Me coloco la camiseta rápido, me paro frente al espejo, arreglo el cabello y rocío un poco de perfume. Miro rápido la habitación para asegurarme de que todo esté en orden.
Me asomo por la ventana y la veo caminar por el estacionamiento hasta la entrada. Joder, que me siento tan nerviosa y no sé porque. El tiempo pasa lento y siento que se tarda mucho en subir las escaleras.
Tres toquidos en la puerta y mi corazón late como loco, respiro profundamente y camino para abrir la puerta. Las manos me sudan cuando tomo la perilla de la puerta. Mari me mira ladeando la cabeza y con una pequeña sonrisa.
—Guapa. —Es lo primero que dice y siento que me voy a derretir en cualquier momento. — ¿No me invitas a pasar? —Se burla al ver que todavía sigo con la misma cara de tonta.
—Sí, sí. —Balbuceo y me hago a un lado para que pase. Entra a la habitación y mira todo con detalle.
—Es linda. —Dice y deja caer su mochila a los pies de mi cama. —La última vez que estuve aquí no puede observarla bien. —Murmura y siento como se me suben los colores a la cara. — ¿Dónde está tu compañera? —Pregunta señalando la cama de Valen.
—Está en casa de sus padres, no vuelve hasta el lunes. —Me siento en la cama y ella alza una ceja.
— ¿Y qué harás todos esos días sola? —Pregunta con un tono que no sé descifrar con claridad.
—Pues, pensaba decirte que te quedaras conmigo. —Digo mientras juego con mis dedos, soy incapaz de mirarla a la cara, porque por alguna razón tengo el presentimiento de que algo va a pasar.
— ¿Los tres días? —Pregunta y se para frente a mí. Veo sus zapatos y ella toma mi cara para que pueda verla directo a los ojos.
—Si es problema para ti no pasa nada, puedes simplemente quedarte hoy. —Mari me mira y sé que trama algo, se ve a través de sus ojos que tiene una intención oculta.
—Me quedaré, no quiero que estés sola. —Acaricia mi mejilla y se inclina frente a mí, mi corazón empieza a latir fuerte de nuevo cuando su cara queda muy cerca de la mía. Se acerca un poco más y besa mi frente. No voy a mentir, sí esperaba que me besara.
—Creo que te gusta ponerme nerviosa. —Murmuro y ella ríe. Definitivamente eso es una afirmación de que ella disfruta de ponerme nerviosa.