Una mente perturbada perdida en el fuerte perfume de almizcle, una mirada vacía carente de brillo propio atrapando cuerpo y alma dentro de una enorme casa abandonada. Labios sellados, expresiones anuladas; yacía sentado frente a una fogata, entre el silencio de mantas blancas que cubría cada inmobiliario al interior de la morada, pues noche tras noche mantenía la sala de estar iluminada a espera de un encuentro que jamás volvería a concretarse como él tanto anhelaba.
Sin sentido ni conocimiento, el soviético jamás pudo llevar el duelo como el resto de aliados o cercanos al Third Reich. Cada mañana, se paraba frente a la fachada del recinto con un enorme ramo de rosas entre sus manos. Él, lo veía por cada lugar que el alemán frecuentaba ¿Pero por qué aún no llegaba? De pie lo esperaba, pues aparte de él, no necesitaba nada.
¿Locura? No, en absoluto, solo una inocente creencia sin nada de coherencia que volvía menos pesado el aire a su alrededor. Todos los días, tardes o noches solía mantener esa rutina con una mirada perdida y pese a estar solo ante los ojos del resto, el soviético hablaba a menudo con un alma perdida, retenida por una absurda obsesión.
No es locura, solo es amor y producto de ello puede verlo por cada rincón donde inocente lo busca con una flor de diferente color entre sus manos.
Nadie lo detiene, esa es su historia de amor, viviendo en ella día a día atrapado en un bucle sin fin aparente.
-Toma mi mano.- susurró al viento frente a un cálido atardecer «Abrázame fuerte...» respondió el vacío.
-Yo te prometo que ahora todo estará bien..- sonrisa esbozo y un fuerte ventarrón voló cada pétalo de esa flor marchita entre sus manos «Pero yo... ya no puedo amar» escucho el soviético, negando con la cabeza, solo pudo reír con dulzura negandose al llanto repentino.
Pronto la noche ya había abarcado y sin obtener mayor resultado, ingreso a esa casa que alguna vez fue compartida. Cerrando la puerta a sus espaldas camino entre la oscuridad acogedora e inquietante silencio, llevando la yema de sus dedos a las paredes, acariciandolas al paso hasta quedar frente a la oficina del Reich.
-Yo era demasiado estúpido..- Murmuró cabizbajo, abriendo la puerta con lentitud, respiró profundo percibiendo una vez más la escencia del perfume «Por favor... Deja de hacer esto» susurró una voz cubierta de melancolía -No sabes cómo me arrepiento de no haber venido antes de tiempo..- «No... Yo no quería esto» -Pero si me ignoras una vez más, tendré que darte mi último aliento de vida.- Mencionó URSS.
Ya dentro de la habitación encendió una vela que prestaba tenue iluminación y transitando al interior, observó cada cuadro construyendo un nuevo escenario en conjunto de una suave sonrisa posada sobre los labios, pues ahí una vez más frente a él, estaba Third Reich.
URSS lo ve, pero pese a ello nadie más le cree debido a estar atrapado por siempre en una historia de amor sin fin.
Pequeñas risas de alegría que soltaron algunas lágrimas vacías «¿Nos vamos?» fue lo último que el viento trajo a sus oídos antes de gatillar el arma que siempre portaba consigo, frente al escritorio de Third Reich, dónde ahora su cuerpo descansaba aferrado a una vieja fotografía. Al igual que su amado, se había suicidado para vivir por siempre esa tortuosa fantasía amorosa, hecha realidad.
❛ ❏ ﹕﹫𝐴𝑙𝑒𝑘'𝑅 ❄️⠀! ꜝ ⠀ ٠
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Love Story - OneShots
Short StoryPequeños relatos románticos con historias únicas, paralelas e individuales entre URSS y Third Reich.