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Bakugo Katsuki estaba muy molesto. No era una novedad, siempre cargaba con un humor pesado.
Antes solía ser muy ruidoso, gritaba todo el tiempo e insultaba a todo mundo. Pero desde que había entrado a la UA, las cosas habian cambiado un poco para él y los que convivían a su alrededor. Principalmente porque ahora no explotaba con facilidad. Molestarse si, era muy sencillo, pero sacarlo de sus casillas, muy complicado.
Aunque muriera de coraje por dentro. Solía ser no muy tolerante y eso se lo debía a su madre. Katsuki era una fotocopia de su madre solo que con pene en lugar de vagina.

Llevaba al menos veinte minutos escuchando a la enojada peliverde afuera de la UA reclamando algo estúpido y creía que había tenido bastante esa mañana cuando el profesor Toshinori había anunciado el cambio en los grupos de segundo año. Y no es que eso le hubiese molestado sino el escándalo que hicieron sus amigos al saber que que vería a su ex novia a diario, casi todo el día.

Iba a ser imposible no convivir con ella, en algún punto tendrían que cruzar palabra. Ya se la topaba suficientes veces en los pasillos así que las cosas se pondrían más intensas. Eso tampoco le molestaba, pero conocía a sus amigos y no lo dejarían en paz hasta que volvieran.
Había durado tantos años con ella que todo mundo pensó que terminarían juntos de por vida, aunque al principio nadie los tomaba enserio.

En cierto modo, era su culpa que todos pensaran que volverían. Pues desde su ruptura había tenido ya a tres novias distintas, todas peliverdes de ojos grandes. No lo hacia a propósito, mucho menos quería dar esa impresión. "Obsesionado" le habían dicho sus amigos al encontrar parecido en sus novias con Tsuyu.

Luchaba contra su maldición a diario, pero al final del día, terminaba dándose cuenta que lo había hecho otra vez. Otra peliverde.

-¿Me estas escuchando?

-Me perdí en el "tenemos que hablar".
Contesto el cenizo bufando.

-Eres increíble. Bakugo, estoy harta de que me confundan con ella una y otra vez. ¡Tienes que hacer algo!

¿Hacer algo? Sí, tenia que hacerlo.
Cinco años y tres meses bastaron para que se hiciera costumbre ver a Tsuyu a su lado, incluidos sus padres que no dejaban de molestarlo con lo mismo una y otra vez. "¿Porqué la dejaste?" "¿Eres idiota? Es la mujer de tu vida". Incluso había algunos pocos que no la conocían así que cuando veían a una peliverde decir que era su novia pensaban que era ella.

Hasta cierto punto era normal que las confundieran.

-¿Sabes? Yo también estoy harto, si no te gusta vete y déjame en paz -Susurro Bakugo mirandola fijamente- no tengo la culpa de que te parezcas a ella.

-¿Sales conmigo por eso?

Bakugo la miro un segundo, pero no respondió. Luego dio media vuelta y se fue mientras le decía:

-¡Terminamos!

No le dolía, así como tampoco le había dolido terminar con las otras dos. Con Tsuyu había sido diferente, se había acostumbrado a ella.
Pero no podía hacerle eso, suficiente fue pasar todo ese tiempo alimentando un amor que le era imposible corresponder.
Había tomado una decisión difícil cuando su madre le dijo aquella noche que quería nietos y que esos nietos sólo se los daría Tsuyu.
Romper con ella.

Fue lindo compartir aquella pequeña parte de su vida con ella. No negaría que existía un fuerte cariño y que si se lo pidieran, haría cualquier cosa para mantenerla feliz.

Pero atar sus vidas no era el camino.

Tsuyu era en su parecer la mujer perfecta. Atenta cariñosa, paciente. Había sacado fuerzas para soportar el humor de Katsuki durante cinco años. Cinco años en los que su amor había incrementado más en lugar de apagarlo.

Maratón -KatsuDekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora