eso tenemos que ir ahora, a pleno día para que no nos puedan coger desprevenidos. Por lo que hemos visto, tanto en el ataque a María como en el encontronazo de ayer, siempre actúan de noche.
–En eso tiene razón, si intentamos seguirles la pista ahora no estarán preparados e incluso puede que ni siquiera estén vigilando después de haber salido anoche –lo secundó Lucas.
El silencio se hizo entre los cuatro, mientras sus pensamientos divagan en los pros y los contras de aquel plan descabellado en el que se iban a embarcar. León suspiró resignado, sabía que daba igual lo que dijera ninguno de ellos, Robin iría incluso aunque tuviera que ir solo y ninguno de ellos tres lo abandonaría en una situación como esa.
El mayor de los gemelos se levantó de su asiento e intentó relajar los músculos que se le habían vuelto tirantes después del tiempo que habían estado sentados sobre las duras rocas. Aquella mañana, tras reunirse con Robin, este les había llevado directamente hacia el claro de rocas mientras les explicaba lo que había pasado la noche anterior.
–Será mejor que empecemos a rastrearlos ya o se nos vendrá la noche encima –todos se levantaron y comenzaron a prepararse para partir– ¿Hacía dónde vamos Robin?
El cabecilla del grupo se adelantó hacia los primeros árboles y sin dudar ni un segundo, emprendió el camino con la vista enfocada en un punto en el horizonte.
–La última vez que los vi se dirigían hacia el río.
No dijeron palabra alguna más, ya que los cuatro sabían perfectamente el camino. En silencio, continuaron con el rumbo fijo hasta que, ya entrados en calor, los pasos se convirtieron en un trote, manteniendo la misma velocidad. Los pasos más rápidos y ágiles apenas se escuchaban sobre las hojas que se deshacían bajo la suela de las botas, sin embargo, otros más toscos y pesados rompían pequeñas ramas sin inmutarse del destrozo bajo ellos.
Avanzaron sin miramientos ni preocupaciones, totalmente seguros de donde estaban y hacía dónde se dirigían. Incluso los animales a su paso parecían reconocerlos, apartándose de sus caminos sin temor alguno, simplemente dejándoles paso como si estuvieran habituados a aquellos gigantes.
No tardaron mucho en llegar al río. Aquella parte del bosque era extremadamente bien conocida para los muchachos, ya que era el lugar donde se daban baños las tardes que eran demasiado calurosas para soportarlas sin un resfrescón.
Justo en aquel punto específico, el canal se estrechaba y perdía profundidad, volviéndose apenas un riachuelo que les cubría de agua hasta la cintura. Habían descubierto después de su primer baño que Max no toleraba bien las profundidades. El pobre chico casi había tenido un ataque de pánico la primera vez que se metió en aquellas cristalinas aguas y no fue capaz de ver el fondo bajo sus pies. Así que habían buscado hasta encontrar aquel pequeño rincón para que su amigo también pudiese unirse a ellos en el agua.
ESTÁS LEYENDO
Enredadera negra y roja
FantasyUn valle encantado. Dos familias enfrentadas durante generaciones. Un amor condenado al odio y un odio destinado al amor. Dos herederos enlazados por la magia. ¿Qué podría salir mal? Verse con Robin, el hijo del mayor enemigo de tu familia, no es b...