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❝ 爱 ❞ Estaba lloviendo, cosa muy usual en verano, se habían inundado varias calles y el canal del tiempo había recomendado no salir de las casas, pero él necesitaba ir a la tienda o se moriría de hambre, y como aún no conseguía empleo simplemente era él contra el mundo.
Su yukata estaba empapada porque su buena amiga la mala suerte le llevó volando el paraguas, en cualquier instante pescaría un resfriado y ¡cómo no!, perdió una chancleta en el drenaje ya que el agua que corría por las calles era igual o más fuerte que él (y eso era mucho decir).
Se peinó el pelo blanco tras la oreja para ver mejor el camino puesto que lo último que quería es una visita al hospital con una nariz rota, dobló en la esquina en la calle que se ubicaba su casa y ¡broom!, el estruendo de un trueno detrás suyo lo hizo saltar en su sitio.
¿Un trueno? Sonó demasiado cerca.
En efecto, y como tampoco quería que le cayera un rayo apuró el paso.
Sacó las llaves de su bolsa de comestibles (una billetera sólo sería una cosa más que perder y él era tremendamente distraído), destrabó el portón, lo cerró a sus espaldas y giró para encarar hacia la entrada de su casa.
¿Huh?
Algo en su porche lo obligó a detenerse.
¿Qué-?
Estaba allí, inmóvil, pero él juraría que no estaba ahí cuando se fue a la tienda una hora atrás.
¿Qué es eso?
Los adornos que llevaban siglos colgados del porche de su casa se mecían como locos, él no supo exactamente si por la lluvia frenética o porque se acercaba al porche. A la figura recostada en el porche.
─ ¿Qué demon-?
Empujó con recelo a la cosa y ésta se movió, un poco, sin embargo suficiente para que él entendiera que estaba viva y representaba un peligro.
