Capítulo único

922 73 14
                                    


Advertencia: relaciones no consensuadas y voyeurismo.

Es media noche cuando la mano del hermano mayor de los Haitani hace un recorrido por su brazo. Inicia desde el dedo de en medio y avanza con una lentitud que devasta la cordura de Kazutora. Se detiene brevemente en la muñeca y pellizca levemente ahí, luego prosigue por todo el antebrazo y el codo, y más allá hasta llegar al hombro. Es lento, devastador. El cuero blanco del guante es frío contra su piel, le produce escalofríos. Kazutora no puede respirar.

Había sido un error, eso lo tenía claro desde el momento en que Baji lo miró con esos ojos que solo mostraban desesperación y temor. Baji nunca antes lo había mirado así. Sin embargo, no creyó qué tal error sería tan grande hasta que el Haitani mayor lo cambió de posición. Dejó de estar en cuclillas y amordazado al lado de Baji para estar en las piernas de Ran, posicionados ambos frente a Baji y el hermano menor que lo sujetaba de los cabellos negros con fiereza. El arma de él todavía apuntaba a su cabeza, pero ya no tan firme como antes, porque Ran estaba más enfocado en tocar la piel de su cuello, exactamente el tatuaje de tigre que distinguía a Kazutora, ensimismado y con suma delicadeza, con inmensa curiosidad y trazando cada línea. Kazutora considera levemente arrebatarle el arma, pero sabe que están en desventaja y que si lo hace, no nada más perderá de una forma humillante y dolorosa, sino que también pondrá en peligro la vida de Baji. Así que no hace nada, se deja tocar en silencio.

No sabe qué es lo que quiere Ran. Tal vez sea una especie de venganza porque él y Baji intentaron robar a los tipos equivocados, tal vez sea un malentendido o una broma jodida de los miembros de Touman, no lo sabe. Pero si en algún momento tuvo esperanzas de que se tratara de una broma de mal gusto o un desafortunado malentendido, pronto estas murieron, se desvanecieron en el aire y no importaron más porque Ran colocó su lengua ahí donde sus dedos se pasearon antes. Los ojos amarillos de Kazutora se abrieron al instante y su mirada asustada pronto encontró la de Baji, quien gruñía y se movía con rebeldía, como si sus movimientos bruscos fueran a lograr algo.

La lengua hábil se pasea por todo el tatuaje, degustando el sudor y temor de Kazutora, saboreando cada parte de la piel temblorosa y creando un increíble regocijo en Ran. Él todavía mantiene la boca del arma contra la cabeza de Kazutora. Es un momento largo, casi eterno para el joven Hanemiya, pero cuando la lengua se dirige al lóbulo y se detiene para jugar con la campanilla del arete, es consciente de que esta mierda no terminará rápido. Escalofríos recorren todo su ser y Ran se da cuenta; con voz baja y despreocupada frena todo y susurra en su oído: -No soy gay, en serio que no, pero eres bonito. Y hace semanas que no he follado.

Golpea con cariño el arma contra sus cabellos y Kazutora deja de mirar a Baji para mirarlo a él. Ran parece complacido por esto.

-Y si no te molesta, mi hermano y tu amiguito nos van a ver porque ambos son unos degenerados.

La mordaza que le impedía hablar pronto desaparece, mas no es capaz de pronunciar ninguna palabra porque al instante su boca es atacada por la de Ran. Lo obliga a abrirla y mete su lengua en la cavidad de Kazutora, sus dientes muerden los labios con ferocidad y Kazutora está tan sorprendido y en trance que no puede escuchar los gritos de Baji. Un gemido vergonzoso sale de él cuando Ran hace contacto con su propia lengua; la sangre de Kazutora es saboreada por ambos y una sonrisa arrogante se dibuja en los labios del mayor de los Haitani. La mano libre de Ran toca con ansiedad cada parte del cuerpo de Kazutora, recorre desde el tatuaje en el cuello, paseando nuevamente por el brazo ajeno mientras lo atrae más hacia sí mismo, y deteniéndose en el estómago. Levanta la playera ligeramente y su mano se oculta en el abdomen y sube, sube y sube, la palma roza por un instante sus tetillas y Kazutora jadea. El rojo colorea su rostro y el calor comienza a inundar su pecho.

SINHUESO / rankazuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora