"La película se olvidó cuando agarraste un puñado de su cabello, solo para probarlo, solo para probarlo, y tiraste.
Lo que había estado escondiendo en respiraciones profundas, suspiros y oscurecido por carraspear estalló en un gemido ahogado apresuradamente."
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"Estoy tan cansado..."
Quitaste los ojos de la pantalla y miraste a Kazuha, sentado a tu lado con la cabeza inclinada hacia atrás contra el sofá, las manos tirando de sus mangas hasta convertirlas en suéter.
"Podemos apagar esto si tú-" Su cabeza se encontró con tu regazo. "O eso, sí".
Te miró con los ojos entrecerrados desde su posición, de vuelta al televisor, con la nariz hundida en tu propio suéter, no lejos de la cintura de tus pantalones.
"Mucho mejor", suspiró y cerró los párpados por completo antes de hundir su rostro en la parte inferior de tu estómago. "Mucho mejor…"
Tus ojos volvieron a la película, pero la presencia de Kazuha era demasiado conmovedora como para intentar ignorarla. Había logrado situarse perfectamente; el cuello descansando sobre tu muslo, su hombro justo al lado. Cada vez que inhalaba y exhalaba, sentías que su cuerpo se movía contra el tuyo.
Como ya había llenado ese espacio, resolviste apoyar una mano en el respaldo del sofá y la otra en su hombro. Se acurrucó hacia adelante al tocarlo, más cerca de ti, todavía.
"Tu hueles bien." Dijo, con los ojos aún cerrados y completamente relajado.
"¿Encerio?" Tú tarareaste en respuesta.
"¿Empezaste a usar suavizante de telas? O... un perfume diferente, o..." Se detuvo y te quedaste mirando a la nada.
"No, nada nuevo o inusual. ¿Por qué?"
"Mmmm. Nada".
Se quedó en silencio y trataste de centrar tu atención en la acción de la pantalla de nuevo.
Pero se sentía incómodo, casi; tu mano en algún lugar de su hombro, el peso de su cabeza en tu regazo.
Deslizaste tus dedos en su cabello, justo detrás de su oreja. Cepíllelo hacia atrás en el movimiento y luego deje que las yemas de sus dedos froten suavemente su cuero cabelludo.
No había necesidad de mirar hacia abajo para sentir su reacción. Todo su cuerpo se estremeció. Tu mano había apartado un poco su cabeza de tu cuerpo y ahora la empujó hacia atrás en su lugar, y tus uñas rasparon su cráneo.
Podías escucharlo contener la respiración. Podía sentirlo moverse en su lugar.
Aparentemente sin molestias, repitió el movimiento. Apartó el cabello de su cara, masajeó la piel debajo del cabello rubio pálido. Noté con interés cómo lo afectó, cómo se relajó bajo tu toque y aún estaba tan tenso que bien podría haber sido obligado a sostener una tabla.
