Sonreía ampliamente mientras secaba mi cuerpo mojado antes de colocarme mi mejor ropa interior.
Me coloqué mi mejor pantalón negro y mi camisa negra, colocándome encima mi saco blanco.
Recogí mi cabello en un rodete, apliqué la base, el delineador, arqueador de pestañas y rimel para resaltar mis ojos. En mis labios sólo puse un labial sin color de coco para que no se paspen.
Me coloqué unos aretes dorados, coloqué un piercing falso dorado en mi oreja para verme rudo, un anillo plateado en el dedo medio de mi mano izquierda y uno dorado de serpiente en el dedo medio de mi mano derecha. Para finalizar con la joyería me puse mi cadena de mariposa y sonreí viéndome al espejo intentando que mi baja autoestima no me domine.
-Estás bañado y cambiado, por la imagen no te va a decir que no.- Tomé el ramo de tulipanes rojos, la caja con caramelos flin paf surtidos y la carta de tres hojas escrita a mano. -Te gastaste lo que quedaban de tus ahorros y le escribiste una carta, si no te animas se la dejas en el buzón y sales corriendo como el pendejo que eres.- Agarré un gorro de vestir blanco con una cinta negra decorandolo y me lo puse. -Para rematar haces cosplay de sus husbandos.- Volví a verme en el espejo y bufe. -Por favor aceptame Shinobu-Chan.-
Ni bien di un paso fuera de mi habitación, mis súbditos me miraban con lástima y negaban con la cabeza.
Rodé los ojos y salí del templo. Caminé dos cuadras y esperé media hora por el colectivo. Cuando llegó pedí mi boleto y me senté en el último asiento disponible. Me sentía nervioso e intimidado al notar las miradas encima de mi y más al escuchar alguna que otra risilla burlona.
Cuando finalmente llegué a la estación, me bajé del colectivo y caminé una cuadra para subir al tren, obteniendo las mismas miradas y risas que en el colectivo. Cuando bajé del tren y tomé el otro colectivo de nuevo lo mismo.
Llegué a la casa de mi amada sintiendo las piernas dolerme de tanto viaje y las mejillas arderme de lo rojas que seguramente estaban. Toqué el timbre nervioso y su hermana mayor me abrió.
-Oh Douma, ¿Vienes a ver a Shinobu?- Asentí con la cabeza y ella sonrió amablemente. -Ella ahora está haciendo un trabajo práctico con Tomioka pero no tarda en venir. Pasa pasa.- Se hizo a un lado.
-Muchas gracias Kanae.- Sonreí nervioso haciendo una reverencia y pasé. -Con permiso...- Murmuré entrando a la sala, viendo a los padres y la hermanita menor de mi amada viendo televisión junto con Sanemi, el novio de Kanae.
La verdad no conocía a los padres de Shinobu y tenía mucho miedo de presentarme y que todo saliera mal. Sobre todo porque le caigo mal a su hermanita después de descubrirme viendo a su hermana por una hora o más y con Sanemi... con Sanemi nos conocemos de vernos de vez en cuando en el Instituto, pero nunca hablamos.
Kanae me rescató de esa situación incómoda al hablarme. -Si quieres puedes venir a la cocina conmigo.- Me susurró extendiendo una mano hacia mi.
Suspiré aliviado y tomé su mano siguiendola. -Muchas gracias Kanae, no sabría de que hablar con ellos.-
Ella solo rió levemente y se colocó un delantal. -Tranquilizate, te noto nervioso. ¿Al fin te vas a declarar a mi hermana después de tres años?- Abrí los ojos asustado mientras dejaba mi riñonera y los regalos sobre la mesa. -No te preocupes, Shinobu no es buena para las indirectas.- Me acerqué y tomé un vaso comenzando a lavarlo mientras ella lavaba un plato. -Yo puedo sola, además te vas a manchar.-
-Hey, está bien. Además tengo que hacer puntos extra con mi cuñada.- Ambos reímos bajito por mi comentario y me quedé observando el vaso entre mis manos. -Realmente estoy muy nervioso. De estos tres años, hoy por fin me enfrente a mis miedos. Se que no soy lindo, que le caigo mal a todos, que no me va bien en la Universidad, que no consigo empleo, que mi familia no me quiere y que seguramente Shinobu tampoco.- Sentí una gota de agua salada mezclada con tinte negro caer sobre mi mano, estoy llorando. Estoy llorando frente a mi cuñada y mi maquillaje se está arruinando. Seguro me veo más feo de lo que soy. -Lo lamento, soy patético. No debí ni siquiera pensar en la idea de declararme.- Un sollozo involuntario escapó de mis labios y dejé el vaso sobre la mesada. -P-perdón por causarle molestias Kanae, ya me voy.-
Cuando me separé ella cerró el agua y tomó mi mano. -Tranquilo Douma... se que tienes miedo, yo también lo tuve cuando me declaré a Sanemi y miranos, hace un año estamos juntos. Eres un gran chico Douma, y estoy segura de que a Shinobu le gustas. No tengas miedo, ¿va? Ahora arreglate ese maquillaje y ponte lindo que mi hermana debe de estar por llegar.-
Reí y negué mientras me secaba las manos antes de arreglarme el maquillaje. -Gracias Kanae, pero no soy lindo.-
Estuvimos media hora hablando de cosas triviales cuando escuchamos las llaves de la puerta. Kanae me hace una seña y rápidamente sujeto los regalos sintiendo mis piernas temblar de los nervios.
-Moshi Moshi. Ya volví.- Y la veo entrar por la puerta a mi hermosa mariposa, pero... ¿quién es ese pelinegro que toma su mano? -Kanae, con Tomioka no terminamos aún así que lo traje para seguir aquí.- Al fin notó mi presencia y volteó a verme, yo sonreí como un imbécil y ella solo me miró confundida. -¿Douma?¿Qué haces aquí?-
Volteé a ver a Kanae necesitando ayuda moral y ella asintió con la cabeza levantando sus pulgares. -Y-yo..- Volteé a verla sintiendo mis mejillas arder y mi espalda y pecho sudar. -Y-yo... Estoy enamorado de ti,Shinobu. Desde hace tres años,cuando nos conocimos en la secundaria.-
La vi tensarse y abrir los ojos anonadado. Sonreí nervioso pensando que tal vez estaba shockeada de la sorpresa y me acerqué tímido a ella. Tomé su mano libre entre las mías y me incliné delante de su rostro cerrando los ojos tomando su silencio como un sí.
Pero nunca esperé una cachetada de mi mariposita y una carcajada del tipo de cabello negro. -No me interesas Douma. Eres feo y raro. Si, eres bonito cuando haces cosplay de mis husbandos. Pero sólo eso. Tu no me interesas en absoluto.- Volvió a tomar la mano de Tomioka y se lo llevó a quien sabe donde.
Sentí una presión en mi pecho y garganta antes de romper en llanto viendo el pasillo donde mi amada mariposa se fue con ese sujeto.
Kanae se acercó a mi, me quitó los regalos de las manos dejándolos en la mesa y me abrazó con fuerza por la nuca. Yo sólo pude abrazarme a su cintura y esconder el rostro en su cuello mientras lloraba a mares.
No se cuanto tiempo pasó, pero logré calmarme. Tomé los regalos y me acerqué al tacho pero Kanae me los arrebató de las manos.
Tomó el ramo de tulipanes y los colocó en un jarro con agua; abrió la caja de caramelos y se sentó a mi lado ofreciéndome uno mientras agarraba unas toallitas desmaquillantes. Yo lo tome indeciso y comencé a comerlo mientras sentía como me quitaba el maquillaje con cuidado y me veía con lástima.
Así nos mantuvimos abrazados hasta que terminamos los caramelos; tome la carta entre mis manos y cerrando los ojos con tristeza la destroce.
Finalmente me retiré de aquella residencia con la cabeza gacha y el corazón roto.
En el camino seguía escuchando las risas, pero ya nada me importaba.
En cuanto llegué a casa me lancé sobre mi cama rompiendo en llanto abrazando mis muñecos, escuchando a mis súbditos decirme una y otra vez te lo dije.
Me puse mi pijama entre sollozos y tomé mi celular. Pensé en escribirle a Akaza y Kokushibo, pero seguro uno se reiría y el otro me ignoraría.
Por eso cuando las lágrimas terminaron de caer decidí escribir esta historia. Y ahora que mis párpados pesan por el cansancio me voy a dormir, deseando el día de mañana amanecer muerto.