Tn X Akame (Akame ga kill: La leyenda del reinado de Camelot)

Capitulo 2: La oscuridad amenezando desde las sombras.

Ya habían pasado tres meses desde la muerte del señor Kiiroi, la niña del listón y su madre. Durante esos meses Mizu y yo estuvimos rondando pueblo por pueblo intentando sobrevivir, mientras entrenaba junto a el...aquel día bajo esa lluvia torrencial, me prometí que el día que me encuentre aquel hombre de la mascara, lo matare, no me importa como pero lo matare con mis propias manos...aun recuerdo el llanto de la niña y las palabras de Kiiroi, "los alcanzare", todas las noches los escucho en mi cabeza y veo morir a la niña junto a su madre una y otra vez, mientras abrazos mis piernas he intento dormir. Aunque generalmente me quedo llorando en silencio por un par de horas.
Una vez que llegamos a un pueblo del norte, el cual era mucho mas grande que el nuestro, parecía una pequeña cuidad. Estuvimos en trabajos de medio tiempo pero la mayoría intentaban sacar provecho de un par de pueblerinos externos, pocos días después nos acogió un hombre. El tipo era un charlatán y explotador, pasamos un par de semanas trabajando veinticuatro horas, para el como sirvientes Mizu y yo, y nunca nos dio voluntariamente ni siquiera un plato de comida. Lo único que nos dio fue palabrerío y un dinero muy contado que ni siquiera alcanzaría para que Mizu y yo comamos. Así que, en conjunto el y yo acordamos un plan, ¿por que no devolverle lo que nos dio? O mejor dicho, lo que no nos dio. Habíamos escuchado de los demás criados y el cocinero de la casa, de una antigua arma vieja que no se usa hace años, ya que tenia un error o algo así, no se que se referían. Entonces aquella noche donde todos quedaron dormidos, fui al sótano a buscar esa arma y algo mas de valor, Mizu se quedo haciendo guardia por si nos llegaban atrapar. Al bajar, encontré unas bolsas donde habían joyas, decidí agarrar una pequeña cantidad, y luego vi aquella arma, la cual tenia forma de un tridente. Al agarrarla me sorprendí de lo pesada que era, ni siquiera con mis dos manos podía cargarla...

-¿Que le sucede a esta arma? ¿Por que están pesada?-

Recién al hacer fuerza pude cargarla. Poco después bajo Mizu debido a que me estaba tardando mucho tiempo.

-¿Que sucede por que tardas tanto?-

-Es que es muy pesada...esta estúpida arma.-

El joven suspiro y la agarro el mismo, para llevarla.

-¿Pesada? ¿Estúpida? Es genial, además es casi como una pluma.-

Tn estaba sorprendido, no podía creer que la estuviese cargando sin problema alguno.

-Vamos, Tn. Salgamos de aquí.-

Y así fue como salimos de aquella casa, con la lanza y las joyas en mano, las cuales vendimos poco después en el pueblo. Decidimos quedarnos con la arma, ya que alrededor de los pueblos siempre hay de esas bestias que las personas las llaman "bestias peligrosas" unas especies de criaturas altamente hostiles, si llegases a cruzar su territorio te atacaría sin dudarlo. Así que decidimos quedarnos con el tridente para defendernos, anteriormente durante los tres meses nos encontramos un par y nos costo derrotarlas. Pero lo que teníamos pavor era encontrarnos con bandidos, según decían la gente del pueblo del norte, los bandidos decidían atracar a las personas que se iban del pueblo. Ya que pensaban que se iban con un gran motín, en otras palabras, los que entraban no salían del pueblo. Pero Mizu y yo no podíamos ni queríamos quedarnos, desde aquel robo íbamos a ser criminales en ese pueblo, y aun así tanto el como yo, desde que murió Kiiroi, preferimos ser personas errantes por el mundo. Yo por mi parte, no tengo a nadie mas que Mizu, así que lo seguiré hasta mis últimos días. Finalmente decidimos que nos enfrentaríamos a los ladrones. De todos modos, lo haríamos de una forma o de la otra, estos tontos no costaran tanto de derrotar como una bestia peligrosa.
Caminamos unos cuantos metros totalmente tranquilos...demasiado tranquilo, sospechosamente tranquilo. De repente logramos esquivar una flecha cubierta de fuego. El pelear con bestias peligrosas te aumentan los sentidos, al estar mas atento. Rápidamente un grupo conformado por doce hombres con espadas, lanzas y hachas nos rodearon.