Hace dos semanas desde aquella horrible tarde, afuera todo sigue igual, las personas salen, comen, estudian todo sigue igual nada cambio excepto para mí, para todo a cambiando demasiado rápido y lo malo es que ya no puedo detener esto. Pensaba que si resistía todo saldría bien, que no podría empeorar, pero la realidad es que todo empeoró y de una manera escalofriante.
—Guau no importa cuánto te haga el amor, siempre me dejas con ganas, realmente eres deliciosa—Me decía mientras sus caderas se movían adelante y atrás.
—¡Ah! ¡Ah! ¡Ah!—Gemía como loca mientras el no paraba de cogerme. Lo estábamos haciendo en su casa en la cama de sus padres, vine con mi hijo para que jugará con Kei y de paso hablar con su padre pero al parecer no estaba en casa (Kei lo sabía y por ese motivo me trajo a la casa), al principio todo parecía normal hasta que puso a Magnus a ver la tele con alto volumen. Me jaló del brazo y me llevo al cuarto de sus padres y lo cerro con llave, me empujó a la y me desnudó (también el se quitó la ropa) me tiró a la cama y procedió a cogerme, volvía a violarme.
Lo que había cambiado era que ahora tenía menos resistencia, el me usaba como quería y yo ya no tenía forma alguna de oponerme.
—Que delicia eres, tu cuerpo nunca terminara de saciarme nena—Me decía Kei mientras me volvía a hacer suya e su propia casa.
Me estaba cogiendo en la cama donde duerme su padre y yo soy una mujer de 26 años que tiene un hijo que ve la televisión en el piso de abajo. Me violaba, ese niño estaba violándome, solo vine a su casa para hablar con su padre pero al parecer, el solo quería hacerme suya fuera de mi hogar, quería poseerme en su hogar.
—E-esta e-es l-la c-casa d-de t-tu p-padre n-no p-puedes h-hacer e-esto—Le decía pero era en vano el solo me seguía follando y en el fondo yo, quería que lo siguiera haciendo, por alguna razón esto comenzaba a gustarme. El sentir como me profanaba y me ultrajaba en la cama de su padre, las sábanas estaban cubiertas de nuestros sudores, Kei se movía con salvajismo cómo si quisiera volverme una con el bajo cualquier costo—B-basta, b-basta, p-por f-favor—Mis suplicas no eran escuchadas por el, me callaba agarrándome de mis caderas y me penetraban con fuerza, estaba cambiándome.
Me toca los pechos para que gimiera con fuerza, estoy segura que mis gritos se escucha por toda la casa, pero Kei hizo que mí hijo escuchara la televisión a alto volumen, de esa forma el podría hacerme lo que quisiera sin que yo pudiera defenderme
—Vamos así es más excitante, además piense en esto como un calentamiento para cuando sea más grande y vivamos lo tres, tu, yo y Magnus viviremos en esta casa donde cuidare muy bien de mi muñeca—Estaba por correrme, iba a correrme por el pene de un niño.
—¡AHHHHHH!—De nuevo me había corrido por un niño de 13 años.
Si se preguntan porque pasa esto, la respuesta es simple. Desde ese día me convertí en la muñeca sexual de un niño de 13 años el empezó a venir cada día a “pasar el rato con Magnus” pero la realidad era que el viene a mi casa y me folla, me hace suya en contra de mi voluntad, todos los días es lo mismo, aprovecha que mi hijo se distrae o se va a un sitio lejos de aquí, el me lleva a la cocina o al baño y ahí me desnuda, rasga mi ropa o me la quita con fuerza. Ahí me folla desenfrenadamente, me hace una u otra vez y me deja en la cama llorando, no le importa mis sentimientos o mi sufrimiento el solo me ve como un objeto de placer. Esto es horrible.
Ahora el me obliga a cumplir sus deseos pervertidos, no puedo negarme. Si lo intento el le dirá a mi hijo que su madre es la muñeca sexual de su amigo y no importa que diga, nadie va a creerme todos pensarán que yo lo seduje. Ahora cada vez que viene el me trae ropa reveladora como unos mini-shorts que me obliga a usar casi todo el día.
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CUENTOS DE UNA LUJURIA DESENFRENADA.
Mysterie / ThrillerCuando en una tranquila ciudad una serie de eventos convierten a unos niños en unos seres ansiosos de placer, el mundo pierde toda calma y el sitio se vuelve un campo de guerra, por mantener a las familias unidas. Una bendición se vuelve maldición y...