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Tsunade se encontraba en el laboratorio, observando con un microscopio la muestra anteriormente tomada del cuerpo de Obito.

Aquello era simplemente asombroso.

Había múltiples células de Hashirama, células que no habían terminado matando a su anfitrión como había ocurrido en los ensayos de prueba.

Era magnífico.

Yamanaka Inoichi había mirado dentro de las memorias de Obito, y le contó, con semblante sombrío, su descubrimiento en los recuerdos del mismo.

Madara estaba vivo y con extraños secuaces blancos.

Aquellas células de Hashirama eran los restos de un "cuerpo artificial de Hashirama", como Obito había escuchado a Madara llamarlo, y era seguramente la herramienta que mantuvo vivo a Obito, empujando a su cuerpo hacia el límite para no rendirse.

Y ella se encontraba ahí sentada, en la soledad del laboratorio, buscando cómo salvar al joven Omega, cuando una idea llegó a su mente.

—¿Y si...

Posicionó su palma sobre la muestra y activó su jutsu médico, las células reaccionaron de inmediato, empezando a multiplicarse.

La Alfa sonrió.

°•.°•.°•.°•.

Kakashi se encontraba leyendo en la azotea del hospital mientras Obito dormía, tumbado en el suelo mientras usaba su brazo como almohada.

Ambos necesitaban un descanso de la situación que vivían.

—¿Qué te ha pasado en las manos, Kakashi?

El Alfa reaccionó tarde para esconder sus manos, Kushina esperaba una respuesta en el umbral de la puerta, cruzada de brazos.

—Nada importante, me saltó aceite esta mañana mientras cocinaba —aseguró rápidamente, cerrando su nuevo libro.

"La Historia de un Shinobi Absolutamente Audaz" era de un escritor amateur, pero era muy interesante.

Kushina asintió conforme y Kakashi se levantó creyendo haberla engañado sin dificultad, cubriendo sus manos.

Pero no lo hizo.

—No creo que fuera eso, esas marcas son de cortes o arañazos, no de quemaduras —razonó la Omega.

—Ah, debí cortarme con los kunais en el entrenamiento —probó el albino, haciéndose el desentendido.

—Sí, podría ser, salvo que eres el genio Kakashi Hatake y no cometerías semejante error.

—Por Kami-sama, Kushina-san, debería considerar solicitar un puesto en ANBU, es-

—Es por Rin ¿cierto? Porque fueron tus manos las que la mataron.

Kakashi calló, la pelirroja suspiró con tristeza.

—Kakashi, no fue-

—¡Sí fue mi culpa!¡Fue mi culpa y esto no es nada comparado a lo que me merezco! —Kakashi arrancó los guantes de sus manos, mostrando a la Uzumaki las heridas nuevas y viejas, la piel destrozada de sus palmas, sus uñas rotas, los arañazos en sus dorsos.

—Kakashi...

El Alfa lanzó los guantes al suelo, sus ojos llorosos.

—La maté. Fue culpa mía, de mi soberbia —Las primeras lágrimas cayeron.

Los ojos azules de la Omega se abrieron de sorpresa al ver a aquel joven tan orgulloso derramar lágrimas de remordimiento, Kushina hizo su camino hasta llegar junto a Kakashi y lo rodeó con sus brazos para abrazarlo, el Alfa se escondió en su hombro.

El amor con colmillos. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora