Ocho

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"—...¡MAMÁ! ¡MAMÁ, POR FAVOR AYUDAME!...—"

"—...Quiero que le pidas perdón a nuestro señor Taehyung ¡HAZLO!...—"

— ¡No! — grite incorporándome en el colchón respirando agitadamente con el cuerpo un poco sudado.

Centré mi atención en un punto en la habitación tratando de regular mi respiración. Cuando por fin pude controlarme, mire tomé mi celular que aún sonaba con la alarma y lo apagué.

Como la mayoría de mis días, no había dormido casi nada.

Deje salir un pesado suspiro, frotándome el rostro antes de quitar las sabanas de mi regazo para salir de la habitación.

Arrastré mis pies descalzos por el cálido piso de mármol hasta llegar a la cocina, calenté una buena cantidad de leche, endulce mi tasa con miel y con un bostezo me senté en la silla de la encimera.

— Buenos días Tete. — canturreó mi compañero de departamento calentando su café instantáneo.

— Necesito saber como es posible que tengas la capacidad de usar todas tus neuronas recién levantado. — refuñé observando como rompía seis huevos, iba cocinar el desayuno para ambos, porque sí por mí fuera, viviría a base de comida chatarra — Vamos Jiminie, cuéntame tu secreto.

Él metió unas rebanadas de pan a la tostadora y me tendió el rayador junto con el queso, como siempre, yo sería su ayudante. — No atragantarme de bebidas energizantes todo el día y tratando de dormir más de tres horas diarias.

— ¿Porqué tienes pintura en las pestañas? — pregunté desviando el tema, alargué mi mano para tomar una rodaja de tómate pero Jimin lo evitó dándome un manotazo.

— ¿Cuántas veces debo decirte que no metas tus manos en la comida? — me fulminó con la mirada — Ayer nos quedamos solos en la clase de pintura, el Maestro Mu se enfermó y digamos que terminamos haciendo una clase improvisada en donde nos volvimos murales humanos y nos volvimos arcoíris andantes. — echó parte los vegetales agilmente en el sartén y se volvió, apoyó sus codos en la superficie con una pequeña sonrisa — Creo que Ho... — entrecerró los ojos carraspeando — Creo que los chicos se dieron cuenta de que estoy muy estresado con todos los proyectos y quisieron animarme. — se incorporó para poner el omelette junto a las tostadas en el plato frente a mí, seguido de ello empezó a cocinar el suyo y se pasó las manos por su cabellera que ahora era azabache mientras esperaba.

Ahora que lo meditaba calmadamente, hace años que Jimin no cambiaba su color de cabello, la última vez fue cuando estuvimos en secundaria.

O sea hace más de tres años.

— ¿Estarás temprano para cenar? — a ninguno le gustaba comer solo pero rara vez lográbamos vernos por la noche.

— Tratare, pero sabes que tengo mucha tarea. — respondí saboreando y disfrutando lo que probablemente sería mi única comida sólida del día.

Cuando casi estaba terminando el desayuno abrí los ojos como platos al ver la hora.

— ¡Voy tardísimo! — me levanté rápidamente metiéndome lo que restaba a la boca o Jimin no me dejaría ir. Mi mejor amigo me miró sobre su tasa y negó con la cabeza.

A penas alcancé a ducharme bien y a ponerme la ropa, tomé mi mochila, dinero, el teléfono y las llaves. Le grité una despedida cariñosa a Jimin y corrí hasta la parada de autobús que me llevaría directo a la universidad.

Sin duda no importaba cuántos años pasaran, jamás podré acostumbrarme del todo a ser un estudiante universitario. Subí al autobús y me quedé de pie junto a la puerta ya que la universidad quedaba relativamente cerca.

𝙷𝙾𝙼𝙾𝙵𝙾𝙱𝙸𝙰 {🅣︎🅐︎🅔︎🅚︎🅞︎🅞︎🅚︎}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora