17. sin cordura

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Como un golpe de mala suerte o una maldición, el peso de las palabras trajo sus consecuencias. No solamente para Donghyuck, quien parecía ser el único causante y recibidor de este mal augurio, sino que sus compañeros, de igual manera, sufrieron las consecuencias de sus actos en un corto periodo de tiempo.

En tan solo cuatro días, Jaehyun fue el primero en recibir su sentencia. Luego de publicar una disculpa escrita con puño y letra acerca de su relación privada, todas sus actividades en solitario fueron postergadas, incluido su drama en donde actuaba de protagonista y que estaba pronto a ser estrenado.

Haechan fue testigo de ello, Jaehyun exigió que el supuesto culpable estuviese allí para que vea cómo le arruinó sus proyectos que seguramente lo irían a llevar al estrellato.

Jaehyun subió la foto de la carta, y le mostró a Haechan, actualizando constantemente su página de Instagram, cómo perdía y perdía seguidores. Bajó de 11.4 a 11.2 millones. Doscientos mil en menos de cinco minutos.

—Lograste lo que querías —dijo, con el rencor raspándole la garganta—. ¿Estás contento?

Haechan quiso justificarse, pero no tenía caso. Ya nadie lo escuchaba. Por lo que simplemente bajó la cabeza en signo de sumisión.

—No vuelvas a hablarme. Este grupo se está yendo a la mierda por tu culpa, nos estás arruinando la carrera. No mereces el perdón de nadie.

Sus palabras dolieron como una estaca en el pecho. Una frase tras otra, más dolorosa que la anterior. Jaehyun pasó por su lado y quedó a solas con su mánager.

—Siempre fuiste un monstruo, pero ahora perdiste el control —le dijo, ni con la más mínima pizca de sutileza—. Mira lo que tu obsesión por Mark te llevó a hacer.

Y se fue, dejándolo a solas con la esperanza por los suelos. Ya no había remedio para él, creían todos, y él también empezaba a convencerse de ello.

Los días avanzaron, y las consecuencias siguieron ocurriendo. El caso de la fan asesinada también trajo sus consecuencias, sin embargo, la policía no pudo hacer nada al respecto por falta de pruebas.

—Tenemos la evidencia guardada tal cual como la encontramos —dijo el mánager.

Haechan se asomó por la puerta de su habitación para observar la escena. El estómago se le revolvió de los nervios al saber lo que iría a pasar con él una vez le entregasen ese cuchillo ensangrentado. Porque una vez analicen la sangre que allí se encuentra, se darán cuenta de que se trataba de otro asesinato, que esta vez sí cometió.

Los oyó hablar, Joohyuk no dejaba de aseverar que Haechan había traído ese cuchillo y que él había cometido el asesinato. Que todos fueron testigos de que esa arma salió de los bolsillos de una prenda de Donghyuck.

—Agh, mierda, ¿dónde está? —se quejó. Donghyuck lo vio abrir y cerrar cajones con rabia—. Estaba aquí, en uno de estos cajones...

—¿No será el que está allí guardado? —El policía, el mismo que interrogó a Donghyuck semanas atrás, apuntó enfrente suyo.

Joohyuk divisó el arma que permanecía guardada en el escurreplatos.

—No puede ser... —masculló, sin molestarse, en ocultar su enojo.

—¿Esa es?

—Sí...

El policía suspiró con decepción.

—No podemos tomarlo como evidencia si está limpio. No encontraremos nada.

—¿Qué? —masculló Donghyuck con extrañeza—. ¿Cómo que está... limpio?

desvanecidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora