Era medianoche. Técnicamente nadie debía rondar por los pasillos a esas horas, toque de queda y todo eso, pero por supuesto que Todoroki Shouto era la excepción. Katsuki debió verlo venir.
Sus pisadas eran silenciosas, incluso en el vacío de la noche, y Katsuki no notó su presencia hasta que él raspó los nudillos contra el umbral de la puerta. Katsuki se tensó inmediatamente, aferrándose con ambas manos a la mesada. Lo sintió acercándose, pero no volteó. No dio indicios de haberlo escuchado.
Reprimió el impulso de arremeter contra él, de gritarle que lo dejara solo.
—¿Bakugo? —Shouto abrió y cerró la heladera; tomó un vaso del escurridor. —¿Estás llorando?
Katsuki pretendió que no sentía la mirada inspeccionando su rostro. No la devolvió, no quería ver esa expresión de honesta preocupación dirigida a él. Dios, la conocía muy bien, con cejas arqueadas y ambos, labios y ceño, fruncidos.
Tomó aire por la boca en una inhalación temblorosa y se impulsó lejos de la mesada. La mirada de Shouto lo siguió.
—Preocúpate por tus propios asuntos.
—Bakugo —cuando Katsuki no se detuvo, Shouto lo tomó del brazo. —Bakugo, ¿hay alguna forma en la que pueda ayudarte?
El problema con Katsuki era que no sabía procesar las emociones. Sólo existían dos opciones para él: hacer todo a un lado, embotellarlo, o transformarlo en algo feo, repulsivo. Explotar, eso era algo que le salía muy bien.
Y eso fue lo que hizo en ese momento, al sentir la mano de Shouto cerrarse alrededor de su muñeca. No gritó, porque era medianoche y de todos modos el nudo en su garganta se lo impedía, pero sí empujó a Shouto para deshacerse de su agarre.
—¿Qué te hace pensar que hablaría contigo? —siseó. No lo decía en serio.
Shouto no se inmutó.
—Somos amigos, ¿cierto? Puedes contarme qué pasó, si quieres.
Katsuki cerró los ojos. Contó mentalmente hasta cinco y exhaló. La lucha abandonó su cuerpo, dejando atrás sólo un cascarón hueco. Shouto lo notó; tomó asiento sobre la mesada, su vaso de agua olvidado a un costado, y palmeó el espacio vacío junto a él.
Katsuki no se sentó. Levitó incómodamente cerca de sus piernas, clavando la mirada tercamente en el granito. No habló al principio. Ya podía sentir la presión de las lágrimas, un ardor en el puente de su nariz que se extendía hacia su frente y el resto de su cuerpo.
Shouto era lo suficientemente considerado para no mirarlo fijamente mientras Katsuki intentaba no romperse frente a él.
—¿Estabas despierto? —fue lo que dijo cuando encontró su voz, un murmullo.
Shouto asintió y su cabello cayó sobre sus ojos. Katsuki golpeteó la mesada con los dedos para no hacer algo estúpido como apartarle el flequillo del rostro.
—Haciendo tarea.
—Raro.
Los labios de Shouto se curvaron ligeramente hacia arriba. Empujó el costado de la pierna de Katsuki con un pie descalzo como diciendo "Vamos".
—Raro es ver esta cocina tan vacía —comentó.
Katsuki concordó, recargándose en la mesada con ambos brazos. Era pacífico sin el resto de la clase, sin Denki lanzándole comida a Eijirou desde una punta de la mesa a la otra para que la atrapara con la boca o Jirou discutiendo con Aoyama sobre bandas.
—Prefiero que sea así.
—Por supuesto que sí —Shouto se ganó un pellizco por su comentario inteligente. La piel de su tobillo se coloreó de rojo. Suavemente admitió: —Yo también.
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starry haze, crystal ball ; todobaku
FanfictionKatsuki le contó sus más profundas inseguridades y Shouto escuchó atentamente. Shouto aceptó su corazón con manos abiertas.