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Abyss intentaba recomponerse. Abrir los ojos y enfocar parecía imposible, levantarse era mucho menos que un recuerdo lejano. Aún así, lograba captar algunas imágenes tan vagas como su propio reflejo en papel aluminio: polvo por doquier, gente corriendo y aparentemente gritando; un trío de personas cerca de él se movían a una velocidad un tanto elevada y dos de ellos parecían ejercer fuerza para cargarlo, lo que explicaría que se encontrara a sí mismo en movimiento. Estos hombres iban vestidos en densas ropas color negro carbón, con gorras que impedían divisar completamente sus rostros pero aún así Abyss dudaba el poder recordar sus caras en el caso de poder enfocarlas.

Repentinamente despertó. Completamente abatido, de pie solamente sujeto por un hombre por el brazo. Su visión era esta de una fuerte borrachera, mirando a todas partes, intentando reconocer algo de ese lugar que tenía una esencia familiar. Escuchar no le era mucho más sencillo aunque sí podía oír su nombre siendo dicho intensamente pero a bajo volumen. Luego de entrar en sí, Abyss miró a su derecha para encontrarse con Simon Landa quien, para su sorpresa, estaba mucho menos polvoriento de lo que él mismo parecía estar, a juzgar por sus manos pero con un parche un tanto grande justo encima del ojo izquierdo.

-¡Simon! -le alegraba ver una cara conocida por fin- ¿qué haces aquí?, ¿qué hago yo aquí?

-Mira a tu alrededor, Abyss, y pregúntate cuántos de nosotros tiene la respuesta que buscas

Abyss, ahora reincorporado, miró lo que parecía uno de los pasillos de Neucraft si no hubiese estado tan falto de color y de techo. De principio a fin, el lugar estaba inundado en gente conocida y desconocida para él pero intentaba ver si encontraba a algún rostro cercano. Vio a Wil a unos cuantos metros de distancia suyo en el grupo de enfrente, saludándole para llamar su atención. Estaba preocupado: no encontraba a Sig por ningún lado. Pasaron largos segundos y nada. Sig no estaba en ningún lado y solo esperaba que estuviera bien. Habían dejado de intentar hacerse señas con las manos con Wil porque uno de los cientos de guardias ya había amenazado a este de que nada bueno le pasaría si seguía. Gritos empezaron a escucharse más allá de la puerta y algo pesado moviéndose y acercándose.

-¡Abran paso! -gritaba un guardia- ¡este viene herido, este viene herido!

El hombre corría con beligerancia, empujando con gran fuerza y urgencia la camilla que llevaba. Alguien herido iba pasando y claramente necesitaba ayuda tan pronto como fuese posible. En el momento en el que estuvo a punto de pasar frente a Abyss este lo examinó. Por momento, su corazón se detuvo y sintió ese momento frenarse por el ataque repentino de adrenalina.

-Sig, Sig... -Abyss intentaba desmentir a sí mismo que aquella persona que iba con la mano derecha cubierta en una camiseta ensangrentada era su amigo- ¡SIG!, ¡SIG!, ¡SIG!

Intentó correr tras de él pero los guardias lo detuvieron. Forcejeó como si de verdad fuese capaz de dejar su vida ahí tirada para darla por la de su amigo pero lo contuvieron como a un toro furioso. Prefería la incertidumbre y esperanza de encontrar después a Sigmund que saber que se estaba muriendo y él aquí de pie sin poder hacer nada.

Rompió a llover. Abyss no levantaba la mirada colérica del suelo, apretando los puños al punto de hacerse heridas en las palmas de sus manos. Wil observaba con pena e impotencia el suelo también hasta que de repente oyó pasos resonando a la distancia, por el mismo camino que trajeron a Sig, tras la puerta cerrada. Todas las miradas se desviaron hacia el portal que se encontraba pronto a abrirse. Un solo respiro al unísono pudo ser oído justo antes de que un hombre de gran estatura se abalanzara a mitad del cuarto sobre cada una de sus pesadas pisadas.

-Disculpen la tardanza, el otro grupo estaba un tanto conmocionado. Me contaron que hubo una baja aquí, que lástima: menos mano de obra -la palabra "baja" resonó en la cavidad auricular de Abyss de una forma tan profunda que se preguntaba qué lo detenía de saltar y matar a este hombre calvo de ojos celestes y cristalinos pero con una mirada psicopática y una sonrisa que se aferraba a tu hipotálamo con la esperanza de ser parte de tus pesadillas- Permítanme presentarme, soy el Coronel Harold Wilson. Se preguntarán qué hacen aquí y qué ocurrió con el pasillo de su hermosa escuela, ¿no?

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⏰ Última actualización: Apr 23, 2015 ⏰

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