Una sonrisa ingenua apareció en el rostro del hombre, arrugando ligeramente la esquina del papel en su mano, el uniforme escolar estaba escrito por múltiples tintas de plumones. El dueño de la ropa, de color de cabello castaño natural, frunció los labios, mirando fijamente, con sus ojos del mismo color, al cielo casi del atardecer.
Anoche había pensado en muchas palabras en su cabeza, reflexionando varias veces con la esperanza de tener el mejor y más memorable momento, pero sabiendo, dentro de su corazón, que solo es como el polvo de pintura seca, un recuerdo más de algo.
─Yo...
─...
─Me gustas.
La otra persona no mostró ninguna expresión a pesar de la confesión de amor. Los ojos miran las palabras escritas en la tela del uniforme escolar 5, es común que los uniformes se escriban al final del semestre.
'¡No te olvides de mí! Vuelve a visitarnos'
'No habrá nadie que me deje copiar su tarea. Cuídate, no nos olvides'
'¿Quién será el representante a partir de ahora? Te amo, cuídate'
─Sé que nunca me has visto antes.
Las palabras escritas eran como una despedida.
─Nunca hemos hablado antes, no me conoces.
─...
─Pero yo te conozco.
Gotas de agua demasiado cálidas para ser lluvia caen sobre sus mejillas, pero los sollozos no se escapan de los labios temblorosos del estudiante 7 cm más bajo... Una mano, que era muy hermosa para el niño llorando, se extendió tocándolo y causando una sensación de temblor.
─Muchas gracias por hacerme feliz, por hacerme sonreír hasta el día de hoy. Gracias.
Dijo con una sonrisa temblorosa a la persona que lo escucha. Permitiendo que el silencio nuevamente los rodeara, el viento soplaba con fuerza aquel día contra ellos. Y mientras las manecillas del reloj avanzaban, unas personas tuvieron que seguir adelante.
La confesión de amor que sonaba inolvidable en su mente, tuvo que dejar que el viento se la llevara. El hombre más bajo se secó las lágrimas con la manga antes de asentir con la cabeza para agradecer a quien lo escuchó, luego se dio la vuelta para caminar hacia el auto. El conductor del automóvil que esperaba al hijo menor de la familia Wattana Watthanachot, mostraba su preocupación real.
─Ten un viaje seguro.
Hermosos labios se mueven, hablando en un tono bajo y frio como su padre. No importa cuánto hablara con alguien, incluso con su madre, su padre hablaría con ese tono... y, por supuesto, el hijo lo puede imitar a la perfección.
El oyente, antes confesor, no dijo nada, solo pudo acelerar el paso para romper en un sollozo tan fuerte como pudo.
El ser humano clasifica diferentes tipos de ondas. Ondas independientes son aquellas generadas por la acción del viento o de los monzones. Otras ondas tienen que ajustarse a la fuerza gravitatoria o al sistema de rotación de la tierra, el sol y la luna.
No obstante, existe un tipo de onda que la gravedad no tiene el poder para arrastrar o modificar.
Esta onda, mientras más se alarga, menos podemos verla. Y antes de que nos diéramos cuenta, se convierte en algo incontrolable, permitiendo dejar atrás nada más que los restos de lo que arraso.
─Joven maestro ¿Por qué estás llorando?
─Tío, quiero irme a casa.
Y esa onda...
No tiene nombre. Pero es tan fuerte que cuando pasa por ti... agita tu mente por siglos.
Para siempre.
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