Capítulo 1 -Bienvenida.

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Foto de Bianca di Benedetto.

Desde la ventana del avión puedo ver la maravillosa ciudad de Río de Janeiro, sin dudas es una de las ciudades más lindas del mundo. Estuve muchos años lejos, para ser más exacta fueron cinco largos años en los que no pisé ni una sola vez Brasil, supongo que han habido muchos cambios en todo este tiempo. Eso me asusta un poco.

Tenía diecinueve años cuando me fui a Nueva York con la idea de dejar atrás mi pasado; necesitaba comenzar de cero en un lugar donde nadie me conociera. No fue para nada fácil tomar esa decisión, pero era muy necesaria.

Una vez que estuve en esa nueva ciudad, me di cuenta de que eso de comenzar de cero era real, así que, decidí anotarme en la universidad. Nunca había considerado la idea de hacer una carrera universitaria, mis planes eran otros, y muy distintos a este pero las vueltas de la vida siempre nos sorprenden.

En todo ese tiempo lejos de casa pude tener la vida de cualquier chica universitaria. Hice nuevos amigos, iba a clases y era muy aplicada, salí de fiesta, pero lo más importante es que renací; así se sentía. Aunque no fue tan sencillo como suena, por un tiempo estuve muy perdida, no tenía idea que iba hacer con mi vida hasta que un día se presentó la oportunidad de hacer la carrera de diseño de joyas. Creo que la pasión por el diseño y las joyas la heredé de mi abuela.

Con el pasar de los semestres me convertí en la mejor de la clase, para mi segundo año de carrera ya estaba abriendo mi propia joyería en Río junto a mi mejor amiga de la infancia, Renata Matos. Ella se ocupa de todo lo que son los números mientras que yo me encargo de todo lo creativo. Al poco tiempo y con la ayuda de nuestras familias logramos expandirnos; hoy puedo decir con orgullo que tenemos mucho éxito y todo el mundo quiere usar algo de lo que sacamos.

Pero debo ser honesta y decir que todo ese éxito no se debe solo a la originalidad y calidad de nuestros diseños, sino que una gran parte es por nuestras familias. Los papás de Renata son dueños de una cadena de hoteles que se encuentran en casi toda América, algunos países de Europa y Dubái.

Según la revista Forbes, mi familia está dentro de las cien familias con más dinero e influencia en el mundo. Nuestra fortuna la comenzaron mis bisabuelos que cuando escaparon de la guerra civil en Italia desembarcaron en Brasil y decidieron invertir todo su dinero en el petróleo. La empresa pasó de generación en generación y hoy es la más grande de América.

Mi papá, Carlos Eduardo Di Benedetto, es un exitoso empresario y CEO de la petrolera que lleva nuestro apellido. Es un gran tiburón que no solo se dedica a los hidrocarburos, sino que también tiene acciones en compañías de telecomunicaciones y en cientos de aplicaciones. A los cincuenta y tantos años es uno de los solteros más deseados ya que hace doce años que se divorció de Miranda Di Benedetto, madre de sus hijos y reconocida actriz brasileña. Desde entonces no ha vuelto a estar en pareja; se le conoció alguna que otra novia, pero nada muy serio como para presentarla a la familia como tal.

Mis tres hermanos también trabajan en la empresa familiar; Leandro con sus treinta y tres años se encarga de toda el área legal y además tiene su propia firma de abogados. Se casó hace diez años con Isis, una excelente y exitosa diseñadora de interiores, a sus veintinueve años tiene su propia empresa que cuenta con otros interioristas y una gran cartera de clientes. Para sorpresa de todos en el primer momento que la vi me cayó muy bien, es mucho más que mi cuñada, es mi amiga y hermana mayor. Son padres de Paloma de diez años y Noa de cinco, estos niños son la debilidad de todos.

Francisco tiene veintinueve años, se ocupa del área comercial de la petrolera, siempre está viajando de un país a otro. En el día es un serio y respetable empresario mientras que por la noche va de club en club al igual que de cama en cama, aunque siempre está orbitando alrededor de Renata. No entiendo mucho su relación, son dos fóbicos al compromiso que están muertos el uno por el otro.

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