Chocolate

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Si había algo que identificara de verdad a Remus J. Lupin, algo que al mencionarlo alguien pensara irremediablemente en él, no era precisamente el ser muy inteligente que lo era, ni tampoco su don de la paciencia, ni los bueno que era con los hechizos, ni el hecho que fuera tan amable siempre y responsable, ni tampoco que siempre conseguía ganar puntos para Gryffindor, ni que a pesar de ser un estudiante modero fuera uno de los revoltosos Merodeadores de Hogwarts.

No, lo que más identificaba a Remus era el chocolate. Era totalmente imposible encontrárselo y que no llevara encima ningún tipo de chocolate, no iba a ningún lado sin llevar algo encima, incluso debajo de la almohada siempre tenía escondido un poco, porque cuando a Remus le faltaba chocolate se sentía inquieto y le costaba más concentrarse, así que era una especie de necesidad.

La primera vez que tomó chocolate era un niño de apenas cinco años, su madre le había cargado en brazos y le había dado a probar de una tableta. Y se podía decir que aquel acontecimiento marcó gran parte de su vida, el momento en el que sus dientes mordieron el chocolate y su paladar saboreó ese delicioso dulzor. Desde ese momento fue su alimento favorito, su gran pasión.

Al llegar a Hogwarts rápidamente fue "famoso" por ser el niño que siempre comía chocolate, muchos decían que era una suerte que no lo engordara, y él lo achacaba a si mismo a ser un hombre lobo, la verdad, no estaba seguro y tampoco le importaba demasiado ese aspecto de su vicio.

Fue un día hablando con sus amigos cuando tomó "la decisión". Probaría todos los tipos de chocolates y combinaciones de chocolate existentes en el mundo, quería ser el primero que lo hiciera, quería ser el mayor experto en chocolate de todos. Y sus amigos James y Sirius le ayudaban mucho en ese aspecto. Por ejemplo, cada vez que James iba con su familia de vacaciones compraba chocolate de la región que visitara para su amigo.

Ahí bien, en este momento cabía destacar que al llegar a Hogwarts el chocolate pasó a ser su segunda gran pasión. Sirius Black, el chico que siempre andaba buscando nuevos sabores de gran calidad para su amigo sin importar el precio... Poco ignoraba éste que para Remus él era mucho mejor que el mejor de los chocolates, o al menos pensaba que debía serlo. Por lo pronto disfrutaba más de admirar a su amigo cuando maquinaba sobre alguna travesura que degustando sus ansiados dulces. Eso era un avance, ¿no? El imaginarse saboreando los labios de su amigo a todas horas, no sabía porqué, pero a pesar de que a Sirius no le iba tanto lo dulce no podía evitar imaginarse sus labios deliciosos y dulzones. Sentía que podría sobrevivir toda su vida a base simplemente de aquellos labios. Pero realmente era una tontería, porque aquello estaba prohibido para él, así que trataba de quitarse de la mente aquellos deseos.

Aquella noche estaba plácidamente dormido, estaba soñando algo bonito, la verdad es que no podía recordar que era lo que soñaba cuando fue despertado por alguien que le zarandeaba. Abrió los ojos viendo el sonriente rostro de Sirius.

-Moony, Moony. Vas a probar el mejor chocolate del mundo.- murmuró en voz baja, sin querer despertar a James y Peter que yacían dormidos en sus respectivas camas. –Es el definitivo.
Se incorporó y sentó en la cama, mirando con una ceja alzada a su amigo.
-Sirius... ¿te das cuanta de la hora que es?- miró su reloj de pulsera, las 4 de la madrugada. La verdad es que le hubiera reprendido de no ser que había hablado del mejor chocolate del mundo y eso era algo que no podía ignorar. Le vio asentir con la cabeza y murmurar algo como “no hay nada mejor, Moony, te lo seguro”, despertando más su curiosidad.

Entonces le vio sacar una tableta normal y corriente y no pudo más que alzar una ceja y mirarle sin entender. Ese tipo de chocolate era de lo más común, no lograba entender porque su amigo había armado tanto para eso. Seguidamente la vio darle un pequeño mordisco a la tableta, mirarle de forma extraña y... Seguidamente éste unió sus labios a los suyos.

Abrió mucho los ojos ante eso, ante semejante situación, sin poder creerlo, creyéndose aun dormido. Sirius le besaba, sintió el sabor del chocolate en sus labios y entreabrió un poco los propios al sentir la lengua de éste acariciarle los labios para solicitar acceso. Entonces notó como el trozo de chocolate pasaba a su boca junto a aquella lengua y empezó un juego en la que ambas lenguas rozando ese chocolate que poco a poco se iba deshaciendo, hasta que no quedó nada y su amigo se apartó lentamente, algo jadeante al igual que él mismo.

-Cocholate con Padfoot, ¿no tengo ideas geniales, Moony?- preguntó con una sonrisa ladina antes de darle un último y leve beso para seguidamente volver a la cama, como si tal cosa, dejando a un sonrojado y confuso Remus en la cama, mirándole sorprendido y con el corazón a todo latir.

Ahora bien, lo que acababa de descubrir no era solo un tipo de sabor achocolatado más sabroso que los demás, sino otro sabor mucho más adictivo que el chocolate mismo. Y ahora su nuevo propósito no era tomar todos los chocolate posibles, sino saborear de todas las formas existentes los labios de Padfoot, y empezaría a investigar cuanto antes, apenas su amigo volviera al dormitorio de los entrenamientos de Quiddicht y le encontrara a él en las duchas.

Porque ahora que había probado de él no deseaba otra cosa.

Chocolate (Wolfstar).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora