Capítulo 41

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Kleyer

Capítulo 41

Abro la puerta con brusquedad y tiro de Aura hacia el interior de la casa. Los individuos que la habitan se quedan callados, parecía que hasta el momento estaban manteniendo una acalorada discusión.

—Hola —saludo.

Adranne está sentada en uno de los taburetes de madera. En cuanto se gira y ve que voy acompañado, su mirada se ensombrece.

—¿Qué hace ella aquí? —masculla, con voz afilada.

Tam nos contempla con mirada cansada desde una de las viejas sillas oxidadas, con la pierna estirada sobre el taburete que queda libre. En el salón también está Seanet que, no obstante, ha preferido quedarse de pie.

—Viene conmigo —digo.

—Ya... ¿por qué? —insiste la serpiente.

Graciella se asoma desde detrás de la túnica de Aura. Ha detectado el olor de las otras dos cambiantes y no le gusta un pelo esta reunión, lo ha dejado bien claro en cuanto hemos llegado a la puerta.

—Oh, genial, ahora otro lobo —Adranne pone los ojos en blanco y luego me mira. Ha dicho la palabra «lobo» sin saber si le he contado a Aura toda la verdad, pero supongo que es fácil de deducir si la he traído a una reunión con nuestro pequeño comité. No parece que el ofidio esté muy contento por ello.

—Calma, Adranne —suspira Tam, tocándole suavemente el antebrazo.

Aura las mira a las dos con una curiosidad y un temor renovados. No le he llegado a contar prácticamente nada, he preferido hacerlo aquí, con ellas, y hacerla así partícipe de nuestra misión. Tendrá muchas preguntas, seguramente, y pienso responder a todas y cada una de ellas. La sacerdotisa saluda tímidamente a Tam y Adranne, pero, en cuanto detecta la presencia de Seanet, frunce el ceño.

—Seanet —escupe.

—Hola, querida —el rostro de la curandera es pura alegría—. Y... enhorabuena, supongo que debería decir.

Tam enarca ligeramente las cejas, es la única sorprendida, puesto que parece ser la única que no había detectado todavía el embarazo de Aura. Le he dicho que se volviese a poner la capa para mantener oculta la barriga hasta que podamos decidir qué hacer.

—Gracias —responde ella, cortante.

—Kleyer... —Tam me mira con un interrogante en los ojos. Después de haber viajado durante casi dos meses conmigo, supongo que se siente responsable en parte de mis actos, como una especie de segunda madre.

—Aura está embarazada —me apresuro a explicar, aunque sé que todas lo tenían claro—. ¿Algo que decir?

Adranne sólo chasquea la lengua y baja la mirada.

—¿Es que no te tomaste la infusión que te compré aquella vez en la botica? —le pregunta Seanet.

Miro a Aura, sorprendido. No es que me parezca mal, ni mucho menos, pero lo cierto es que no me había preocupado por estos temas hasta el momento. Mal hecho por mi parte.

—No debió de hacer efecto —responde ella, entre dientes.

Sacudo la cabeza.

—Eso no es lo importante ahora, la he traído porque quiero que forme parte de nuestra misión. No voy a mentirle más.

Tierra de huesosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora