Los garbanzos de la cabeza del títere aún estaban manchados de sangre. Elvira deshizo el muñeco ante los ojos sorprendidos de su abuelo, que observaba desde el otro lado del pasillo. Alzó el guante. La guardiana pasó de largo, suponiendo que la joven divertía a su abuelo con un juego, y continuó recorriendo el pasillo con un paso firme y las manos enlazadas en la espalda. Cuando la funcionaria estuvo suficientemente alejada de ella, Elvira sacó los garbanzos manchados de sangre y se señaló las rodillas.
La distancia y la penumbra impidieron que el anciano viera las heridas de su nieta, aún abiertas.
La guardiana se detiene en seco. Gira la cabeza. Endurece el gesto. Grita: ¡Elvira, atrás! Reanuda la marcha lentamente y se dirige hacia Elvira apretando los labios en un mohín disfrazado de sonrisa. Retuerce los dedos sin retirar las manos de la espalda y vuelve a gritar:
-¡Elvira, atrás!
Elvira da un paso hacia atrás, justo cuando la guardiana golpea la alambrada con su palma izquierda, a la altura del rostro de Elvira.
-La visita ha terminada para usted. Retírese a su galería y espéreme allí.
Y añade, sin gritar, dirigiéndose al abuelo de Elvira:
-Márchese.
El anciano mira a la mujer que tiene al lado, a la hermana de la que va a morir, a Pepa. La interroga con los ojos, pero no pregunta qué ha pasado, porque es mejor no hacer preguntas.
-Váyase, abuelo, la visita ha terminado para su nieta y para usted.
Elvira guarda los garbanzos en el bolsillo, se enfunda el guante en su diminuta mano y la esconde también en el bolsillo, reprimiendo el deseo de agitarla para despedir a su abuelo. Tampoco el anciano se atreve a despedirse de ella. La mira. Y se da la vuelta. Se abre paso entre los familiares, que continúan gritando mientras se empujan unos a otros para ocupar el espacio que ha dejado libre junto a la valla metálica. Y se marcha sin haber comprendido nada.
Nada. En absoluto.
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LA VOZ DORMIDA
Fiksi SejarahLA HISTORIA SILENCIADA DE LAS MUJERES QUE PERDIERON LA GUERRA. Un grupo de mujeres, encarceladas en la madrileña prisión de Ventas, enarbola la bandera de la dignidad y el coraje como única arma posible para enfrentarse a la humillación, la tortura...