Red Velvet Cake

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-¿Que fue eso?- Preguntó Nia girando la cabeza hacia la puerta, me adelanté a taparle la vista lo más rapido posible para poder darle unos pocos segundos más de escapatoria al pelinegro.

-Fue el viento seguramente, ¿Quieres más torta, algo salado? - Le ofrecí amablemente disimulando lo mas posible la adrenalina que sentía.

La pelirroja (ahora ya no solo de pelo, pues su cara se encontraba extremadamente roja) me miró y negó con la cabeza mientras volvía a romper en llanto.
En un idioma muy extraño, que por suerte logré entender, me dijo que iba a tomar una ducha para relajarse, lo cual me daba mas tiempo para borrar toda evidencia de que un hombre hubiera estado en la casa.

Apenas Nia se marchó hacia el baño, fui corriendo hasta la sala para toparme con que el intruso no se había ido todavía. Por el contrario, se encontraba un poco escondido pero admirando la decoración de la habitación.

-¿Por que sigues aquí?- Le grité en un susurro para que mi amiga no me escuchara, pues todavia no sabía si ya estaba en el baño o no.

Nikos se sobresaltó al escuchar que habia otra persona en la sala, se había quedado tan absorto en sus pensamientos y en la decoración que no se habia percatado de mi presencia.

-La puerta está cerrada - Contestó de la misma forma.

No se me había ocurrido que Nia podría haber cerrado la puerta con llave antes de comenzar su drama del día.

Y ahi estaba mi otro problema: La llave.

Desesperadamente comencé a buscar en mis bolsillos el indicio de mi llavero para poder terminar con la locura. Pero no estaban en ningún lado.
Salí hacia la cocina en su búsqueda, revisé por todos lados hasta que lo vi.

Alli, en la isla de la cocina se encontraba el infantil llavero con un oso panda rosa y un corazón felpudo del mismo color. Lo tomé apresuradamente y me dirigí hacia la salida.

-Aqui están - Anuncié agitada mientras ponía la llave en la cerradura y abría la puerta- Vamos, te abro la reja.

Nikos salió de su escondite y me replicó:
Ni que la fuera a saltar.
Lo que me hizo reir, pues no parecía ser muy atlético para ser sinceros.

Caminamos lentamente hacia la salida de la casa, algo me decía que él tampoco quería irse. Pero ninguno sabía que hacer para que el momento no llegara. Era simplemente inevitable.

-Bueno. Gracias por el ramen- Dijo tranquilo mientras yo abría el portón negro.

-De nada- Fue lo unico que logré contestarle ya que cuando quise darme cuenta, el chico alto y de pelo negro se alejaba entre las sombras de la tranquila noche.

Volví al interior de la casa para encerrarme en mi desordenado cuarto a reflexionar lo que habia ocurrido en las ultimas dos horas. Lo cual era: había
"Robado" un ramen ( en realidad no era robado por que todavía no estaba pago), invitado a un extraño a mi casa para comer el ramen "robado", echado al extraño y consolado a mi amiga que acababa de pasar por una ruptura amorosa más.

No era nada comparado con mi intensa rutina diaria, pero si habia sido una experiencia fuera de lo común.
Pero lo peor de todo era el hecho de que habia dejado a un extraño meterse en mi casa, donde no solo habito yo, sino que tambien mis amigas.

¡¿Como pude Invitar a un completo extraño a mi casa?! ¿Como se me pudo ocurrir esa idea? ¿Y si resulta ser un asesino serial? ¿Y si nos mata mientras dormimos? Bueno, no creo que pueda ser tan asi, parecía buena persona. Pero ¿Y si, si?

Di vueltas en mi cama por un rato, no podía creer lo que habia hecho, no tenía sentido alguno mi actuar.

Decidí prender la luz de mi mesa de dibujo y comenzar a dibujar libremente, hace mucho que no lo hacía debido a la facultad. Los diseños de estructuras modernas y geométricas se habian apoderado de mis manos y mi mente, dejándome sin oportunidades para diseñar lo que verdaderamente quisiera o sintiera, a tal grado que se habia convertido en una forma de expresarme cuando me sentía mal o confundida.

Me dejé viajar por un momento largo en el cual mis manos se soltaron para realizar trazos sin sentido hasta formar un dibujo, hasta buscarle sentido a mis pensamientos, acciones y sentimientos.

Terminé dibujando patitos haciendo cosas divertidas como pescar, correr y hasta bailar ballet, algo muy inspirador de mi parte.
Dejé el lápiz en un costado de la mesa y apagué la luz, dejando a los patitos bailar en mis sueños.

Y si que lo hicieron, pero no en mis sueños.

Ramen para DosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora