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Con curiosidad veías lo que tu s/o preparaba adelante tuyo, tenías la vista de su espalda mientras se movía de un lado a otro. Aún con curiosidad te acercaste hasta él y lo abrazaste por detrás, quedando así tu mentón apoyado en su hombro.
– ¿Que se supone que estás haciendo?
Dijiste con mucha curiosidad, llevaba un rato así. Él te alejo un poco para darse vuelta y guiarte hasta una de las sillas que había ahí, te pidió que te sentaras y acto seguido volvió hasta la cocina. Aunque su actitud te parecía rara hiciste caso a la petición y lo esperaste sentada. Unos segundos después volvió hasta tí y te ofreció una cuchara.
Tu mirada se encontró con la suya tratando de encontrar una explicación, simplemente volvió a ofrecerte la cuchara así que sin más remedio la tomaste y finalmente se sentó delante tuyo.
– Prepare un juego.
– ¿Un juego?
Frente a ti habían muchos postres, de diferentes tamaños, colores y obviamente de distintos sabores. ¿Que clase de juego podría estar planeando tu acompañante? Tu s/o asintió con la cabeza, se nota una clara emoción en sus ojos así que simplemente decidiste escucharlo.
– Es bastante simple, por turno nos vamos a vendar los ojos y el otro le va a dar un postre al otro, el que adivine el sabor del postre va sumando puntos y el que tiene más puntos al final gana nada más y nada menos que una tarde pagada por el perdedor.
Dijo divertido. Era tentador. Aceptaste sin pensarlo, estrecharon sus manos en señal de que era un trato y no dejarías que te gane. Primero irías tú.
Tu s/o se puso atrás tuyo y te vendo los ojos, acto seguido escuchaste como caminaba y unos ruidos en la mesa, hasta que sentiste algo rozando tu labio.
– Abre.
Dijo. Abriste tu boca y sentiste una crema suave, liviana y lo que parecía ser pastel. Saboreaste con cuidado, pensando en sabores que probaste antes tratando de adivinar cuál era el que tu lengua ahora saboreaba. Pensaste unos segundos más para decir tu respuesta.
– Vainilla.
Dijiste muy segura, tan solo escuchaste una risa y eso logro despertar más tu curiosidad.
– Te equivocaste... Pero te daré otra oportunidad.
Agradeciste y esperaste a qué te diera la orden para volver a probar, sin embargo eso nunca pasó, ya que solo unos segundos después unos labios se posaron sobre los tuyos y sin esperar mucho empezaron a moverse. Sin saber muy bien que hacer pasaste tus brazos por detrás del cuello de tu pareja, formando un abrazo, mientras que sentías otra vez aquel suave sabor.
