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Viernes, y un viernes muy especial. ¡Era cumpleaños de Camilo!, aunque él no lo recordara en absoluto.
Había pasado Navidad y próximamente sería Año Nuevo, Procesión de la Virgen y miles de cosas y fechas comunales que Camilo sí recordaba, pero su cumpleaños no.
A él le gustaba ser el centro de atención, le gustaba ese día en el que no tenía que trabajar ni transformarse, sólo ser él y tener los ojos y las mentes de todos pensando "Camilo", auténticamente "Camilo". Era lindo, sin embargo el día anterior había sufrido una sobredosis de Mariano y su corazón continuaba shockeado.
Lo único que quería era seguir donde se habían quedado.
Tal vez pueda pedirle hoy un tiempo en sus tareas, ahora que se va a unir a la familia la abuela le está enseñando las cosas de Casita, a limpiar y a colaborar junto a tío Agustín y papá, pero no quiero molestarlo... pensó ido sobre su cama Mariano está ocupado.
El sonido de sus tripas obligó a Camilo a levantarse y caminar pesaroso hasta la puerta, le frustró que ningún plan que imaginara lo convenciera, ¡él también lo necesitaba!, era esencial para su buen humor pasar el rato con Mariano.
Y le impresionaba cómo ese sujeto enorme y bobo se había vuelto su razón para sonreír.
Camilo abrió la puerta agotado mentalmente (y apenas eran las nueve de la mañana) y ¡sorpresa!, las caras de su familia lo recibieron expectantes de su presencia. Todos mirándolo, todos esperando a que saliera de su cuarto.
¿Otra vez metí la pata?
Él no recordaba haber hecho una travesura, desde que se involucró con Mariano era más tranquilo, tal vez porque quería dar a Mariano la impresión de que era un adulto, no un niño.
─ ¡Feliz cumpleaños!─ exclamó Pepa y saltó a abrazarlo.
─ ¡Un año más grande!─ la secundó Félix.
─ Y uno menos de vida─ agregó Isabela por detrás.
─ Esperábamos que salieras; ¡mi niño precioso!
Pepa, su bendita madre, no paraba de apachurrarlo con una sonrisa de oreja a oreja, de estrujarlo tan fuerte como sus brazos le permitiesen al punto que las mejillas se le entumecieron de tanta sonrisa.
─ Ya es todo un hombre─ dijo Félix agregando más fuerza al abrazo.
─ Felicidades primo─ se acercó Mirabel─ alcanzaste la mayoría de edad, ¡eres el nuevo hombre de la casa!
─ Qué está pasando.
Camilo jadeó horrorizado, no entendía nada y sus pies no tocaban el suelo, había oído un "feliz cumpleaños" pero él no se acordaba que fuera su cumpleaños; ¿qué fecha era?, según él estaban en febrero o marzo.
─ Tu cumpleaños, ¿no te acordaste?─ Dolores le susurró a su hermano y él negó desesperadamente.
─ ¡No! ¡Ni sé en qué día estoy! ¡Sabes que yo no sé leer calendarios!─ exclamó faltándole el aire.
No podía creer que la influencia de Mariano fuese tan fuerte para su vida que bloqueó un suceso monumental como lo era un cumpleaños, SU cumpleaños. Le aterraba.
─ ¡Vamos, vamos, una foto! ¡Todos abajo a sacarnos una foto!
La abuela Alma los llevó a planta baja para sacarse una foto conmemorativa como era costumbre en su familia.
Félix y Pepa abrazaron a Camilo, Dolores y Antonio a ellos y la cámara se posicionó para capturar a los doce Madrigal.
─ Uno─ contaron─ dos, tres... ¡La familia Ma-!
─ ¡ESPEREEEN!
El grito de Dolores les lastimó los oídos pero más a ella.
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αrεթﻨէα 𝗲𝗺𝗯𝗮𝗿𝗮𝘇𝗮𝗱𝗮 | Marianilo
Fanfiction[mariano × camilo] Las habilidades de transformación de Camilo evolucionan a tal nivel que, cuando se reconstruye Casita, la familia festeja y Camilo vuelve a casa con un integrante más de la familia.
