Capitulo 8 Un viernes curioso

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La luz del alba entró por la ventana despertando a Denise quien gracias a el gran día anterior logro dormir de la mejor manera, tomó aire hondo en un suspiro antes de ponerse de pie y comenzar su día.

Una vez que se alistó bajó encontrándose con Sarah en la cocina quien ya había iniciado en la preparación del desayuno.

—Buenos días.

—Buenos días — lo pensó un poco antes de formular su pregunta — ¿Hay algo con lo que pueda ayudarte?

—En éste momento podrías ayudarme con la mesa.

—Oh, sí, por supuesto —respondió rápidamente mientras se apresuró a acomodar—.

—Y si lo deseas uno de estos días puedo enseñarte algunas recetas— terminó Sarah que sabía hacia donde iba dirigida la pregunta de Denise—.

—¿En verdad? Lo apreciaría mucho.

—Claro pero por hoy solo hay desayunar.

Denise terminó la mesa con mucha más actitud que al inicio, durante la comida hablaron sobre lo que harían en el día y si bien ella no sabía con exactitud sobre sus propios planes lo que sí sabía era que probablemente hiciera un pequeño desvío hacía la casa de los Madrigal. Tenía muchas ganas de volver a estar allí, seguro solo fuese curiosidad por verla a más detalle que la ves anterior; cuando la vio no conocía lo fantástico de sus residentes y no había vuelto a ir, fuera lo que fuera quería ir.

Al terminar el desayuno levantó y lavó los trastes con energía, se despidió y salió al pueblo.

Se estaba engañando así misma diciendo que pasearía por el pueblo pues curiosamente su "paseo" era una ruta directa hacía el hogar Madrigal.

Ya podía visualizar con claridad la casa cuando escuchó un sonido extraño, una especie de combinación entre zumbidos y... ¿Quejidos? Miró en dirección del sonido y vio a un hombre bien vestido siendo atacado por abejas.

—Oh por dios.

En seguida se alarmó y corrió en su dirección, aunque sin un plan real, simplemente no se podía quedar a mirar. Estando cerca ondeo su larga falda como un abanico para abejas.

—Señor, corra.

Una vez dicho esto corrió junto a él ya que ahora (debido a su "abanico") ella también era un objetivo de los insectos, seguro no fue la mejor idea que pudo tener.

Una vez estando lo suficientemente lejos para que las abejas los dejaran en paz pudieron parar y tomar un poco de aire.

—Gracias jovencita —habló exhausto el de lentes—.

—No, no fue nada —logró contestar entre bocanadas de aire—.

—Lamento que hayas sufrido también.

—No se disculpe, no fue muy inteligente de mi parte —rio un poco para tranquilizar al otro—.

—Pero sí muy valiente y eso habla muy bien de ti o al menos para mí —se alegro al ver el rostro de la adolescente más calmado luego de sus palabras— y, ey, no te rasques, vayamos con alguien más que también lo va a apreciar.

Antes de que Denise supiera que contestar el hombre sacó un reloj de bolsillo y lo miró alarmado.

—Y vayamos rápido que ya se me ha hecho tarde —el hombre se puso en marcha pero a tan solo un par de pasos recapacitó— es verdad, lamento mi informalidad, soy Agustín Madrigal —se presentó a la ves que se acercó a ella y le extendió la mano—.

—Yo soy Denise —le estrechó la mano con una sonrisa que seguro se vería algo fingida por el dolor de las picaduras—.

—Denise ¿Te parece bien si vamos a que nos cure mi esposa? Está dentro en éste momento —volvió a mirar su reloj— y de hecho me está esperando.

Sólo tú y nada más(encantó)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora