El final siempre sorprende, aunque esté escrito desde el principio.
Anónimo
PREFACIO
« No puedes escapar de mi pequitas »« Eres mía y yo soy tuyo cariño »
« Estaremos siempre juntos mi querida Sof »
Esas malditas palabras resonaron en su mente una y otra vez. Ella caminaba paso a paso, sintiéndose que en cualquier momento se caería. Ya no tenía fuerzas y sentía que el corazón había dejado de latirle, ya no podía más y lo único que deseaba era que eso ya terminara y que al fin ya fuera libre.
Siguió avanzado con pocas fuerzas que le quedaba, —tenía que llegar, tenía que hacerlo aunque fuera lo último que hiciera— se repetía dentro de su mente una y otra vez. Dió un par de pasos más y las piedritas de la acera hicieron que sus pies se lastimaran, pero ella no emitió ni un solo sonido de dolor. Sinceramente ya no sentía nada, su cuerpo estaba como muerto y hace tiempo ya que no sentía nada.
Unos pasos más y llegó a su destino, no tenía miedo; subió un par de escalones y al llegar a la entrada de aquel edificio los guardias la quedaron mirando. Unos con sorpresa, otros con miedo debido al aspecto que tenía. Su vestido blanco estaba cubierto de color carmesí, no llevaba zapatos y su cabello se encontraba desordenado, eso sin dejar a un lado la expresión de dolor y el vacío en sus ojos.Rápidamente se acercaron a ella para preguntarle que le había sucedido, pero la pobre chica no dijo nada y terminó ignorandolos. Al entrar las miradas seguían sobre ella, aunque ni siquiera se daba cuenta de lo que sucedía porque ella estaba en su mundo. Un mundo donde nadie la lastimaría y dónde el dolor ya no era una opción para ella.
Se detuvo justo en la entrada y los policías la rodearon, ella reaccionó y por impulso levantó el cuchillo que tenía en la mano izquierda para ponerlo sobre el mostrador; delante del amigo de su tío y después limpió las manchas que tenía su mano en su vestido.Los ojos del detective se quedaron mirando el cuchillo y después la miró a ella, él estaba confundido por lo que sus ojos veían. Creía que algo grave había pasado con la chica que conocía desde niña y la cual era sobrina de su mejor amigo.
Fijó sus ojos nuevamente en ella y se al fin se atrevió a hablar.—¿Pero que...? —se quedó callado cuando los ojos verdes de la pelirroja al fin lo miraron a la cara.
—He matado al esposo de mi madre con ese cuchillo y he venido a entregarme. —su voz salió demasiada fría y sus ojos mostraban un vacío enorme.
—¿Qué?... —respondió incrédulo, creía que lo que ella le decía era una burla. Y si era así, pensaba darle un castigo ejemplar por eso.— ¿Que has dicho?.
—He dicho que maté al esposo de mi madre y vengo a entregarme por lo que hice.
Sus últimas palabras hicieron eco en sus oídos, él la miró serio y con miles de dudas en su cabeza. Iba a preguntarle nuevamente si era verdad lo que decía pero al ver qué ella le extendió sus manos manchadas de sangre se quedó callado y estático, no dijo nada solo sacó las y las puso sobre la mesa.
—¿Por qué hiciste eso?... —le preguntó mirándola a los ojos, aún quería que le dijera que era mentira y que realmente le hubiera pasos otra cosa.
—Lo maté porque lo odio, maté a James Grigory porque así tenía que ser y porque era lo que más anelaba hacer. Ahora tiene que encerrarme por ser una criminal.
La chica volvió a extender sus manos y está vez el detective no dudo en ponerle las esposas, ya que en su mirada vió lo que en muchos criminales había visto. Y eso era culpabilidad, ella era realmente culpable y no mentía.
—Tienes derecho a guardar silencio hasta que llegue tu abogado, cualquier cosa que digas puede ser usada en tu contra. Ahora llevénsela.
Eso que dijo él, fue suficiente para que los policías la llevarán y la encerraran en aquella fría celda. No podía olvidar aquel momento que había vivido. No podía borrarse su rostro de burla de su mente, ni mucho menos la última mirada que le dio cuando murió. Estaba todo en su cabeza y jamás lo olvidaría, jamás.
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Y si te digo adiós
JugendliteraturElla está al filo del precipicio ah sí que... Oh tomas su mano o la empujas. Para Sofía la palabra felicidad no estaba en su vocabulario, desde niña el dolor y el sufrimiento la han acompañado y eso la ha hecho inmune al amor. Y pensó que lo era has...