◇νιєηα◇

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📍Departamento de los Osorio Bondoni, 2:30 am.

Su madre está frente a él. Lo mira fijamente a los ojos sin decir ni una sola palabra.
La última vez que la vio fue hace exactamente dos meses.

No recordaba que se viera tan... aseada

—¿Ma-má?— pregunta con duda en su voz —¿Q-qué estás haciendo aquí?— es la casa de Emilio y de Joaquín. Se supone que su madre no sabía la dirección —¿Mam-...?.

—¿Estás lista?— esa intimidante y gruesa voz de aquel maldito hombre se hace presente tras él.

—Claro— responde la mujer sonriendo —finalmente puedo salir. Desde que Axel no está, mi vida es mejor. Ojalá nunca regrese.

Lo último dicho por la mujer, hace que el corazón de Axel se rompa en más de mil pedazos.

—Bueno, yo te dije que lo dejáramos con esa estúpida familia— comenta el hombre —pero fuiste insistente en querer recuperarlo. Todo por aquel apoyo económico que te dieron. Me alegra que al menos no le hayas mencionado al mocoso ese. Ya nos lo hubiera quitado todo.

—Bueno ya no está, somos libres— agrega la mujer caminando seductora hacia el hombre —lo que le pasé no me interesa.

Las palabras de esa mujer salían sin sentimiento alguno.

»Él cree que alguien en el mundo lo va a querer algún día— suelta una carcajada —pero se equivoca. Nadie puede querer a un estorbo como él.

—¿Cuanto tiempo tardará esto?— cuestiona con aparente fastidio Joaquín —ya me tienen harto esos niños. En especial Axel. No dice ni hace nada. Ahora entiendo porque lo dejaron en la calle.

—No lo sé, pero espero que sea pronto— le responde el rizado —me arrepiento de haber dicho esa mentira. Ahora tengo que cargar con esos estúpidos niños.

De un segundo a otro ambas personas desaparecen en una cortina de humo. Axel ahora se encuentra en la cocina. Frente a él están Emilio y Joaquín.

Axel no puede creer lo que acaba de escuchar. Emilio y Joaquín eran buenas personas.

¿Por qué hacían eso?.

Su respiración comienza a agitarse. Se siente mareado y le duele mucho el pecho.

—Axel— mira como Joaquín lo observa con sorpresa para después sonreír sin importancia.

Su vista se vuelve cada vez más nula. Sus lágrimas inundan sus ojos y su respiración aún no se normaliza.

—Axel— vuelve a escuchar su nombre a lo lejos.

—Axel— una vez más, pero en está ocasión es la de un niño.

Sus ojos se abren en sorpresa. Se sobresalta al ver a Joaquín parado frente a él y a su lado está Eduardo, quienes lo miran con preocupación.

—¿Estás bien?— Joaquín se acerca a él para poder tocar su frente —estás sudando y tu respiración no es normal.

—¿Ya despertó?— esa es la voz de Emilio entrando a la habitación.

—Si, creo que solo fue una pesadilla— responde Joaquín recibiendo el té que Emilio le da —Toma, te hará sentir mejor.

Axel toma el té y lo bebe de una sola vez. Frota sus ojos e intenta respirar más tranquilo. Luego de unos segundos su respiración se relaja y logra hablar.

—¿Qué paso?— pregunta olvidando la mayor parte de su sueño porque... eso era, ¿cierto?.

—Estabas gritando mucho— responde Eduardo un poco asustado —te hablé pero no me respondías así que le hable a ellos.

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