Luego de aquél acontecimiento en el edén, padre les dio la opción a muchos de mis hermanos para acompañar a Samael a su nuevo hogar. Por supuesto, al ver el cambio en nuestro hermano, varios arcángeles, tronos y potestades lo acompañaron. Por un momento consideré la idea de acompañarlo e ir al infierno con él, pero entonces volví a ver al edén. Lo observé tal y como siempre lo hacía. Y decidí quedarme. Este era mi hogar y siempre lo sería.
-Yerathel. –Samael se había acercado a mí y me miró a los ojos, reflejando un sentimiento muy extraño que aún no identificaba. –Gracias por abogar por mí ante padre.
-Supongo que Raziel te contó. –le ofrecí una sonrisa, pero él negó.
-No lo hizo, yo te escuché.
-¿Qué? –fruncí el ceño y di un paso hacia adelante para acercarme más a mi hermano. –Eso no es...
-Recuerda. Padre dijo que había obtenido poderes como los de él en esta rebelión. No preguntes cómo, pero pude escuchar todo lo que hablaron. Ni siquiera fue necesario que me buscaran para avisar que la batalla tenía que acabar. Yo ya lo sabía.
Eso me parecía realmente extraordinario. Sin embargo, caí en cuenta que ahora, mi hermano era un ser superior y que nos dejaría. Me dejaría. Pude sentir como las lágrimas se acumulaban en mis ojos y no pude soportar por mucho tiempo antes de lanzarme a sus brazos y abrazarlo con fuerza.
-Voy a extrañarte, hermano. –mis sollozos eran imparables, pero logré articular las palabras correctas.
-Siempre puedes venir al infierno. –dijo riendo. –Será mi propio reino, Yerathel. –dijo separándose de mí.
-Seguirás cumpliendo las órdenes de padre. –le recordé.
-Estaré torturando las almas de los seres que tengan maldad en el corazón, eso suena a vacaciones para mí. –dijo él riendo nuevamente. –Es la creación de padre de la que hablamos. ¿Crees que habrá alguien con maldad en su corazón?
Y por mi mente pasó el nombre de Adán. Él aun no me caía del todo bien y, después del comentario tan fuera de lugar que había hecho frente a mí, no dudaba en que él sería uno de los habitantes de ese lugar llamado infierno.
-Adán quiere una nueva esposa. –le informé a mi hermano. –Pidió una nueva esposa durante la batalla. ¡Durante la batalla, Samael! –exclamé con molestia. –Ustedes peleaban en el edén defendiendo a Lilith de él. Y él solo estaba aquí, agobiando a padre con ese capricho.
-Le dije a padre que crear humanos había sido una pésima idea.
-Y sin embargo, apoyaste a Lilith. –le recordé.
-Lilith es diferente. –refutó él y yo le di la razón.
-Lo es. Padre dijo que se comportaba con un ángel.
-Por eso haré de ella la reina del infierno. –dijo sin una pizca de gracia. –Ella merece ser más que una simple humana.
-¿Son sentimientos lo que percibo en ti? –pregunté jugando con él y el negó.
-No, pero quién sabe. –se quedó callado un momento y volvió a hablar. –Ella será la reina del infierno y le daré el poder suficiente para crear más vida... No serán ángeles, pero serán pilares en el infierno.
-Bueno, eres el rey. Solo quiero que sepas que si padre le da una esposa a Adán, tendrás muchos residentes en el infierno.
-Sí, lo sé. –tomo mis manos y las apretó solo un poco. –También haré un trato con padre.
-¿A qué te refieres? –pregunté inquieta.
-Yerathel, si yo me rebelé, más de nuestros hermanos lo harán. Le diré a padre que, cuando lo hagan los envíe al infierno.
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Al filo del abismo
SpiritualYerathel no era una mujer común. Desde que tiene memoria, ha tenido sueños totalmente extraños sobre una vida diferente a la suya, una que ni siquiera vivía en la tierra, sino en el Edén. Con cada sueño, ella aprende nuevas habilidades, mismas que...