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Esperar.

Algo muy común, siempre los adultos te dicen "solo será cinco minutos, no es nada" y parece que paso una eternidad.

Damián Wayne no poseía esa habilidad de esperar con calma, siempre se ponía nerviosos o se alteraba con facilidad. En este caso ya había pasado los límites de su tiempo, su padre había dicho que exclusivamente sería un viaje de 12 horas, pero han pasado casi 13 y no había rastro de que llegué pronto.

La verdad no era de sorprenderse, pero ya estaba harto de que todos estén molestándolo cada momento, y ahora más que nada quería que Batman venga a salvarlo de su peor pesadilla.

Ya se había sorprendido de que esto demorará tanto.

— ¡Ya sé!— grito la rubia mientras buscaba apresurada entre las fundas de compras— Un lasito azul y quedas preciosa.

—¡Nos soy niña!— grito, ¿Dónde está Batman cuando lo necesitas?

— Pero eres adorable— jalo los cachetes del pequeño con cariño, estaba tan encantada con lo adorable que se veía el infante. Todos decían que le el complejo de mamá gallina.

— Quien diría que estarías peor que Dick— reprocho Cass que miraba todo desde lejos, sabía que se metían en problemas con molestar al menor de la casa.

— Aprovechó la oportunidad— alzo los hombros dado entender que no le importaba lo que pensaran, de todas formas, tenía el respaldo de Bárbara.

— El azul te asienta— hablo la pelirroja viendo como el niño inflama sus mejillas y se cruzaba de brazos.

— Ya no quiero...— susurró con pena.

Pero las chicas no suponían dejarlo ir fácilmente.
Cass iba a ponerse de lado del niño hasta que vio a una peculiar figura pasar corriendo por el pasillo.

—¿Acaso Tim ...?

— A si, si, Jason le pintó el pelo y no quiere que nadie lo vea— bufó.

—¡Eso no es cierto!— se escuchó un chillido del otro lado de la habitación.

Damián al escuchar a uno de sus hermanos decidió que era momento de perder la poca dignidad que le quedaba.

—¡Drake! ¡Ayúdame!— chollo el menor tratando de quitarse los miles de lados que tenía alrededor.

Jason, que miraba todo desde las cámaras, solo podía sonreír.

— Esto estará bueno.— el mercenario sabía que el niño tenía la guerra perdida al enfrentarse con las chicas.

— Deberíamos ayudarle— Dick por fin intervino.

Jason, por lo tanto, solo ignoro el comentario y se llevó unas palomitas a la boca, sabía perfectamente que no podría hacer nada ni aunque quisiera.

Damián estaba mal, quería llorar, se reprendió mientras trataba de guardarse las lágrimas, ahora sí que estaba en una situación sin salida, por primera vez aceptaba que quería que si papá lo venga a ver y sacar del embrollo en el que s había metido.

Pero nadie podía hacer nada.

— Cass— miro de reojo a la peli negra, pero esta nada más evadió la mirada suplicante del niño.

— Bien, momento de la verdad— Stephanie puso a Damián en el suelo para que camine, pero este solamente se quedó tieso, no podía moverse con tantas capas de tela sobre él.

Estaba a punto de romper en llanto, pero mordía su labio inferior para evitar soltar lágrima alguna.

— Stephanie...— susurró Bárbara al ver como el menor trataba de no romper en llanto.

Una pequeña bolita de odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora