1. La Promesa

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-Y yo te mato en el momento que dejes de amarme- sentenció Wang Yibo...

Apenas si se escuchó el cristal al quebrarse cuando la bala entró. En impacto dio de lleno justo en el lugar del corazón, Xiao Zhan cayó sobre su espalda sintiendo un tremendo dolor en su pecho y el golpe sobre el suelo terminó por sacarle el aire en sus pulmones. Los ojos se le cristalizaron al sentir la falta de aire, el dolor aumentó cuando intentó respirar de nuevo; todo el torso le dolía como si le hubieran dado una patada con mucha fuerza.

Por unos segundos no hubo otro sonido y por más que quería quedarse en el lugar donde había caído, no podía hacerlo.

Consciente de que el tirador estaba muy bien ubicado y el enorme ventanal de la oficina donde se encontraba lo hacía un blanco fácil, se arrastró por el suelo aún jadeando. Como pudo, se limpió las lágrimas para mejorar su visión y hasta que estuvo seguro de que un muro lo cubría se atrevió a levantarse para salir de ahí lo más pronto posible.

Conforme iba caminando, sus movimientos volvían a tener la agilidad de siempre, aunque el corazón le seguía doliendo y no estaba seguro si era por el impacto que había recibido y que el chaleco antibalas le había detenido o el hecho de saber que la bala provenía de Wang Yibo.

"Mirarás siempre sobre tu hombro"

Fue el primer mensaje de una serie de advertencias que le llegaron al número desechable de su móvil. No importaba cuántas veces lo cambiara, de alguna forma Yibo siempre lograba mandar aquellas palabras que le taladraban el corazón. Y sabía que era un juego, el hecho de que pudiera localizar el número del móvil a las pocas horas de haberlo cambiado le hacían saber que el castaño sabía exactamente dónde se encontraba, lo estaba cazando, lo estaba acorralando pero, en vez de sentirse temeroso, una parte de Xiao Zhan se sentía reconfortado al saber que lo tenía cerca claro, hasta este momento en que sentía su cuerpo doler.

"Primera advertencia"

El mensaje llegó directo a su móvil. El número estaba bloqueado, pero eso sólo le confirmo lo que ya sabía. Wang Yibo lo había encontrado. Tenía que huir de inmediato.

Con los sentidos al tope, salió por la puerta trasera justo donde había aparcado el auto, pero apenas lo encendió, la luz inconfundible de una motocicleta en la contra esquina destelló en el retrovisor.

"Mierda" Maldijo Zhan pisando el acelerador arrepintiéndose de no robar un auto con más capacidad.

Pronto la persecución comenzó, no hacía falta mirar hacía atrás, el motor de la motocicleta le dejaba saber exactamente dónde estaba Yibo y cómo cada segundo se acercaba más a él. El auto rugió cuando llegó a su máxima velocidad la cual no era suficiente para escapar. Pronto sirenas se unieron a ellos haciendo más complicada la carrera mortal que libraban, era obvio que alguien les había advertido de su ubicación y ahora apoyaban al otro agente.

Xiao Zhan no llegó demasiado lejos, los proyectiles desde atrás quebraron el cristal trasero y el parabrisas, todas las balas dirigidas a su cabeza por lo que controlar el auto mientras trataba de cubrirse lo hicieron perder el control, al perder la llanta delantera el coche derrapó terminando por girar sobre el asfalto. Como pudo se sostuvo con todas sus fuerzas para amortiguar el golpe hasta que perdió el conocimiento.

Su cerebro lo urgió a despertar, no había sido mucho tiempo, sólo unos cuantos segundos, pero fue suficiente para que un par de botas se acercaran al lado del conductor, entonces Zhan comprendió que estaba de cabeza. Todo el cuerpo le dolía, los brazos no tenían la fuerza suficiente para liberarse del cinturón de seguridad y salir de ahí.

-Te lo advertí- Wang Yibo se agachó aún con el arma en sus manos mirando fríamente a Xiao Zhan que sangraba de varías heridas por los cristales y el golpe en la cabeza- Vengo a cobrar la promesa que nos hicimos. ¿Aún la recuerdas? – su voz era calma, pero Zhan sabía muy bien la fiereza tras esas palabras.

-Por... por favor, no lo lastimes- pidió en apenas un susurro pues aún no podía respirar bien – Él no tiene la culpa. Por favor, a él no le hagas nada- rogó.

El rostro de Wang Yibo se descompuso al escuchar aquel tono suplicante. Jamás lo había escuchado de esa manera y eso lo estaba matando en ese momento. -Entonces todo es cierto- murmuró Yibo y casi pudo escuchar su corazón terminar de romperse, levantó el arma y su mano temblaba.

-Sólo... por favor... no lo lastimes – rogaba Zhan cuando pudo vislumbrar el cañón del arma en su dirección.

La detonación se escuchó inusualmente fuerte antes de que sus ojos se cerraran consumido por una brumosa oscuridad.

DÍMELODonde viven las historias. Descúbrelo ahora