Taehyung, el carismático presidente de la clase 2B, es el estudiante modelo, compañero ideal e hijo perfecto. Ha mantenido por años una vida tranquila, calificaciones excelentes y una maravillosa amistad con Park Jimin, a quien considera su alma gem...
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Regresar a Busan luego de un tiempo se sentía paradójico y absurdamente incorrecto. Fue su hogar durante la mayor parde de su vida y albergaba los recuerdos más felices de su infancia, por eso, era de esperarse que considerara a su ciudad natal como un lugar seguro e idílico, no obstante, ese sentimiento no podía estar más alejado de la realidad.
En el instante en que ingresó a su antigua casa, todos los momentos de alegría experimentados allí fueron eclipsados por las doloras experiencias de los últimos años. La muerte de sus abuelos, el descubrimiento de su orientación y el deterioro del matrimonio de sus padres. Ninguna de esas cosas parecía tener relación alguna, pero afectaron en gran manera la vida perfecta que creyó tener un día.
Subió rápidamente a su habitación, todas sus pertenencias permanecían ubicadas de la misma forma en que él las dejó antes de mudarse a Seúl. Probablemente su madre había prohibido que limpiaran allí con la esperanza de que su hijo decidiera volver, y comprobó que era de esa forma al ver la densa capa de polvo que recubría las repisas. El pensamiento hizo que el corazón de Jungkook doliera, tomar partido en el divorcio de sus padres no fue sencillo, pero la posibilidad de huir de ese lugar y empezar de nuevo fue demasiado atractiva para dejarla pasar.
Se dejó caer sobre la cama y cerró sus ojos con fuerza sin importarle las irritantes partículas de polvo que se sacudieron a su alrededor. Muchas cosas ocurrían en su mente y no estaba seguro de cuál de ellas lograba abrumarlo más, pero necesitaba hallar tranquilidad.
Ese viernes después de ver a Taehyung, caminó de regresó a casa con la esperanza de encontrar algo de consuelo en sus videojuegos. No descartaba la idea de pedir algún mágico consejo a su padre, de esos que lograban enfocarlo en el presente y mostrarle el camino correcto, sin embargo, estar solo en ese momento parecía lo más adecuado. Se sentía tan herido y desilusionado, como si algo que creyó seguro en su vida le hubiese sido arrebatado de la peor manera.
Entonces, en medio de su estado lastimero y de autocompasión, la insistencia en las llamadas de su madre hizo que prestara atención a las cosas que en verdad eran importantes. La tomó con la simple ilusión de saludar a su progenitora, hablarle de su semana, de la escuela, y de la saludable cena ficticia que tendría esa noche ya que en realidad terminaría pidiendo una pizza. No obstante, el universo tenía otros planes para él.
—Pero ¡¿Estás bien?! —gritó con impaciencia.
Su madre pensó que era una maravillosa idea empezar la conversación diciendo que tuvo un accidente mientras hacía montañismo. ¿Desde cuándo a su mamá le agradaban los deportes extremos? No sabía, pero estaba seguro de que no le resultó nada bien.
Por fortuna, Jeon Eunha —Jung Eunha luego del divorcio—, era una mujer resistente, y lo que pudo terminar en una tragedia se redujo a una fractura de tobillo y un par de lesiones menores en su brazo derecho. No parecía ser nada grave, aunque de seguro la mantendría confinada en casa una buena temporada y requeriría de ayuda para movilizarse hasta que su cuerpo sanara.
