ⅩⅩ | El Testeo: Invisible A La Vista

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Cuando Nilam entró de nuevo a su balcón, se sentó junto a sus reclutas para planear estrategias hasta que fue solicitado por su pantalla.

—Denme un momento. Estos monos no saben hacer nada bien —murmuró.

Con el Principal ocupado en su muñeca, Atticus se giró hacia Evelyn y frunció el ceño al encontrarla viendo fijamente el balcón del Principal Hubert, justo al otro lado de la arena, en donde estaban sentados los dos asegurados de la 15va generación y el macabro hombre que entró con ellos.

—Es extraño, ¿no? —preguntó y Evelyn asintió levemente— ¿Eso por eso que te pusiste así cuando entraron? ¿Te intimida ese hombre?

—Algo me dice que no debo perderlo de vista. Me parece tan familiar...

—Evelyn. ¿De quien hablas?

El Principal Nilam detuvo sus tareas y clavó sus ojos en su recluta.

—De ese hombre —contestó Atticus, señalando con la cabeza el balcón del Principal Hubert—. Evelyn dice que le resulta familiar. ¿Usted lo conoce?

Un atisbo de preocupación se asomó en los amarillentos ojos. El Principal miró al Doctor y, después de asegurarse de que no los estaba escuchando, se inclinó un poco más hacia Evelyn.

—¿A qué te refieres con familiar? —preguntó entre susurros.

—Ehm... No lo sé. Se que es algo raro de entender pero, cuando lo vi, sentí la necesidad de ocultarme. Creo que lo conozco desde hace mucho tiempo, aunque no recuerdo desde cuando ni de donde.

—Entonces tienes prohibido acércarte a ese hombre. Nunca vuelvas a hablar de él en voz alta o en público. Jamás lo veas a los ojos por más de tres segundos.

Atticus y Evelyn se quedaron con las palabras en la boca cuando el Principal se levantó repentinamente y se retiró hasta su asiento junto al Doctor para volver a lidiar con su pantalla.

Black Spear, quien, de vuelta en las gradas jugaba con el cupcake que Evelyn le había dado, observaba con atención la conversación que tenía Nilam y, al ver como cada tantos segundos detenía sus inaudibles murmullos para alzar su vista hacia el frente, vigilando algo con notorio recelo, hizo que inconscientemente se girara a ver el mismo lugar pero al instante que sus ojos se afinaron y vieron al extraño hombre sentado en el balcón del Principal Hubert, saltó de su asiento y activo su habilidad.

—¡¿Qué pasa?! —chillo Moira, también levantándose por su sobresalto, viendo sus lanzas rodearlos— ¿Qué te sucede? ¡Desactiva su habilidad!

Al notar que ese hombre no se había percatado de su presencia, y solo estaba tranquilamente existiendo al lado de un recluta, Black Spear por fin pareció reaccionar y retrajo sus lanzas.

—¿Qué no me escuchas? ¿Qué sucedió?

—Callate y escuchame —espetó Black Spear, halandola del brazo para que se sentara con él— ¿Ubicas a ese hombre de negro, sentado en el balcón grande de la derecha? Conozco al Principal que está con ellos. Necesito que averigües quienes son esos reclutas con ellos. Ahora. ¡Y ni se te ocurra intentar entrar en las suyas, vieja tonta!

—No iba a hacerlo, niño. Esta es mi primera misión, no mi primer trabajo.

—¿Por qué hablas tanto? Solo haz lo que te ordene.

De mala gana, Moira activo su habilidad y cuando sus ojos se volvieron de un azul más intenso recorrió con su mirada a todos los presentes, escaneando sus pensamientos uno por uno hasta que, después de unos minutos, salió de su trance y se cruzó de brazos.

—Nadie los conoce. Hisawa los presentó como los asegurados de la 15va generación. El de gafas se llama Emmet Pemberton, y el de cabello plateado, Felix Pierce.

El Destino de los CondenadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora