Capítulo 1

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ALERTA ROJA!

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ALERTA ROJA!

ALERTA ROJA!

- Todas las unidades, evacúen el área, repito, evacúen el área! -se escuchaba el estruendo de las armas al fondo-

Al oír la alarmante advertencia, los científicos dejaron a un lado sus tareas y salieron corriendo de los laboratorios, buscando desesperadamente una vía de escape. Los pasillos se llenaron de movimiento y gritos de pánico mientras intentaban encontrar una salida entre el caos.

-¡Necesitamos refuerzos de inmediato! ¡Repito, necesitamos respaldo urgente! -clamó el general a través del intercomunicador, su voz denotando un tono de desesperación.

Los soldados que se encontraban de descanso se apresuraron a vestirse y tomar sus armas correspondientes. Uno a uno, abandonaron sus posiciones, pero se detuvieron en seco al contemplar los pasillos bañados en sangre. Cuerpos inertes yacían esparcidos, algunos con los intestinos a la vista, provocando que la mayoría vomitara lo recién consumido. Un terror intenso se apoderó de ellos, pues nadie lograba comprender lo que estaba sucediendo.

Los desgarradores gritos y ruegos de los trabajadores se propagaron por todo el recinto, erizando la piel de quienes los escuchaban. Sin demora, los soldados se dirigieron hacia la fuente del caos, pero al llegar no encontraron más que criaturas horripilantes; ni un solo sobreviviente a la vista.

-¡SOCORRO! -suplicó aterrorizada la mujer, siendo perseguida por una de esas horripilantes criaturas, producto de algún macabro experimento.

-¡Abran fuego! -ordenó el teniente a cargo, instando a sus hombres a disparar contra esas monstruosidades.

Pero no contaban con que una de ellas los atacaría por la espalda, acabando con uno de los soldados al instante. El estruendo de las armas atrajo a más de esas aberraciones, y el teniente, al ver a su equipo luchando contra esas cosas, no tuvo otra opción.

-Aquí el teniente Jerameel Johnson -transmitió por el comunicador, su voz denotando un tinte de desesperación-. Hemos sido atacados por criaturas no identificadas en el complejo. Doy la orden de bombardear el lugar de inmediato.

Dicho esto, el teniente se unió a sus hombres en la feroz batalla, algunos resultando ilesos, pero nadie salió ileso de aquel infierno. Solo contaban con media hora para escapar de aquella zona de pesadilla.

-¡Me he quedado sin municiones! -exclamó desesperado el recluta.
La alarma seguía resonando por todo el complejo, y el teniente tomó a uno de sus hombres heridos, con la pierna gravemente lastimada, colocándolo sobre sus hombros para transportarlo con urgencia.

Sin detenerse, emprendieron una apresurada carrera hacia el punto de evacuación, pero la suerte no estaba de su lado. Esas criaturas desconocidas y aterradoras les daban caza, acechándolos sin piedad.

¿Cómo había llegado todo a este caótico desenlace? ¿Qué había salido tan terriblemente mal? No era momento de cuestionarse, debían huir a toda costa, presa del pánico y la desesperación.

Los pasos acelerados resonaban por los pasillos, mezclados con los gritos de horror y el crujir de las garras de esas bestias que se acercaban cada vez más. La adrenalina corría por sus venas mientras se aferraban a la esperanza de alcanzar la salida a tiempo y con vida.

-¡Suban de una maldita vez! -ordenó la teniente, abriendo de par en par las puertas del vehículo Humvee 2-CT.
Los soldados se apresuraron a abordar el blindado, mientras sus compañeros mantenían un fuego constante contra aquellas bestias aterradoras que les acechaban.

-¡Vámonos de una vez! -gritó uno de ellos, y el Humvee arrancó a toda velocidad, dejando atrás el caos y la destrucción.

Los corazones latían desbocados, la adrenalina bombeaba con fuerza mientras se alejaban a toda prisa, rezando por haber escapado de las garras de esas criaturas. El pánico y el terror aún se reflejaban en sus miradas, conscientes de que habían estado al borde del abismo.
Ahora, con la distancia de por medio, solo quedaba la incertidumbre de lo que les aguardaba más allá, pues nada parecía ser seguro en aquella pesadilla que se había apoderado del lugar.
El vehículo avanzaba a toda velocidad, debían escapar de esa zona a como diera lugar antes de que todo se fuera por los aires.

-¡Ahhh! -uno de los soldados retorcía de dolor por la herida en su pierna, perdiendo la compostura- Voy a morir, ¡voy a morir! -exclamó desesperado.

-Sargento Brown, míreme -el teniente Johnson le ordenó con firmeza, y poco a poco el hombre fue calmándose, confiando en la promesa que él le hizo de que no iba a morir.

-Soy el teniente Jerameel Johnson -habló por el comunicador, la urgencia palpable en su voz- Necesito que todas las unidades evacuen el perímetro este, norte y sur, han sido atacados por criaturas no identificadas en la NCCIH, ¡evacuen a todo el mundo!

-Eso no será posible, teniente -respondió el coronel con tono severo- El presidente aún no ha dado la orden de actuar, por ahora está sólo.

-¡Maldición! ¡Están en peligro muchas vidas! ¡Esas cosas son demasiado peligrosas! -replicó Johnson, perdiendo la paciencia.

-Lo siento, teniente, no hay nada que hacer por ellos -cortó el coronel sin más.

Un incómodo silencio se apoderó del vehículo, hasta que...

Una enorme explosión retumbó a sus espaldas, haciendo que se volvieran a mirar cómo el lugar se hacía pedazos. Respiraron con alivio, sin darse cuenta de que una de esas criaturas les acechaba con cautela entre las sombras.

El estridente sonido de las sirenas estalló, sembrando el pánico entre la multitud que se agolpaba desesperadamente en un intento por ingresar a las instalaciones militares

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El estridente sonido de las sirenas estalló, sembrando el pánico entre la multitud que se agolpaba desesperadamente en un intento por ingresar a las instalaciones militares.

Todo sucedió en cuestión de segundos, sumiendo el lugar en un caos absoluto. La gente corría desbocada, presa del más visceral de los terrores, buscando refugio entre los pasillos y estructuras, sin saber realmente adónde dirigirse.

Los rostros desfigurados por el miedo, los gritos desgarradores y el empuje de la histérica muchedumbre creaban una escena de pesadilla. Nadie parecía tener un rumbo claro, solo la urgencia de escapar de aquella amenaza desconocida que les acechaba.

La adrenalina bombeaba sin control mientras se empujaban y atropellaban, sin poder pensar con claridad más allá de la necesidad de ponerse a salvo. El terror nublaba sus mentes, consumiéndoles en una angustia creciente ante lo incierto de su destino.

Pero la gran interrogante que atravesaba las mentes de todos era:

¿De qué estaban huyendo con tanto pánico y desesperación?

El misterio se cernía sobre ellos, avivando aún más el terror que les consumía. ¿Qué peligro acechaba entre las sombras que les obligaba a huir de esa manera enloquecida?

La incertidumbre les atenazaba, no sabían si el peligro les acechaba cerca o si lograban escapar a tiempo. El miedo paralizaba sus movimientos, pero la adrenalina les instaba a correr sin descanso, buscando un refugio que les brindara seguridad.

Cada segundo que pasaba aumentaba la angustia, pues desconocían la naturaleza de la amenaza que les había sumido en aquel caos desesperante. Los rostros demudados por el terror reflejaban la duda sobre lo que les aguardaba más allá de esos muros.

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El caos había empezado








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en fin.  Nos vemos en la próxima.-




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⏰ Última actualización: Aug 20 ⏰

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