La gran depresión.

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Era de noche.

Ella. Sofía estaba junto a mi. Ya no dormía.

Comenzó a llorar, ésta vez diferente a otras veces.

Casi puedo sentir su dolor.

Finalmente la luz pálida del baño estaba tenebrosamente encendida y hay un triste vacío a mi derecha.

Mientras ella se encuentra dentro del baño, decido inspeccionar la mesita de noche que está a su lado de la cama. Nunca solía hacer tal cosa pero sentía un ambiente distinto. Hay una pequeña lampara sobre esta, hay una botella de agua, vendas, algunos papeles, una caja de pañuelos y unos pequeños botecitos con etiquetas.

Sofía había sido diagnosticada con depresión.

Siempre se ha sabido que la gente con depresión usualmente no parece tener tal enfermedad. Que las personas que sufren de esto normalmente sonríen y hacen las mismas actividades que los demás. Se comportan como personas alegres y se guardan su dolor para ellos mismos.

Pero parece que Sofía ha guardado tanto dolor en su interior y simplemente lo ha dejado salir

Y se ha adueñado de ella.

Luego de minutos pude ver a Sofía regresar del baño con manchas negras y horrorosas bajo los ojos, el cuerpo temblándole, el cabello despeinado y trazos de lagrimas sobre su rostro.

Se veía realmente rota.

Ella se acerca a la mesa de noche junto a la cama, que se encuentra de su lado, toma dos pastillas y las introduce en su boca, puedo verla tragarlas con dificultad solo para luego tomar la botella con agua y beber unos pocos tragos de ella. Y luego simplemente se acuesta sobre la cama, cerrando los ojos y estirando los brazos. Como si me buscara..

"Aquí estoy" murmuré con una media sonrisa, ahora, acercándome más a ella tomando sus brazos vendados para besarle los nudillos. "Te quiero Sofía."

Sus labios se entreabren mientras pequeños suspiros salen de ella, ahora, indicándome que se ha quedado dormida.

¿Qué le estás haciendo a tu piel Sofía?

No quiero perderte..

I. MadrugadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora