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Haruto estaba impresionado. Impresionado de lo mucho que su vida había cambiado en tan poco tiempo.

Él y Asahi tenían una bonita rutina de vida, donde de vez en cuando incluían ciertas salidas de pareja. Salir a pasear, enamorarse del paisaje, tomarse de la mano, comer ciertas cosas que encontraban por ahí y muchísimas cosas más, donde únicamente eran ellos. Haruto y Asahi. Nadie más.

Sin embargo, ahora todo lo que hacían estaba viéndose afectado por un esquincle de siete meses que robó el corazón del mayor como si fuese un puñado de diamantes.

Ellos salieron, definitivamente lo hicieron, pero en el poco trayecto que han recorrido de casa hasta la calle principal, el mayor no había parado de decir que debía asegurarse que el bebé no recibiera polvo, de lo contrario se enfermería. También, estaba muy al pendiente de lo que ocurriera con este y a cada minuto levantaba la pequeña manta que cubría parte del coche, para que al bello durmiente no le diera el sol. Él era un exagerado y Haruto estaba apunto de darle un golpe.

ㅡEstá dormido, Asahi, ¿puedes relajarte? Te recuerdo que esto es entre tú y yo, y suficiente he dejado pasar de ese niño para que ahora estés nervioso por él. O te calmas o nos regresamos a casa y te haces cargo del mocoso. ㅡ

Haruto estaba cabreado, como lo había estado toda la semana desde que la personita intrusa llegó a su vida. No había podido tener ningún momento a solas con Asahi precisamente porque este siempre estaba cargando al bebé o estaba velando por él, y cuando finalmente lo soltaba, Asahi sólo se dedicaba a dormir. Estaba sencillamente cansado como para permitir, ahora, que lo único que se ha mantenido intacto desde su llegada se vea arruinado también.

Eso sí que no lo dejaría pasar.

ㅡ¿Qué tal si se despierta? No quiero que llore fuerte y llamar la atención. ㅡ

ㅡEntonces deja de estar nervioso y eso no pasará. ㅡ

ㅡPero- ㅡ

ㅡBien, es suficiente. ㅡHaruto detuvo su andar. Estaba harto. ㅡSi estás tan obsesionado con ese niño, regresa a casa y atiéndelo bien. Me estás cansando como no tienes idea y estoy apunto de ir a casa de mis padres hasta que finalmente te deshagas de ese mocoso. ㅡSuspiró. ㅡ¿Puedes calmarte? ㅡ

Asahi no dijo nada. Haruto lo miró fijamente.

No le importaba si era muy tosco con Asahi, él lo merecía. No estaba haciendo nada más que estresar a Haruto, al bebé y estresarse a sí mismo con su estúpida sobreprotección hacia el más pequeño. Haruto debía poner un alto lo más pronto posible antes que las cosas terminen mal.

ㅡ¿Irte... de casa? ㅡ

ㅡCréeme cuando te digo que lo estoy considerando. ㅡ

ㅡPero- ㅡ

ㅡAsí que, para evitar eso, olvida al bebé y concéntrate en tu alrededor. ㅡHaruto suspiró. ㅡSimplemente imagina que es lo mismo que solía ser. ㅡ

Y después de susurrar tal cosa, Haruto emprendió su viaje sin decir o hacer algo más. Él necesitaba pensar en otra cosa, también. Algo que le rellenara las fuerzas que necesitaba para seguir en pie con Asahi y no desistir. Él se sentía cansado, pero dejar a su pareja por un mes sería algo... él debía sentir mucho más que cansancio para hacerlo.

Y por ello, él no quería hacerlo.

ㅡ¿Recuerdas esto? Aquí vinimos cuando teníamos... catorce años. ㅡ

Haruto sonrió, apretando suavemente la mano de Asahi.

Era cierto. Ellos ahí se conocieron, ahí se declararon con el otro y ahí se dieron su primer beso. Han pasado más de diez años desde entonces y, al recordar ese lugar, se sentía igual a la primera vez. Tan felices, tan enamorados... ellos adoraban esa banca vieja y oxidada que estaba debajo de ese enorme árbol. Ese lugar... lo atesoraban y guardaban en él sus más grandes y mejores recuerdos.

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