C A P Í T U L O 64

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  —¿Me podéis decir qué es lo que ocurre? —Connor miró por el espejo retrovisor para divisarnos.

  —Tú solo aparca en el hospital, y después sigue hasta Target. —le indicó Ali tajante.

  Comprendí que Connor se sintiese perdido. No había parado de hablar en el asiento trasero, desesperada, con Ali y Connor no tenía ni idea de qué era lo que estamos discutiendo, pero es demasiado largo como para contarle lo que ocurría en aquel momento. Estaba histérica por llegar.

  —A sus órdenes mis capitana. —Connor dio un ágil volantazo y aparcó en una de las reducidas plazas libres del parking exterior. Generalmente siempre andaba estando más despejado.

  —Llámame cuando tengamos que venir, haremos tiempo por aquí. Te quiero, que te vaya bien. —mi prima me guiñó un ojo después de proporcionarme un rápido beso en la mejilla y yo le sonreí como pude, mientras me apeaba y cerraba la puerta del Volvo detrás de un sonido amortiguado por la almohadilla.

  Cada vez sentía los nervios como un sentimiento más familiar, aquellos aumentaban por momentos y no sabía si dar el paso hacia delante para cruzar la puerta del hospital o salir corriendo espantada por la carretera y gritar, era lo único que se me antojaba en aquel momento, huir de aquella pesadilla y despertar en Nueva York como si nada de aquello hubiera sucedido. Pero me recordé que no era así y que no debía hacer eso; recordé que no era cobarde y me convencí de que tenía que afrontar situaciones en las que me había metido yo solita.

  Podría decir, como muchas veces antes había dicho, pero tan sólo para convencerme de ello, de que dejaba todos mis miedos detrás de mí en cuanto cruzara esa puerta; pero en aquel mismo momento, no pude decir eso y supe que el miedo me iba a acompañar hasta el fin del mundo.

Lo que más temía en aquel momento, era que Marc no me hiciese caso, que fuera a la ligera sin importar mis sentimientos y de que continuase hacia delante llevándose consigo a Justin directo a prisión y a mis sentimientos por delante también.

  Suspiré y agité las manos a ambos lados de mí para liberarme de los nervios que me envolvían y pasé. Puse un pie en el interior de aquel hospital. La indecisión me definía.

  Busqué la habitación que Marc me había indicado en el mensaje que me había escrito y en cuanto la encuentré llamé a la puerta y recibí la respuesta de Marc para que pasase.

  —Has venido. —dijo en cuanto entré con timidez. No obstante, no dirigió su vista para posar su mirada en mí.

  Miré lo que había en mi alrededor. La habitación estaba oscura, ya que tenía las persianas bajadas y el store crema también. Su cama estaba un poco inclinada, las sábanas eran blancas. Él tenía los ojos cerrados y no se movía a penas. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal. Una gruesa venda envolvía parte de su cabeza. Un cabestrillo le sostenía el brazo izquierdo y tenía escayolada la pierna derecha, que asomaba por debajo de la fina sábana que le cubría el cuerpo, no quería ni saber cómo se encontraba, resultaba más que evidente que mal.

  Tragué saliva con dificultad antes de contestar.
 
  —Sí. —dije mirándome los pies, nerviosa.

  —Siéntate, le he dicho a mi madre que no venga hasta que te vayas, se ha ido a la cafetería. —le miré la cara y pude distinguir que tenía el ojo morado, además de que las ojeras también incrementaban en el color. Parecía que se le iba a salir de la órbita de un momento a otro, además de un labio rojo y cortado. No me esperaba encontrarlo tan mal, pero después de la gran paliza...

  El silencio se apoderó del oscuro espacio y comenzaba a ser demasiado incómodo, más de lo que me gustaría pensar.

  —Sé que no has venido aquí por mí, sino por él. Sé que no lo has hecho para saber cómo estoy, sino por cómo estará él. —suspiró y yo levanté la vista para mirarle.

ÉL - Un Verano En California  [US #1#]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora