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ALANA

  Había roto mi promesa de no ver a Seth. 

Sinceramente, jamás creí que no fuese capaz de controlarme frente a él. La primera vez que habíamos dejado todo, en realidad fue mucho más fácil. Estaba furiosa, no quería volver con él. Pero ahora, no estaba enojada. Todo lo contrario: lo extrañaba.

Echaba de menos estar con él, quizás más de lo que hubiese pensado. Pero también era cierto que ambos necesitábamos algo de tiempo. No para salir con otras personas, sino para resolver esto que da vueltas a nuestro alrededor.

En parte, porque hay un loco suelto que quiere asesinarnos. Y por otro lado porque, aunque no conocí a Piper ni nunca lo haré, se que merece que descubran quién le hizo daño. No por Seth, sino por ella. Merecía justicia, después de todo.

Camino a través del campus, y saludo a un compañero con la mano. Compartimos varias clases, y siento que es cortés saludar de vez en cuando. Es de día, y el sol brilla en una hermosa tarde de otoño, el cual recién está comenzando. Me siento debajo de un árbol, y me paso una hora completa leyendo mi libro de anatomía.

Es simplemente muy interesante. Saber como cada parte de tu cuerpo funciona, como es que conseguimos realizar funciones motoras que parecen imposibles físicamente. Tal vez hay personas que les aburre, pero no soy una de ellas. Por lo que el tiempo se me pasa volando.

He decidido no andar sola por la noche, así que en cuanto el sol comienza a bajar, cierro mi libro y comienzo a caminar hasta mi habitación. No hay demasiada gente en los pasillos, por lo que subo las escaleras hasta el tercer piso en silencio. Puedo oír el sonido de mis pasos, y... 

Otro sonido más.

Me detengo en seco, y se escuchan algunos pasos a lo lejos. Pero se detienen, y yo miro hacia atrás, esperando a encontrar a alguien más. Asomo mi cabeza por las escaleras caracoles, y no veo nada.

Tal vez sea la paranoia de lo que me pasó, y el Dr. Montgomery tiene razón: aún tengo que superar aquel trauma. Sin embargo, cuando continúo caminando, los pasos vuelven a escucharse. 

Mas fuertes, más rápidos.

Alguien me está siguiendo.

Corro escaleras arriba, mientras intento encontrar mis llaves en el bolso. Puedo escuchar a alguien subiendo a gran velocidad detrás de mi, y mis manos tiemblan, mientras intento llegar a la puerta y coloca las llaves en el cerrojo.

Miro hacia atrás, no hay nadie, pero escucho los pasos en las escaleras. Son rápidos, y se acercan. Meto la llave en la cerradura, y siento una mano sobre mi hombro.

Lanzo un grito que bien podría haber despertado a todos los muertos, y empujo hacia atrás a la persona que me ha tocado el hombro. 

Jackson grita de vuelta, y lanza un chillido agudo cuando le doy un fuerte golpe con el codo en el hombro. Yo lo observo con el corazón desbocado, y aún respirando con dificultad. 

— ¡Me pegaste!— exclama cuando logra calmarse.

— Yo... lo siento.— consigo decir, mientras recupero el aliento.— Me has asustado.

Mis disculpas no parecen demasiado convincentes, porque se acerca a mi despacio, y mira a nuestro alrededor.

— ¿Estás bien?— pregunta preocupado.— Luces algo pálida.

Jackson era amigo de Dave, pero solo eso. No lo conocía lo suficiente como para confiarle algo sobre todo el asunto de la persona que me atacó, y mucho menos decirle que sentía que alguien me estaba siguiendo. Pensaría que era una paranoica, y solo eso.

Dime Que Me Amas (3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora