Danvers sisters (Supercorp)

Capítulo 26: Supercorp

Las escandalosas risas inundaban el apartamento, mientras la sonrojada propietaria de este moría de la vergüenza por las historias que contaba su parlanchina sobrina.

—No puedo creer que te caíste en una fuente solo por una moneda. ¡Eres millonaria! —exclamó la rubia para después volver a reír.

—En mi defensa, Ruby dijo que era su centavo de la suerte —se defendió la azabache dándole una mirada acusadora a la mencionada.

—Y tú lo creíste —respondió la adolescente levantando los hombros. La rubia rio más fuerte. El sonido de la puerta principal llamó la atención de las presentes.

—¡Hola mamá! —chilló Ruby saludando a su progenitora desde la silla en la que se encontraba.

—Hola preciosa —le devolvió el saludo—. ¿Interrumpí algo? —preguntó la mujer pasando su vista entre su hija y las dos mujeres sentadas en el sofá.

—Claro que no Sam, llegas justo a tiempo —respondió la CEO.

—Estaba contando cuando la tía Lena se cayó a la fuente —una sonrisa adornó el rostro de la castaña.

—¿Querrás decir cuando hiciste que se cayera?

—¡Gracias! —exclamó la sonrojada azabache.

—Muy bien, creo que fue suficiente vergüenza para Lena por una noche. Es hora de irnos Ruby —dijo la castaña extendiendo su mano hacia su hija.

—Ay vamos —reprochó la adolescente con un puchero.

—Nada de eso, mañana tienes practica de fútbol —la mueca en el rostro de la más joven se convirtió en una sonrisa.

—¿En serio? ¿No estás bromeando? —preguntó con voz esperanzada.

—En serio. Logré conseguirte una entrevista en un equipo —la CEO se aclaró la garganta—. Bueno, tal vez tu tía ayudó —Ruby soltó un chillido de alegría mientras abrazaba a la azabache.

—¡Gracias, tía Lena!

—¿Y yo? —preguntó Sam con las manos en la cintura y un ceño fruncido, lo que provocó que su hija soltara el cuerpo de su tía y se abalanzara sobre ella.

—Gracias mami.

—Sí, sí. Un agradecimiento por lastima.

—Muy bien princesa, vamos por tus cosas. Mañana tienes un gran día —dijo la azabache levantándose del sillón para luego extenderle la mano a la pequeña.

Tía y sobrina se adentraron por el pasillo en dirección a una habitación, lo que dejó a dos incomodas mujeres solas. Cruzaban esporádicas miradas para rápidamente desviarlas, sus cuerpos estaban tensos, y sentían que el tiempo pasaba extremadamente lento. Kara dio un respiro tomando confianza, sabía que no podía dejar las cosas así, y era a ella a quién le correspondía dar el primer paso.

—Escucha Sam lo sien...

—Está bien Kara —la interrumpió, para luego dar una seña con la mano dando a entender que aún no había terminado—. Mira, no tenemos mucho tiempo hasta que ellas regresen. Admito que el encuentro de más temprano fue... peculiar —la rubia agachó la mirada mientras se acomodaba los lentes—. Pero no te juzgo, entiendo perfectamente, entrar a la oficina de tu chica con una extraña casi desnuda, debió ser una sorpresa —el rubor invadió las mejillas de la reportera.

—N-no, no. Ella no es mi chi...

—Kara, por favor —la volvió a interrumpir—. Es bastante obvio la verdad —el rojo se intensificó en el rostro de la rubia, la castaña rio—. Tranquila, no tiene nada de malo. Me alegro mucho por ustedes, se ven felices, y se nota que se quieren mucho, pero te lo diré solo una vez. Lena es mi mejor amiga, ella fue la única quien me apoyó durante el embarazo, gracias a ella pude ir a la universidad, tener un hogar, una familia... —los ojos avellana se cristalizaron, hizo una pausa para tomar aire —. Lo que quiero decir es que deberías decirle lo que sientes, si siguen así solo se harán daño. Y ten algo por seguro, no dejaré que salgas impune si lastimas a Lena.