Anónimo

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Como era costumbre, se despertó antes de que su alarma sonará

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Como era costumbre, se despertó antes de que su alarma sonará. Suspiro abatido, sintiéndose más viejo de lo que era, recordó con gracia las palabras de su mejor amigo Gai. "Vamos Kakashi, aún tenemos mucha llama de la juventud en nuestro interior".

El negó sentándose al borde de su gran cama. Pensó que lo único que tenía era unas increíbles ganas de volverse a dormir y perderse en sus sueños poco apropiados.

Desganado se puse de pie, se encaminó a su cuarto de baño, levantó la taza del inodoro para orinar, termino y jalo la palanca. Se acercó al lavabo y en el espejo que hacía en la pared se observó.

Era obvio que ya no era un niñato, ni mucho menos un hombre joven. Si no fuera por su cabellera plateada natural se le notarán las canas. A lo mejor como dice Gai, tendrá a alguna deidad en el cielo que le tiene algo de aprecio para que su rostro no se mire tan demacrado, considerando su kilometraje de 44 años. Pero si le preguntan a el, se siente de 60.

Prosiguió a darse una ducha fría, pensando que con eso sería suficiente para despertarlo. Se quitó lo único que tenía puesto que eran unos bóxer azules y se metió a la regadera.

Mientras se duchaba pensó en sus deberes del día. Llegaría a su agencia de publicidad a firmar centenares de documentos, juntas corporativas y más cosas que de tan solo imaginarlas quería correr.

Eso se ganaba por ser el CEO de empresas Hatake.

Termino y vistió con un pantalón formal en tono negro y una camisa gris, no le gustaba usar corbatas menos los sacos a no ser que fuera necesario. Se colocó sus resplandecientes zapatos negros y cogió su maletín de cuero.

Al llegar a la sala, su fiel compañero de vida Pakkun lo miro con aburrimiento desde su pequeña cama en una esquina y volvió a dormir.

Kakashi suspiro, el también quería hacer lo mismo, pero se obligó a tomar las llaves de la pequeña mesa y salir.

Salió de su apartamento, tomo el ascensor que lo llevaría al lobby y saludo a su portero. Al llegar a pie de la banqueta un auto negro se estacionó frente el. Kakashi miro unos segundos el auto, después giró la vista a la calle.

"Son tan solo dos cuadras"

Caminaré.— hablo a su chofer que frunció el ceño.

El peliplateado lo entendió, el nunca caminaba, si quiera hacia ejercicio no comprendía como era que gozaba  con buen físico, hasta el mismo no comprendía el porque iba hacer tal anomalía.

—Llame si me necesita.— el chófer Iruka ofreció, el dio un asentimiento y empezó su recorrido.

Las calles de Tokio eran muy concurridas. Hombres con trajes elegantes y portafolios iban de aquí para aya. Mujeres bien vestidas y arregladas luciendo hermosas caminaban apresuradas haciendo resonar sus tacones. Jóvenes estudiantes corrían para llegar a tiempo a sus clases. Los locales abrían sus puertas, algunos de ropa o accesorios y otros de comida.

Anónimo  [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora